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Reestructuración de negocios: el plan de viabilidad

Un análisis continuo y exigente sobre los planes establecidos, aumentan el porcentaje de éxito de las empresas

Juan José Villena, abogado en Entorno Umbrella Asesores durante el taller.
Juan José Villena, abogado en Entorno Umbrella Asesores durante el taller.larazon

Juan José Villena, abogado en Entorno Umbrella Asesores, nos da las claves en Madrid On Rails para no caer en errores típicos, anticiparnos a grandes problemas y distintas opciones para no hacer que nuestro negocio quede en el olvido.

En primer lugar, el experto explica que las bases es lo esencial antes de crear un plan de viabilidad. No es lo mismo hacerlo pensando en una empresa que ‘nos va a dar para vivir’ o aquella con la que obtendremos grandes beneficios. Si se crea una empresa propia, es decir, como autónomo, en el que se responde con los bienes presentes y futuros, y todo el trabajo recae sobre una sola persona, no se puede llamar negocio sino autoempleo. Si por el contrario, el pensamiento inicial es desarrollar una idea, con una visión a largo plazo, cuyas responsabilidades no recaen enteramente sobre sus hombros y se pretende obtener grandes beneficios, entonces sí se puede hablar de negocio. Esto puede parecer obvio, pero conlleva muchas diferencias a la hora del desarrollo de los planes.

Una vez que tengamos claro qué vamos a crear y cómo vamos a actuar, será necesario testear el producto o servicio para saber si tendrá buena acogida por los consumidores. En el caso de que, la respuesta no sea positiva, lo mejor es no seguir avanzando o enfocar de otra manera el objeto. En el caso de obtener buenos resultados, ya podremos desarrollar un plan de viabilidad.

Este plan, aconseja Juan José, tiene que ser a corto-medio y largo plazo. Una vez que se pone en marcha el negocio es fundamental tener un control quincenal de dicho plan, para revisar las acciones y cambiar el rumbo en caso de que no se estén obteniendo los resultados o circunstancias que se esperaban. Siempre hay que contar, como mínimo, con un capital suficiente como para que nuestra empresa se mantenga sin beneficios, al menos, durante tres meses, ya que si no la probabilidad de que entre en crisis es alto. Llegados a este punto hay que diferenciar entre crisis, que es el momento en el que; las pérdidas son continuadas; el endeudamiento es elevado; hay impagos a clientes externos; y existen graves problemas de liquidez. Nada tiene que ver con aquellas consideradas insolventes, es decir, que no pueden pagar a ningún acreedor y cuya única solución es el cierre de la empresa o el concurso de acreedores.

¿Cómo se anticipa uno a caer en una situación de crisis? Con la herramienta del cuadro de cash flow. De esta manera podremos analizar si es necesario una refinanciación, una pequeña inyección, una ampliación de capital... Todo ello en base a los resultados que estamos obteniendo en ese momento.

En el caso de las empresas con síntomas de crisis y con la necesidad de refinanciación, se deberá demostrar a los acreedores la existencia de un proyecto viable y motivarlos con un plan de viabilidad, con el problema de la carga que hemos generado durante los meses de actividad. Conseguir la confianza en una situación como esta no es fácil, pero sí posible. Se deberá entregar una ruta específica de las diferentes actuaciones que se van a llevar a cabo. Es fundamental explicar con claridad la línea de negocio, si hay una existencia real de posibles consumidores y cómo se conseguirá esta vez que el producto tenga éxito. Por supuesto, habrá que analizar de forma detallada cuáles son los servicios imprescindibles, y aquellos prescindibles con los que reduciréis gastos y, por lo tanto, un aumento de las ganancias.

Puede que el problema que ha llevado a esta situación sea un enfoque equivocado hacia el cliente. ¿Puedes ampliar el campo de influencia? ¿Está bien segmentada tu clientela? ¿Compensa más tener muchos clientes o pocos que paguen mucho? Son algunas de las cuestiones a analizar que salvarán tu empresa y que permitirá ahorrar coste y tiempo.

Otras soluciones, en caso de no conseguir financiación, son la disolución y liquidación de la sociedad, aunque para ello se debe dejar pagadas todas las deudas existentes. Otro recurso es la venta. Por lo general, los posibles compradores piden tres años de recuerdo de negocio para conocer la viabilidad. En muchas ocasiones es la mejor opción para obtener un beneficio, por mínimo que sea.