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Buenos Aires

El empeño personal del Papa por la paz en Tierra Santa

Oración entre judíos, musulmanes y cristianos. Francisco medió de forma insistente para que israelíes y palestinos rezaran hoy juntos en Roma

Un joven con discapacidad, ayer, se acerca al altar de la Plaza de San Pedro para saludar a Francisco
Un joven con discapacidad, ayer, se acerca al altar de la Plaza de San Pedro para saludar a Franciscolarazon

Darío Menor - Ciudad del Vaticano

El viernes 23 de mayo, un día antes de partir en su peregrinación hacia Tierra Santa, el Papa Francisco no se despegaba del teléfono. Se pasó toda la jornada hablando con los israelíes, los palestinos y los jordanos para ultimar los detalles de la cumbre de oración por la paz en Oriente Medio que, en un primer momento, pensaba celebrarse allí, como gran momento del viaje. El Gobierno de unidad nacional palestino acordado entre Al Fatah y Hamás, sin embargo, acabó provocando que saltaran por los aires las negociaciones con Israel y, con ellas, también el deseo de Francisco de tener ese momento en Tierra Santa en que judíos, musulmanes y cristianos se juntaran para rezar por la paz.

Tras muchas llamadas telefónicas, el Papa logró el compromiso del presidente israelí, Shimon Peres, y el de su homólogo palestino, Mahmoud Abbas, para que el encuentro tuviera lugar dos semanas después «en su casa», en el Vaticano. Esta invocación por la paz en la que también participará el Patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, se celebrará esta tarde en uno de los lugares más hermosos y recogidos de la Santa Sede, los jardines que se abren entre los Museos Vaticanos y la Casina Pío IV, donde tiene su sede la Pontificia Academia de las Ciencias. A la sombra de unos enormes setos, el Papa, Peres y Abbas invocarán a Dios para que les ilumine y acabe de una vez con el conflicto entre palestinos e israelíes, la madre de casi todas las guerras recientes de Oriente Medio.

En aquel viernes frenético de llamadas, una de las personas a las que telefoneó Francisco fue a Henrique Cymerman, corresponsal en Jerusalén de Antena 3 y «La Vanguardia». Este veterano reportero israelí de madre española ha sido el muñidor de la invocación por la paz de hoy. Desde que visitó al Papa en junio del año pasado en compañía del rabino argentino Abraham Skorka, viejo amigo de Jorge Mario Bergoglio, ha utilizado sus contactos con las autoridades israelíes y palestinas para echarle una mano al Pontífice. «Yo creí que al final iba a ser imposible celebrar el encuentro cuando saltaron las negociaciones entre israelíes y palestinos. Cuando me llamó por teléfono el Papa el día antes del viaje, le comenté que debíamos organizarlo cuanto antes, pues si esperábamos más iba a ser más difícil con el ambiente tan enrarecido que había aparecido. Esperemos que esta oración tenga un impacto en la opinión pública para cambiar la atmósfera», cuenta Cymerman. Si Cymerman ha sido el mediador oculto para lograr este momento de oración, en la primera fila ha estado el custodio de Tierra Santa, el franciscano italiano Pierbattista Pizzaballa. En la presentación del acto, el religioso reconoció que se trata de un momento histórico sin precedentes, pero advirtió que no debe ser definido como una oración interreligiosa entre judíos, cristianos y musulmanes. «Será una invocación común por la paz, en la que no rezarán todos juntos, sino que estarán todos juntos para rezar», explicó Pizzaballa.

De ahí que se haya cuidado con detalle el protocolo para una ceremonia cerca de los Museos Vaticanos a la que asistirá también el patriarca de Constantinopla, Bartalomeo I. La oración que se realizará hoy tiene la misma estructura en el tiempo dedicado a cada religión. Para las tres habrá una oración por la creación, una oración de petición de perdón y una oración por la paz. También habrá lecturas de Textos Sagrados de cada religión.

Siguiendo un «orden cronológico», el primer momento será dedicado al judaísmo, el segundo al cristianismo y el tercero al Islam. En cada uno de ellos, habrá tiempo dedicado a la oración y a la música. En la parte conclusiva interviene el Santo Padre y hace su invocación a la paz. A continuación, invitará a ambos presidentes a que ellos hagan también esta invocación. En primer lugar lo hará el presidente Peres y seguidamente el presidente Abbas. Las intervenciones serán seguidas de un apretón de manos como gesto de paz, con la participación también del patriarca ecuménico. Para cerrar este momento, el Papa acompañará a los dos presidentes a plantar un olivo.

Eso sí, que nadie espere declaraciones en clave política sobre el conflicto palestino-israelí en la intervención que tendrá hoy el Papa durante la iniciativa de oración por la paz. Francisco ya lo había advertido en su viaje de vuelta desde Tierra Santa hace dos semanas, cuando dijo que sería «una locura por mi parte» opinar sobre la situación de Jerusalén. El Pontífice lo que quiere es «volver a abrir un camino cerrado desde hace tiempo» y volver a despertar en los dos bandos «el deseo de la paz». La valoración es del custodio de Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, quien ya aseguró a LA RAZÓN que nadie espera que con esta iniciativa «la paz llegue de forma inmediata. Podemos tener ilusiones, pero está claro que la paz la tienen que hacer aquí, las dos partes. Lo que esta iniciativa pretende es traer un nuevo espíritu, un nuevo aire».

El detalle

EDUCACIÓN, DEPORTE Y TRABAJO FRENTE A LOS PROBLEMAS

El Papa indicó que hay tres caminos necesarios para los jóvenes: «educación, deporte, y un puesto de trabajo» para evitar que caigan en cualquier adicción, durante el encuentro hoy en la plaza de San Pedro con los centros deportivos italianos con campos de fútbol, de baloncesto, y un gran tapete de gimnasia. Francisco aconsejó a los atletas que «el deporte sea sólo un juego, pues solo si es un juego hace bien al cuerpo y al espíritu». También les invitó a «no contentarse con un empate mediocre», sino «a dar lo mejor de sí mismo». Valoró la labor que hacen algunas parroquias a través del deporte y recordó al salesiano Lorenzo Massa, «que por las calles de Buenos Aires recogió a un grupo de jóvenes y creó uno de los equipos mas importantes del país», en referencia al club San Lorenzo de Almagro, del que el Pontífice argentino es socio.