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El Papa estudiará que las mujeres puedan bautizar y casar

Francisco anuncia una comisión para estudiar el acceso de la mujer al diaconado, hasta ahora reservado sólo a los hombres, tras ser interpelado por superioras generales

El Papa durante la audiencia que concedió a la Unión Internacional de las Superiores Generales
El Papa durante la audiencia que concedió a la Unión Internacional de las Superiores Generaleslarazon

Francisco anuncia una comisión para estudiar el acceso de la mujer al diaconado, hasta ahora reservado sólo a los hombres, tras ser interpelado por superioras generales

El Papa Francisco accedió ayer a crear una comisión especial que estudie la posibilidad de que las mujeres puedan convertirse en diáconos, la figura eclesial anterior a la del sacerdote que también necesita consagración, y que simboliza el servicio a los demás. El magisterio de la Iglesia lo reserva a los hombres como antesala del sacerdocio.

El anuncio lo realizó en un encuentro en el Aula Paulo VI del Vaticano ante 900 líderes de la Unión Internacional de las Superioras Generales (UISG). Durante el mismo, diferentes religiosas le preguntaron al Papa sobre algunas cuestiones y él respondió sin papeles, improvisando, a cada una de ellas.

Una de las preguntas interpelaba a Francisco sobre por qué la Iglesia excluye a las mujeres de la posibilidad de servir como diáconos, algo que en su opinión no se entiende puesto que las mujeres servían como diáconos en los primeros tiempos de la Iglesia. «¿Por qué no constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?», preguntaron al Pontífice.

Francisco respondió entonces que en una ocasión habló sobre el tema hace años con un «buen y sabio profesor», que había estudiado el uso de las mujeres diáconos en los primeros siglos de la Iglesia. No obstante, comentó que este profesor no tenía claro cuál era el papel que tuvieron esas mujeres diáconos en aquélla época.

«¿Qué eran estos diáconos femeninos?», recordó el Papa haber preguntado al profesor. «¿Tenían la ordenación o no? Era un poco oscuro», dijo Francisco que respondió el profesor.

«¿Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?», se preguntó el Papa. «Creo que sí. Sería bueno para la Iglesia aclarar este punto. Estoy de acuerdo. Hablaré de hacer algo de este tipo», señaló para agregar a continuación: «Acepto. Me parece útil tener una comisión que lo aclare bien», continuó su respuesta.

El Concilio Vaticano II estableció que las funciones del diácono son las de «administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, (y) llevar el viático a los moribundos y leer la sagrada Escritura a los fieles». También figuran las funciones de «instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales y presidir el rito de los funerales y sepultura».

La cuestión replanteada ahora por Francisco ya había sido puesta en discusión años atrás por otras figuras de la Iglesia como el ya fallecido cardenal Carlo Maria Martini. Pero uno de los principales problemas parece radicar en que, efectivamente, como dijo ayer el Papa, no se sabe con exactitud el rol de las mujeres que hacían esta labor de diáconos en la Iglesia primitiva. Algunos historiadores de la Iglesia antigua creen que las mujeres eran admitidas a un servicio diaconal de la caridad que se diferencia del diaconado normal entendido como el primer grado del sacerdocio.

Francisco y las mujeres

En multitud de ocasiones, Francisco ha hablado de la necesidades de revalorizar el papel de la mujer en la Iglesia y ha defendido el llamado «genio femenino» como parte de la Iglesia. En 2013, al regreso de la JMJ en Río de Janeiro, destacó que «la Virgen María era más importante que los apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo es lo que debemos intentar explicitar mejor».

En 2015 se mostró «convencido de la urgencia de ofrecer espacios a la mujer en la vida de la Iglesia» y pidió «una presencia femenina más capilar e incisiva en las comunidades». «La Iglesia es mujer, es la Iglesia, no el Iglesia». «Me gusta describir la dimensión femenina de la Iglesia como seno acogedor que genera y regenera la vida».

Al mismo tiempo prometió «estudiar criterios y modalidades nuevas para que las mujeres no se sientan invitadas sino participantes a título pleno en los distintos ámbitos de la vida social y eclesial. Este desafío no se puede retrasar más».

La Comisión Teológica Internacional de la Congregación para la Doctrina de la Fe ya estudió el tema en 2002 en el documento «Diaconado: evolución y perspectivas» en el que argumentaba cómo las diaconisas en la Iglesia primitiva tenían una función distinta a la delos diáconos y no eran «ordenadas» sino «instituidas», lo que marcaría una notable diferencia respecto a los hombres.

San Juan Pablo II también dedicó una extensa carta apostólica en 1988 titulada «Mulieris Dignitatem», sobre la dignidad y la vocación de la mujer, en la que no mencionó esa posibilidad pero sí destacaba la importancia de la mujer en la misión de la Iglesia.

En el encuentro con las religiosas celebrado en la mañana de ayer, Francisco dijo de nuevo que «la Iglesia tiene necesidad de que las mujeres entren en los procesos de decisión. También que puedan ser responsables de algún departamento del Vaticano». En su opinión, «la Iglesia debe contar con los consagrados y los laicos en las consultas, pero también en las decisiones porque tiene necesidad de su punto de vista».

Otras preguntas

También echó algún que otro rapapolvo a las religiosas, por ejemplo, al afirmar que muchas de ellas son «mujercitas» más que personas involucradas en el ministerio del servicio. Por eso las advirtió de que la vida consagrada «es un camino de pobreza, no de suicidio».

Según informó Radio Vaticano, la del diaconado no fue la única cuestión planteada por las religiosas. También le preguntaron sobre la posibilidad de que pronuncien una homilía en las misas, a lo que Francisco respondió que hay que distinguir entre la predicación en una Liturgia de la Palabra –que puede ser desarrollada sin problemas por una mujer, una consagrada o una laica– de la Liturgia Eucarística, en la que la homilía está unida a la presidencia de la celebración, que es del sacerdote. Entonces, Francisco les alertó de la tentación de caer en el feminismo y en el clericalismo.

El Papa Francisco también habló a los religiosos y religiosas de todo el mundo a través de su cuenta personal de Twitter y les pidió: «¡Despierten al mundo! ¡Sean testigos de un modo diferente de pensar, de actuar, de vivir!».

Los diáconos

¿Qué pueden hacer?

- Administrar el bautismo

- Reservar y distribuir la Eucaristía

- Asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia

- Leer la Sagrada Escritura a los fieles

- Presidir funerales y entierros

¿Qué no pueden hacer?

- Administrar el Sacramento de la Confesión

- La consagración eucarística

- Administrar el sacramento de la unción de los enfermos

- El sacramento de la confirmación

Las mujeres

¿Qué pueden hacer?

- Ser ministras de la Palabra, es decir, leer las lecturas de las celebraciones excepto el Evangelio

- Repartir la comunión entre los fieles

- Ser catequista, impartir cursos prematrimoniales u otras actividades del estilo. Tener cargos de responsabilidad

¿Qué no pueden hacer?

- Acceder al sacramento del orden sacerdotal y, por extensión, al ministerio episcopal

- No pueden administrar, por tant0o, los sacramentos reservados al sacerdote y al diácono

- No pueden proclamar el Evangelio ni predicar