Catolicismo

Juan J. Aguirre: «Si no es el Papa el que arregla este avispero, no podrá hacerlo nadie»

El Obispo de Bangassou lleva 35 años dando la vida por los demás en República Centroafricana.. Ha viajado durante cuatro días en un camión para ver a Francisco.

Juan J. Aguirre: «Si no es el Papa el que arregla este avispero, no podrá hacerlo nadie»
Juan J. Aguirre: «Si no es el Papa el que arregla este avispero, no podrá hacerlo nadie»larazon

El Obispo de Bangassou lleva 35 años dando la vida por los demás en República Centroafricana. Ha viajado durante cuatro días en un camión para ver a Francisco.

Juan José Aguirre lleva 35 años en República Centroafricana, 18 de ellos como obispo. Y siempre ha hecho lo mismo: estar con su pueblo, sentarse con él, contar sus lágrimas y compartir su vida. Ahora, con ese mismo pueblo, ha viajado a Bangui para ver al Papa Francisco, del que espera un mensaje que ayude a pacificar un país que vive en clima de guerra civil. «Si no lo consigue el Papa, nadie lo hará».

–¿Cómo están viviendo las horas previas a la visita?

–Con una euforia digna de la visita y del personaje. Hay una alegría muy grande en el ambiente porque es un gran honor que nos visite. Cada comisión sabe lo que tiene que hacer. La delegación de Bangassou –tres coches y un camión– llegó el miércoles después de cuatro días de viaje, de 750 kilómetros a una media de 20 a la hora, de atravesar unas 20 barreras de milicianos armados e intransigentes... todo con tal de llegar a Bangui y ver al Papa. En una parte de la ciudad, la más caliente, no dejan de disparar y de quemar casas. Ha sido acordonada. Todos piensan: si no es el Papa quien nos enseñe a poner paz en este avispero, a arreglarlo, no lo hará ni podrá hacerlo nadie. Es la esperanza del pueblo.

–¿Qué se va a encontrar?

–Hay mucha ilusión y mucha violencia. Grupos armados merodean incluso aunque sus jefes les han pedido que estén quietos. Al final, la cordura se impondrá y viviremos la visita en paz. Francisco sabe bien hasta dónde asumir riesgos.

–Entonces, hay riesgo...

–Hay riesgo. Las bombas y los asesinatos no han parado ni siquiera en estos últimos días. En el último mes, han muerto de forma violenta más de 120 personas; otras 300 han sido heridas y otras miles han perdido sus bienes, sus casas, sus seguridades y han huido a un campo de desplazados que el Papa visitará. Otros 400.000 centroafricanos viven en campos en las frontera con Chad y Camerún, la mayoría musulmanes. El riesgo ahora es compartido, porque también en Europa hay atentados feroces. Creo que el Papa y sus colaboradores han sopesado muy bien el riesgo. La alegría de recibir al Papa es tan grande que suspender habría sido un palo terrible, una desilusión inimaginable. El riesgo será mayor para los miles de fieles que se juntarán para oír la voz del Papa. Mi gente de Bangassou trae un botecito para recoger la tierra que haya sido pisada por el Papa y para llevarla a sus parroquias y que los que no han venido puedan tocar y santiguarse con ella como remisión de pecados y de enfermedades. ¡Religión popular!

–¿Ayudará el Papa a visibilizar a nivel internacional el conflicto que vive el país?

–Creo que su presencia iluminará la realidad que vive Centroáfrica desde hace años, una guerra civil a pedazos. La ciudad de Bangui está fragmentada, hay líneas rojas que los violentos musulmanes y no musulmanes han puesto para defenderse de una espiral de violencias que ha azotado Bangui desde hace meses. Pero hay la secreta certeza que las palabras y los gestos del Santo Padre nos van a ayudar a salir de este avispero.

–¿Cómo es la Iglesia que va a conocer el Pontífice?

–Una Iglesia que ha gritado siempre por la reconciliación. Ha defendido que con la guerra no se llega a nada; con la paz, sí. Una Iglesia que defiende la tolerancia, el perdón, la paz. Durante todo el año 2015 estos mensajes han caído en saco roto. Miles de musulmanes están de acuerdo. Pero los grupos radicales pagados y armados por países ajenos han boicoteado cualquier espíritu de reconciliación y metido el país en una espiral de violencias, agresiones, atentados contra las personas y crímenes que quedan impunes.