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El Papa llama a la conversión de corruptos durante el Jubileo

El Pontífice publica la bula de convocatoria del Año Santo Extraordinario. Concederá la posibilidad de abrir puertas santas en templos de todo el mundo

Francisco ofrece una copia de la bula a varios miembros de la Curia
Francisco ofrece una copia de la bula a varios miembros de la Curialarazon

«¿Por qué hoy un Jubileo de la Misericordia?» En la ceremonia con la que convocó oficialmente un Año Santo Extraordinario dedicado a este pilar de la fe cristiana, el Papa Francisco respondió a su propia pregunta asegurando que la Iglesia, en momentos de «grandes cambios históricos», debe ofrecer «con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios». Este evento, que comienza el 8 de diciembre y concluye el 20 de noviembre de 2016, está detallado en la bula «Misericordiae Vultus», que el Pontífice le entregó ayer a varios miembros de la Curia romana y a representantes de las distintas comunidades eclesiásticas locales. «El Año Santo deberá mantener vivo el deseo de saber capturar las muchas señales de ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a quienes viven en el sufrimiento, están solos y abandonados e incluso sin esperanza de ser perdonados y de sentirse amados por el Padre», explicó Francisco durante su alocución en la celebración de las vísperas con las que se convocó el Jubileo. Articulada en 25 puntos, la «Misericordiae Vultus» es una suerte de encíclica de reducidas dimensiones en la que Jorge Mario Bergoglio expone su idea sobre cómo vivir la fe cristiana y su concepción de cómo debe actuar la Iglesia católica. Ofrecemos a continuación las 10 claves principales de este documento destinado a marcar el pontificado de Francisco:

1.- Llamamiento para criminales y corruptos.

El llamamiento de perdón del Papa va dirigido especialmente a los alejados, sobre todo «a quienes pertenecen a un grupo criminal». «Por vuestro bien, cambiad de vida», les ruega. «No caigas en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que frente a él todo el resto no tiene valor ni dignidad». Lo mismo le dice a los corruptos, quienes han caído en una «plaga putrefacta que grita al cielo». «La corrupción impide mirar al futuro con esperanza, porque con su prepotencia y avidez destruye los proyectos de los débiles y aplasta a los más pobres». El Año Santo, sostiene la bula, es un momento favorable para cambiar de vida. «Permanecer en la vía del mal es sólo una fuente de ilusión y de tristeza. Dios no se cansa de tender la mano. Siempre está dispuesto a escuchar, como yo o como mis hermanos obispos y sacerdotes».

2.- Misioneros de la misericordia.

En el Jubileo Francisco va a enviar por toda la Iglesia a sacerdotes con autoridad para perdonar «también los pecados reservados a la sede apostólica», es decir, los más graves. Serán los Misioneros de la Misericordia, «signos vivos de cómo el Padre acoge a todos los que buscan su perdón».

3.- A las periferias, siempre.

El Jubileo es un buen momento para «abrir el corazón a quienes viven en las más variadas periferias existenciales». En este Año Santo la Iglesia está llamada más que nunca a «curar las heridas» de todos los que sufren ante la indiferencia de los ricos. «No caigamos en la indiferencia que humilla, en el habituarse, que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo, que destruye». La bula propone a los fieles que lleven a cabo una misericordia «corporal» y «espiritual» con quienes sufren.

4.- El «motor» de Cristo y de Francisco.

«Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias era la misericordia, con la que leía el corazón de sus interlocutores y respondía a sus necesidades más auténticas», puede leerse en la bula. Al Papa le impresiona el protagonismo de la misericordia de forma particular en la vocación de un avaro pecador como Mateo. De hecho, uno de sus cuadros favoritos es precisamente «La vocación de san Mateo», de Caravaggio. Sobre este episodio del Evangelio, san Beda el Verenable escribe que «Jesús lo miró con amor misericordioso y lo eligió». Esta cita en latín – «miserando atque eligendo»– es precisamente el lema elegido por Bergoglio como pastor.

5.- «El núcleo del Evangelio».

En las parábolas donde se ve a Dios como el «colmo de la alegría, sobre todo cuando perdona», se descubre que el «núcleo del Evangelio» y de la fe cristiana está en la misericordia. Es una fuerza «que todo lo vence, que llena el corazón de amor y consuela con el perdón». Por ello los hombres están llamados a «vivir de misericordia». Entre ellos el perdón debe ser «la expresión más evidente del amor», escribe Francisco en la bula . Es un «imperativo del que los cristianos no podemos prescindir». A pesar de lo «difícil que tantas veces parece perdonar», se trata del «instrumento» puesto en nuestras manos para alcanzar «la serenidad del corazón». «Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir feliz».

6.- El «arquitrabe» de la Iglesia.

Para la comunidad cristiana, la misericordia ha de ser su viga maestra. «La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo». Escribe el Papa que ha llegado el tiempo de retomar «el anuncio gozoso del perdón». «Es el momento del retorno a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y de las dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que infunde valentía para mirar al futuro con esperanza».

7.- Peregrinos jubilares.

«La vida es una peregrinación», dice Francisco, subrayando que para alcanzar la Puerta Santa de Roma o de cualquier otro lugar, cada cual deberá realizar su propio peregrinaje. «Será una señal del hecho de que también la misericordia es una meta a alcanzar que exige esfuerzo y sacrificio». Para ello el Papa pide a los fieles que no juzguen, condenen ni chismorreen. «Nadie puede ser juez del propio hermano».

8.- Los confesores, protagonistas.

El Año Santo pretende poner en el centro el sacramento de la Reconciliación, instrumento que permite «tocar con la mano la grandeza de la misericordia». Por eso los confesores deben ser una auténtica señal de la misericordia de Dios. Convertirse en confesor, dice Francisco, es algo que «no se improvisa». «Nadie es propietario del sacramento, sino un fiel servidor del perdón de Dios», les recuerda el Papa a los confesores, pidiéndoles que no hagan «preguntas impertinentes» y que sepan acoger la «invocación de ayuda y la petición de perdón» de todo penitente.

9.- Fechas simbólicas de inicio y final.

El Año Santo comienza el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción. En ese día de este año se celebra además una importante efeméride, el cincuenta aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, el evento eclesial más importante del siglo XX que puso los pilares de la reforma que ahora Francisco continúa. El Jubileo concluye el 20 de noviembre de 2016, solemnidad litúrgica de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo.

10.- Una puerta siempre abierta.

El día que comienza el Jubileo Francisco abrirá «la Puerta Santa» en la basílica de San Pedro. «Será en esta ocasión una Puerta de la Misericordia, por la que quien pase experimentará el amor de Dios que consuela». Sucesivamente se irán abriendo las Puertas Santas de las distintas basílicas romanas y de las catedrales o Iglesias mayores de las distintas diócesis de todo el orbe católico. «Todas las Iglesias particulares», escribe el Papa en la bula, «estarán directamente implicadas para vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual». La celebración del Jubileo tanto en Roma como en todas las otras comunidades católicas es «un signo visible de la comunión de toda la Iglesia».