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Francisco: «Para mí lavar los pies es una necesidad»

El Papa Francisco celebra la Cena del Señor con menores reclusos, muchos de ellos ateos. «Lo hago de corazón», explicó antes de arrodillarse ante ellos: «El gesto es una caricia de Jesús»

Francisco: «Para mí lavar los pies es una necesidad»
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Francisco ofició en la cárcel romana de menores de Casal del Marmo la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo, durante la cual lavó los pies a 12 jóvenes allí recluidos, entre ellos dos muchachas, una católica y otra musulmana.

Al Papa Francisco se le acumulan los momentos emotivos en este inicio de pontificado. Ayer volvió a vivir uno de estos instantes especiales tanto para él como para toda la Iglesia tras la misa de la Cena del Señor, que celebró en la cárcel de menores Casal del Marmo de Roma. Al término de la homilía se puso de rodillas y lavó los pies a doce de los jóvenes reclusos, que encarnaban idealmente a los doce apóstoles con quienes Jesucristo realizó este gesto en su última cena. Entre ellos había dos muchachas, una italiana y otra de Europa del Este. Los chicos habían sido elegidos no según su fe, sino para que representaran a todos los internos. Entre aquellos a los que el Papa lavó los pies había católicos, ortodoxos, no creyentes y musulmanes.

A diferencia de la inmensa mayoría de los actos públicos en que ha participado desde que fue elegido sucesor de Pedro el 13 de marzo, la misa en el centro Casal del Marmo no fue retransmitida en directo por la televisión. Según contaron a este diario fuentes vaticanas, Francisco quería que la ceremonia fuese íntima y sencilla y no deseaba que su encuentro con los jóvenes pudiese parecer un espectáculo en el que él se servía de los muchachos para lograr notoriedad.

Durante su homilía, el nuevo obispo de Roma recordó que fue Jesús quien lavó los pies a sus discípulos. San Pedro, contó, no entendió este gesto conmovedor, por lo que Cristo tuvo que explicárselo, diciéndole a los apóstoles: «¿Entendéis lo que he hecho por vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Si por tanto yo os lavo los pies a vosotros, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros», recordó los Evangelios el Pontífice. En el hecho de que el «más importante» realice esta acción hay un «símbolo» que muestra que «debe estar al servicio del prójimo». «Lavar los pies significa decir: estoy a tu servicio. ¿Y para nosotros, qué significa esto? Pues que debemos ayudarnos, ayudarnos los unos a los otros: esto es lo que Jesús nos enseña y lo que yo hago», comentó.

Gesto de corazón

Francisco dijo hacer este gesto «de corazón» y porque era «su deber». «Como sacerdote y como obispo debo estar a vuestro servicio. Pero es un deber que me viene del corazón: lo amo. Amo esto y amo hacerlo porque el Señor así me ha enseñado», aseguró. Luego instó a los 50 jóvenes presentes, que residen en el centro Casal del Marmo por los delitos que han cometido, a que «se ayuden siempre entre ellos». Con el auxilio mutuo lograrán «hacer el bien», les recordó.

En una homilía corta y sencilla, invitó a los muchachos a que, cuando les lavase los pies, pensasen: «¿Yo de verdad estoy dispuesto a servir y a ayudar al prójimo?». Les pidió el Papa que pensaran en ello y en que el gesto de lavar los pies era una «caricia que hacía Jesús», pues Cristo vino entre los hombres «precisamente para esto». «Él vino para servirnos, para ayudarnos», recordó Francisco a los participantes en la misa. Tras la Eucaristía el obispo de Roma saludó a los internos del centro Casal del Marmo y a las autoridades en el gimnasio de la institución, donde dejó antes de volver al Vaticano un par de mensajes de peso para los jóvenes. Les dijo que «no se dejen robar la esperanza» y que siguieran «siempre adelante con esperanza». En el centro penitenciario saludó además con afecto a los funcionarios y a las familias de los mismos.

«¡MADRE MÍA! EL PAPA ESTÁ AQUÍ»

Entre los 49 internos, que oscilan entre los 14 y 17 años, hay algunos con un currículum criminal que asustaría a un adulto. Asesinato, robo, tráfico de drogas... Algunos están enfermos de sida y otros son adictos a estupefacientes. «¡Madre mía! El Papa aquí. Pero, ¿es cierto?», comentaba Ciro, un napolitano que cumple allí condena. «Es una experiencia muy fuerte. La presencia del Santo Padre, sus palabras, la proximidad a estos chicos, su mirada de afecto, de amor, nos ha cautivado a todos y ha abierto su corazón al Señor», comentó el cardenal Agostino Vallini.

El detalle

Un delantal cosido por jóvenes

El Papa se revistió para el rito del lavatorio de los pies un delantal confeccionado por la Comunidad Villa San Francisco, del norte de Italia, que acoge a jóvenes con problemas familiares y personales, con hilos provenientes de Betania y Jericó, en Palestina. Las lecturas de la misa y las plegarias corrieron a cargo de los jóvenes. El Santo Padre concelebró con el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini; el capellán del reformatorio, Gaetano Greco, y el sustituto de la Secretaria de Estado («número tres» del Vaticano), Angelo Becciu. Los jóvenes regalaron a Francisco un crucifijo y un reclinatorio de madera, fabricados por ellos en el taller de artesanía de Casal del Marmo, mientras que el Papa les llevó los tradicionales huevos de Pascua y una paloma Pascual, los dulces que se comen en Italia durante estas fiestas. A la misa asistieron la ministra italiana de Justicia en funciones, Paola Severino, y la jefa del Departamento de Justicia de Menores, Caterina Chinnici.