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Ciudad del Vaticano

El Papa a los nuevos cardenales: «No aceptéis ninguna injusticia»

Francisco recordó durante la creación de veinte purpurados que el cardenalato no es una distinción honorífica

El Papa Francisco saluda al Papa emérito Benedicto XVI
El Papa Francisco saluda al Papa emérito Benedicto XVIlarazon

El Papa Francisco ha presidido el consistorio ordinario público en el que se han creado quince nuevos cardenales electores y otros cinco no electores, un acto al que ha acudido el Papa emérito Benedicto XVI.

Tras debatir durante una semana con los cardenales sobre la reforma de la Santa Sede, el Papa Francisco presidió ayer el consistorio en el que creó a 20 nuevos purpurados, entre ellos Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española. En su homilía, el Pontífice les pidió que hicieran de la caridad el eje de su servicio y que rechazaran pecados como «la ira, la envidia o el orgullo», por no ser propios de un «hombre de Iglesia». En la ceremonia, celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano, participó el Papa emérito, Benedicto XVI. Dos años y tres días después de su renuncia al pontificado, se le veía con buen aspecto sentado al lado de los cardenales y cuando abrazó a su sucesor, Jorge Mario Bergoglio.

Ejemplo de caridad

Antes de imponerles la birreta y el anillo, Francisco les dijo a los nuevos purpurados que el cardenalato, aun siendo «una dignidad», no es una «distinción honorífica». Obsoleta ya la idea de que los miembros del Colegio Cardenalicio son los príncipes de la Iglesia, están llamados en cambio a convertirse en un «punto de apoyo» y en un «eje esencial para la vida de la comunidad». Lo lograrán si interiorizan que en la Iglesia «toda presidencia proviene de la caridad, se desarrolla en la caridad y tiene como fin la caridad».

Partiendo de la carta de San Pablo a los Corintios, el Papa Francisco reflexionó sobre cómo se ejerce la autoridad dentro de la comunidad cristiana. «Cuanto más crece la responsabilidad en el servicio de la Iglesia, tanto más hay que ensanchar el corazón, dilatarlo según la medida del corazón de Cristo». El Pontífice pidió a los cardenales que sepan «amar sin límites», pero sin perder la fidelidad a las «situaciones particulares» y a los «gestos concretos». El secreto es «amar lo que es grande, sin descuidar lo que es pequeño; amar las cosas pequeñas en el horizonte de las grandes», añadió.

Quien está llamado a ejercer el servicio de gobierno dentro de la Iglesia ha de tener «un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia». Al mismo tiempo, debe ser capaz de «perdonar siempre, de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios». Ha de ser además una persona que sepa soportar «con paciencia» toda situación y a toda persona, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien «llevó con amor el peso de todos nuestros pecados».

El Pontífice dejó un espacio en su homilía para denunciar lo fácil que es caer en el pecado, al que «tampoco las dignidades eclesiásticas están inmunes. Los seres humanos –todos, y en todas las etapas de la vida– tendemos a la envidia y al orgullo a causa de nuestra naturaleza herida por el pecado», recordó.

Otra falta que denunció Francisco fue la del rencor, que distinguió del enfado. «Al pastor que vive en contacto con la gente no le faltan ocasiones para enojarse. Y tal vez entre nosotros, hermanos sacerdotes, que tenemos menos disculpa, el peligro de enojarnos sea mayor». Puede entenderse un «enfado momentáneo que pasa rápido, pero no así el rencor», una mancha que resulta «inaceptable en un hombre de Iglesia».

También deben intentar los nuevos cardenales no ser egoístas ni egocéntricos. «Quien vive en la caridad está descentrado de sí mismo», subrayó Francisco, para quien, en cambio, quien está «autocentrado» carece de respeto «y muchas veces ni siquiera lo advierte, porque el respeto es la capacidad de tener en cuenta al otro, su dignidad, su condición, sus necesidades». Quien tiene en sí mismo su inicio y su fin «busca inevitablemente su propio interés» y aunque éste en ocasiones parezca tener «nobles apariencias», en el fondo siempre se trata de un interés personal. «En cambio, la caridad te descentra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás».

Francisco entregó a la birreta y el anillo a 19 de los 20 cardenales que creó en la ceremonia de ayer. No pudo viajar a Roma por su delicada salud (tiene 95 años) el colombiano Jesús Pimiento Rodríguez, arzobispo emérito de Manizales. Con este consistorio son ahora 11 los purpurados españoles, cinco de ellos con menos de 80 años y por tanto con derecho a participar en un eventual cónclave.

Siete imágenes históricas de los dos

Aunque la primera vez que se vio a los dos Papas juntos, en marzo de 2013, muchos pensaron que podía ser la primera y la última vez, lo cierto es que desde que Ratzinger renunció al Papado han sido numerosas las ocasiones en las que se les ha visto juntos. Así, en abril de ese mismo año, se dio otra fotografía histórica: fue la primera vez que dos Papas residían en el Vaticano. El siguiente encuentro tuvo lugar en diciembre de 2013. Francisco quiso desearle Feliz Navidad a Ratzinger. En febrero de 2014 se dio otra instantánea histórica, los dos Papas en la celebración de un consistorio de cardenales. Tiempo después, en abril, se les pudo ver juntos durante la canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII. Y en septiembre, ambos estuvieron en un acto con 40.000 ancianos. La de ayer fue la última vez. El Papa saludó a Ratzinger antes y después del consistorio.

El otro español

Un cardenal pamplonica

Ricardo Blázquez no será el único cardenal nacido en España que hoy creará el Papa Francisco. El otro es el agustino recoleto José Luis Lacunza Maestrojuán, nacido en Pamplona en 1944 y que lleva en Panamá desde los años 70. Es el primer purpurado en la historia de este país centroamericano. Lacunza, que trabajó al lado de Jorge Mario Bergoglio en la histórica Conferencia de Aparecida, comentó en una reciente entrevista en la revista «Vida Nueva», que el Papa «no necesita colaboradores sumisos ni torpederos, sino sinceros desde el amor a la Iglesia y a Cristo». Lacunza, que está a punto de cumplir 71 años, hizo el noviciado y profesó los votos simples, los solemnes y recibió la ordenación sacerdotal en España. En concreto, el 13 de julio de 1969. Su Consagración Episcopal fue en 1986. Además, Lacunza ha sido presidente de la Conferencia Episcopal de Panamá de 2000 a 2004 y de 2007 a 2013. por José Luis Lacunza