Francisco Nieva

Problemas del actor

El teatro es mentira. Una intencionada mentira que sorprenda y subyugue al público. El buen actor ha nacido con determinadas dotes miméticas y es un virtuoso de la imitación.

Manifiesto mi admiración por los geniales imitadores, como Sir Laurence Olivier, que para desempeñar con exactitud el papel de Otelo quiso tener una voz de «negro», de oscuras resonancias que impresionaran seriamente al espectador y lo engañasen a la perfección. Era un espíritu muy intuitivo, el arte dramático depende enteramente de la intuición y no tanto de la reflexión. Hay que dejar que la irracionalidad intuitiva se exprese para investirla de veracidad. El actor puede haber nacido con las dotes miméticas de un loro, que imita sin racionalidad, inconsciente de lo que propala. El Método de Stanislawsky pretende que la identificación reflexiva y consciente se acerque más a la excelencia. Marlon Brando, Montgomery Clift, Marilyn Monroe, han sido producto del Actor´s Studio, aunque sujetos de una superstición, creadora de no pocos problemas de producción. Dieron mucha guerra y quebraderos de cabeza en sus colaboradores técnicos más cercanos. Y así, sacamos en conclusión que el famoso Método es problemático más que eficaz.

Tengo constancia de lo tremendo que fue el rodaje de «El príncipe y la corista», dirigida por Olivier. La Monroe llegaba al trabajo con retrasos imperdonables y los ensayos eran polémicos y disturbantes. Reñidos es poco decir. Aunque lo paradójico es que, al final, las escenas no dejaban de ser estupendas. Pese a su físico atractivo, Marilyn era una gran actriz, y no sería tan famosa de no haberlo sido. De Brando y de Clift, podría decirse lo mismo.

Aquel era su problema, el del Método mismo. La Monroe se hacía acompañar de un profesor del Actor´s Studio, lo cual, era una humillación para el director en funciones. Marilyn no daba un paso sin que le racionalizasen debidamente todos sus movimientos. Encarnadas discusiones y perturbación del horario de trabajo, pero lo extraordinario ya lo he dicho: el resultado era superior a todo lo previsto. Se amansaban todas las irritaciones y se abocaba a la admiración. A la resignación, digamos. Había que aguantarla. Pese a todo nada deja que desear esta película. Para mí, es un modelo de interpretación. Y hasta un mal ejemplo pera los fanáticos del Método. ¿No se consigue ser un buen actor sin cargar de rémoras a la industria del espectáculo? ¿Sin provocar la desesperación de los profesionales y el fracaso económico de cualquier producción? ¿Quién se compromete con ese animal depredador?

Todos tenemos constancia de cuáles fueron los últimos años en la vida de Brando y la Monroe. Los problemas trágicos de Brando con su hijo, fecundo en miserables detalles, así como su fijación erótica por una india casi analfabeta y otras mujeres de baja extracción, y de la tortuosa relación de Marilyn con su marido, Arthur Miller. Entre los papeles privados de Miller, descubrió cuánto se arrepentía de su relación marital con ella. Padeció un aborto y de nuevo se encontró sola, sin hijo y sin genial y famoso marido, que, no obstante, escribió para ella el guión de «The misfits», dirigida por Huston, y en donde competía muy felizmente con el monstruo sagrado de Clark Gable. Peor fueron sus relaciones con los hermanos Kennedy, y al final no se sabe si se suicidó o fue asesinada por un adlátere de los poderosos.

Creo que, tanto Brando como ella, eran dos mentes primitivas, confundidas negativamente por la reflexión y el sofisticado racionalismo de Strasberg y el propio Stanislawsky. El Método fue veneno para ellos. Los problematizó, los hizo víctimas de sí mismos y los torturó hasta el final. Su desdicha se ha convertido en leyenda.

Mas los dos dejaron importantes recuerdos de su actuación en buen número de películas, llevadas a la destrucción y al fracaso económico a corto plazo. Después... la leyenda y la gloria se cierne sobre estos dos ejemplares de la interpretación, dos santos de la diosa Talía y su tormentoso Método de Stanislawsky, tan problemático.

¿Fue mejor actriz que la Garbo, declarada novia del mundo? Garbo no cantaba ni bailaba con el acierto profesional de Marilyn, impactante y conmovedora en todos sus papeles y paradójicamente superior, a juicio de la más exigente crítica cinematográfica. ¿Estamos de acuerdo?