Filosofía

Wilhelm Dilthey

El problema central del pensamiento filosófico de Dilthey radica en la elaboración de una «crítica de la razón histórica», destinada a establecer posibilidades, límites y modos del conocimiento del mundo espiritual en línea analógica con los fundamentos kantianos de la ciencia de la naturaleza

La Razón
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Es el filósofo e historiador alemán más destacado del historicismo. Su vastísima obra presenta problemas sobre el conocimiento histórico y la investigación científica, obras historiográficas y ensayos sobre ética, estética, pedagogía, poesía, filosofía política y crítica literaria. Estudió en la Universidad de Berlín. Enseñó en varias universidades para terminar en la de Berlín.

El problema central del pensamiento filosófico de Dilthey radica en la elaboración de una «crítica de la razón histórica», destinada a establecer posibilidades, límites y modos del conocimiento del mundo espiritual en línea analógica con los fundamentos kantianos de la ciencia de la naturaleza, a cuya cuestión dedicó los densos volúmenes de la «Introducción a las ciencias del espíritu» (1883), donde distingue el mundo histórico social del mundo natural. Para conseguir rigor y certeza a los métodos de la ciencia del espíritu es esencial una fundamentación gnoseológica que no pueden aportar las ciencias del espíritu, ni por la sociológica. Tal fundamentación de las ciencias del espíritu debe elaborarse recurriendo a una psicología partiendo de la unidad interna del sujeto histórico concreto.

Por esta razón, en sus «Ideas para una psicología descriptiva y analítica» (1894) estudia los principios que regulaban la construcción y comprensión del mundo histórico a partir de la unidad psíquica originaria del sujeto humano individual manifestado como un complejo. Esto sustituye la experiencia concreta por afirmaciones metafísicas con las que se pretenden determinar apriorísticamente del mundo espiritual. En la obra de 1894 intentó definir los principios reguladores de la comprensión del mundo histórico a partir de la unidad psíquica originaria del sujeto humano individual. Así, desde tres ámbitos –teoría, praxis, conocimiento e historia–, Dilthey afrontó la comprensión de lo individual en contribución al estudio de la individualidad (1896), y en el «Nacimiento de la hermenéutica» (1900) propuso soluciones ampliamente desarrolladas en la teoría actual.

Al final de su vida abordó Dilthey las condiciones de la realidad de la filosofía, modificada en la plenitud del siglo XX, «La esencia de la filosofía» (1907). Dilthey intentó superar el relativismo individualista con una filosofía de la filosofía. En la filosofía española está presente Dilthey con José Ortega y Gasset, José Gaos, Manuel García Morente, pero de un modo relevante con el pensamiento de Eugenio Imaz (1900-1951), quien publicó en 1945 «Asedio a Dilthey» y propone una lectura original de su obra. Es Imaz quien calificó la concepción como un «buen historicismo». Es también Imaz el responsable de la traducción al castellano de la totalidad del opus diltheyiano: «Introducción a las ciencias del espíritu», «Hombre y Mundo en los siglos XVI y XVII», «De Leibnitz a Goethe», «Vida y poesía».

Esta corriente de pensamiento historicista alcanzó un máximo en los finales del siglo XIX en Alemania. Giambattista Vico puede considerarse un precursor a comienzos del XVIII. Vico planteó el problema de una ciencia nueva que atendiese al mundo concreto de las acciones humanas, tal como se manifiesta en el curso de la civilización como en el siglo de la Ilustración. Pueden ser consideradas historicistas las posiciones de Novalis, Schlegel, Shelling y, en particular, Hegel, para quien la «historia del mundo» se remite al devenir dialéctico de la conciencia. Se trata de un pensamiento que se vincula al pensamiento alemán caracterizado como historiografía germánica.

Se desarrolló en la segunda mitad del XIX. Adquirió valor muy determinado en un momento relativamente germánico alemán nuclear y un momento residual italiano. En el italiano Benedetto Croce y Antonio Gramsci. En el curso del siglo XX el historicismo se opuso radicalmente al estructuralismo. El movimiento, revitalizado en Italia por Antonio Gramsci, se dejó arrastrar por la militancia política hasta conseguir superar los límites fundamentales del pensamiento alemán, sin que quedase ninguna huella en el pensamiento italiano.