Martín Prieto

Rajoy contra los espectros

El presidente dio ayer un sereno discurso, poniendo en sus renglones lo que nos ha ocurrido y lo que se ha hecho para evitar la catástrofe de un rescate. Rajoy ha sido descriptivo, sincero, ilusionante manejando datos incuestionables, huyendo de la demagogia de todo a cien que nos ensordece. Ha administrado sus silencios, no ha zaherido al PSOE, y al «nuevo» comunismo de una tropilla de logreros les ha propiciado ironías y desdenes, sin siquiera citarlos por incapaces de llevar sin borrones una contabilidad. Una pieza de repaso para terminar con la arritmia política. Felicitó a los españoles y repartió esperanza. Pedro Sánchez, dicen que inspirado por Rubalcaba, subió al arengario disfrazado de ninja, calificó España de desastre irremediable, al presidente, de enemigo de las mujeres y al PP, de liberticida, como si fuera la inexistente extrema derecha. Y habló del judicializado Bárcenas como si en asuntos de corrupción el PSOE gozara de limpieza de sangre. A partir de ahí el Debate fue a quilombo o merienda de negros cimarrones. Espectros extraparlamentarios recorrían la Carrera de San Jerónimo: el chavismo, la enésima crisis socialista, la implosión de IU, las elecciones andaluzas y el primer gatillazo de Syriza. Contamos con demasiados cantantes de crucero que quieren ser Berlusconi. Si los ilusionistas y cucañeros llegaran a tocar poder, los padecimientos habrían sido de balde y regresaríamos al punto de partida. Gobernar es conservar, incluso para las izquierdas, y Rajoy se ha limitado a explicar que no es sensato cambiar de caballos a mitad del río. El rojerío insiste en que el sistema financiero fue rescatado, confundiendo el culo con las témporas y la parte con el todo. Las plañideras de todos los entierros acusan al presidente de triunfalista, porque las jeremíadas atraen votos, y la pobre Rosa Díez, patrona laica de los tránsfugas, reputa a Rajoy de mentiroso. El presidente ha tenido que argumentar duramente contra la miserabilidad de una constelación de espectros.