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Gil Tamayo, un secretario general al estilo Francisco

La Conferencia Episcopal elige al sacerdote, periodista y colaborador de LA RAZÓN como rostro visible de la Iglesia española: «Dios ayudará», dice en un tuit

Francisco agradece personalmente a Gil Tamayo su trabajo durante el pasado cónclave
Francisco agradece personalmente a Gil Tamayo su trabajo durante el pasado cónclavelarazon

La Conferencia Episcopal elige al sacerdote, periodista y colaborador de LA RAZÓN como rostro visible de la Iglesia española: «Dios ayudará», dice en un tuit

El curso anterior alteró más de lo esperado la agenda de José María Gil Tamayo. La renuncia de Benedicto XVI le llevó a dejar su parroquia en Badajoz durante un mes para trasladarse a Roma, como portavoz de la Santa Sede en lengua castellana en el cónclave del que salió elegido el Papa Francisco. Como buen pastor, tenía la espinita clavada de haber dejado a su párroco y sus feligreses desatendidos. Se propuso para este curso moverse lo menos posible de la Iglesia de San Juan Bautista, una de las más populosas de la ciudad extremeña, para estar con los suyos. Pero los planes de Dios sorprenden cuando uno menos se lo espera y ayer por la mañana, una llamada del cardenal Rouco Varela dio un giro. Gil Tamayo había sido elegido nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal para los próximos años. Si a un lado del teléfono estaba el presidente del Episcopado, al otro, el sacerdote aceptaba el cargo junto a su madre. Los dos, en la parroquia. Ella rompió a llorar y él se puso a hacer las maletas, protagonizando un cambio de ciclo después de diez años al frente de la secretaría de Juan Antonio Martínez Camino.

Aunque el lunes por la tarde se dio a conocer la terna de candidatos, que completaron los obispos Ginés García Beltrán –titular de Guadix– y César Franco –auxiliar de Madrid–, lo mejor era permanecer como un día más en el templo. Y así fue. Mientras, a la Casa de la Iglesia llegaba su nombre y el del pastor de Guadix con el aval de al menos diez prelados. Tanto ellos como el auxiliar de Madrid obtenían el apoyo de la Comisión de Permanente para que ayer sus nombres fueran votados por el total de los obispos españoles reunidos en la Asamblea Plenaria. Lo que se planteaba como una votación de sondeo a primera hora de la mañana tras una oración por las víctimas del tifón «Yolanda» de Filipinas, se reveló como escrutinio definitivo. No hizo falta más vueltas: el periodista, colaborador de LA RAZÓN y editorialista de «L'Osservatore Romano», era elegido con 48 apoyos, de un total de 79 obispos que tenían derecho a voto. García Beltrán obtenía 17 y Franco, 12.

«Es una persona muy querida y conocida en esta casa», explicaba ayer Isidro Catela, director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal sobre aquel que fuera director del secretariado de la Comisión de Medios de Comunicación Social, de 1998 a 2011. «En 2001 fue quien me vino a buscar a Salamanca para traerme a Madrid y dirigir el programa de televisión «Testimonio». La cercanía y complicidad de Gil Tamayo es tal con quienes le conocen que no dudó en comentarle a Catela que uno de sus primeros deseos era decirles a los obispos que «Dios les perdone por lo que han hecho».

Un pastor cercano

Hoy Gil Tamayo regresará a la calle Añastro como secretario general del organismos que aglutina a los obispos españoles, un puesto que exige, además de ser el enlace entre las diócesis, mantener vivas las relaciones con los Episcopados del planeta, y deberá poner en marcha junto a los prelados las pautas marcadas el pasado lunes por el Nuncio de Su Santidad, Renzo Fratini, que trasladó el deseo del Papa Francisco de crear «un camino nuevo en la caridad, entre todos los agentes que colaboran en la acción pastoral» animado por «pastores, cercanos a la gente, que amen la pobreza, la simplicidad y austeridad de vida», unas máximas que José María lleva a lo cotidiano.

El sacerdote será además el rostro visible de la Iglesia española ante los medios de comunicación, un campo allanado en tanto que conoce de primera mano a los periodistas de información religiosa y que viene avalado por su eficaz gestión en Roma. Su impronta de apostar por una Iglesia que no permanece callada, sino que comunica lo lleva en la sangre. Prueba de ello no es sólo que fuera uno de los impulsores de la agencia española de noticias misioneras OMPress o que colaborara en la trastienda comunicativa de la JMJ de Madrid, sino que ayer quiso estrenarse en sus funciones con un tuit: «Os agradezco vuestras oraciones y felicitaciones por este difícil encargo que me han encomendado los obispos españoles. ¡Dios ayudará!». «Él tendrá que decidir si decide asumir la portavocía como una más de sus funciones o decide desdoblarlo. La secretaría exige mucho trabajo, no sólo de comunicativa. Entre sus funciones tiene esa competencia y de esta manera tendrá que plantear su proyecto a los obispos», matizó Catela, consciente de que el nuevo secretario también tiene entre manos su tesis doctoral.

Gil Tamayo se instala pues en Madrid. Y en Badajoz le echan ya de menos. Quienes fueron sus alumnos, aquellos que le tuvieron como párroco en la comarca de La Serena y sus actuales feligreses. «Se caracteriza por su cordialidad y disponibilidad; además, se ha movido siempre bien en los ambientes oficiales», apunta el que hasta ayer era su jefe más directo, Emilio Rodríguez Benítez, párroco de San Juan Bautista, poco después de desayunar juntos.

Hace justo un mes que José María hacía un minucioso examen del inicio de Pontificado de Francisco en LA RAZÓN subrayando que, «gracias al Espíritu Santo que le asiste, al Papa no le faltan ni lucidez y astucia evangélica, además de un magnífico sentido común y un inmenso amor a Cristo y a la Iglesia, a los que se une una gran humanidad que se muestra –como no podía ser de otra manera en un Pastor de la Iglesia– en un apasionado amor a los más pobres y desvalidos». El nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal podría presumir, aunque no lo haga, de haber seguido su ejemplo.