Estados Unidos

El Papa pide que la Iglesia valore más a la mujer

Francisco preside en Filadelfia una Eucaristía ante representantes de la Iglesia en Pensilvania, en la que reclamó también que los laicos tengan un mayor protagonismo en la evangelización

Miles de personas, con el Papa en la Catedral de San Pedro y San Pablo de Filidelfia
Miles de personas, con el Papa en la Catedral de San Pedro y San Pablo de Filidelfialarazon

El Papa Francisco ya está en Filadelfia para participar en el Encuentro Mundial de las Familias (EMF), el objetivo inicial de este viaje a Estados Unidos, a cuyo programa luego se sumaron los discursos en el Congreso de Washington y en la Asamblea General de Naciones Unidas, así como la etapa previa en Cuba. Poco después de aterrizar en el aeropuerto de la capital de Pensilvania desde Nueva York, el Pontífice ofició una misa en la Catedral de San Pedro y San Pablo en la que participaron obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de este estado del noreste del país. En la ceremonia hizo una reivindicación del papel de la mujer en la Iglesia.

Jorge Mario Bergoglio volvió a utilizar el español para la homilía, un reconocimiento más al peso de la población de origen hispano de Estados Unidos. Desde que llegó a la primera potencia del mundo el pasado martes proveniente de Santiago de Cuba se ha prodigado en gestos con todos los inmigrantes y de manera particular, con los latinos.

Siendo Filadelfia la ciudad natal de santa Catalina Drexel, Francisco empezó su alocución recordando a esta mujer de familia rica que dedicó su vida y su dinero a los indígenas americanos y a los más desfavorecidos. El Papa recordó la conversación que Drexel mantuvo en 1887 con León XIII durante una audiencia, en el transcurso de la cual le pidió que enviara más misioneros a Estados Unidos. «¿Y tú, qué vas a hacer?», le dijo el obispo de Roma que estuvo en el solio pontificio de 1878 hasta 1903. La animó así a que fuera ella la que se hiciera misionera.

Aquellas palabras «cambiaron la vida» de Drexel, pues le recordaron que «al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo, ha recibido una misión», dijo Francisco. «Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su Cuerpo, la Iglesia». Francisco consideró que aquellas palabras de León XIII a Drexel deben hacer reflexionar a la Iglesia de hoy para seguir «desafiando» a los jóvenes. «¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su cometido? ¿Encontramos el modo de compartir su entusiasmo y sus dones con nuestras comunidades, sobre todo en la práctica de las obras de misericordia y en la preocupación por los demás?», se preguntó el Papa en su homilía.

Como en otras ocasiones anteriores, también en Filadelfia defendió el principio de subsidiariedad como la mejor forma de tomar las decisiones en la Iglesia. A su juicio uno de los «grandes desafíos» que tiene hoy la comunidad cristiana es precisamente «fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia». Para ello es necesario «capacitar» a las personas, de modo que «puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros».

Francisco sabe que llevar a los hechos estas propuestas no resulta fácil. Requiere en primer lugar «creatividad» para adaptarse a los cambios de las situaciones. Hay que intentar transmitir «el legado del pasado, no sólo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre». En este papel los laicos son determinantes. El Papa pidió una «participación mucho más activa» de ellos y agradeció los «grandes esfuerzos» que la Iglesia estadounidense les ha dedicado siempre por medio de la catequesis y de la educación.

«Nuestro reto hoy es construir sobre esos cimientos sólidos y fomentar un sentido de colaboración y de responsabilidad compartida en la planificación del futuro de nuestras parroquias e instituciones», subrayó Francisco, clamando así de forma indirecta contra la «clericalización» de las comunidades cristianas. Esto no significa que sea necesario «renunciar a la autoridad espiritual que se nos ha confiado», sino que se debe «discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu derrama sobre la Iglesia». En particular invitó a que se valore «la inmensa contribución» que siempre han ofrecido a la Iglesia las mujeres, sean laicas o religiosas.

A unas horas de participar en la vigilia de oración y en la fiesta de las familias –programadas para la madrugada española–, Bergoglio manifestó su «ilusión» por compartir la experiencia de estos días con todos los fieles. Desde hace semanas las televisiones estadounidenses llevan transmitiendo un vídeo en el que el Papa anima a todo el mundo a participar en el EMF. «Yo voy a estar allí porque tú vas a estar allí», dice en este mensaje.

En su homilía en la misa en la catedral de San Pedro y San Pablo de Filadelfia, la más grande de todo el estado de Pensilvania, Francisco animó a los católicos a que «renueven la alegría de ese primer encuentro con Jesús y a sacar de esa alegría renovada fidelidad y fuerza». También pidió a los obispos, sacerdotes y religiosos que aprovechen el EMF para reflexionar sobre «nuestro servicio a las familias, a las parejas que se preparan para el matrimonio y a nuestros jóvenes. Sé lo mucho que se está haciendo en sus iglesias particulares para responder a las necesidades de las familias y apoyarlas en su camino de fe».

Concluyó acordándose de los sacerdotes y religiosos ancianos o enfermos que no pudieron acudir a la misa de Filadelfia y se despidió pidiendo que rezaran no solamente por él, sino también por «las deliberaciones» del próximo Sínodo sobre la Familia. Convocada en Roma del 4 al 25 de octubre, esta asamblea retoma los trabajos del encuentro del año pasado y tiene como objetivo actualizar la respuesta pastoral de la Iglesia católica en su relación con las familias y sus problemas.