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El Papa y Obama se alían contra el cambio climático

El presidente de EEUU, Barack Obama; su esposa, Michelle, y el Papa Francisco saludan desde el balcón de la Casa Blanca
El presidente de EEUU, Barack Obama; su esposa, Michelle, y el Papa Francisco saludan desde el balcón de la Casa Blancalarazon

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, destacó hoy en su recibimiento al Papa Francisco en la Casa Blanca su mensaje de que hay que practicar la misericordia con los refugiados y los inmigrantes.

Fue el encuentro de las primeras veces: primer Papa latinoamericano, primer viaje a Estados Unidos, primer presidente de este país de raza negra... Francisco y Barack Obama mostraron ayer una gran sintonía en los discursos que realizaron en los jardines de la Casa Blanca ante más de 10.000 personas antes de reunirse de forma privada en el Despacho Oval durante unos 40 minutos. Ambos coincidieron en la necesidad de luchar contra el cambio climático para proteger el medio ambiente, reconocieron el valor de los inmigrantes y exaltaron la contribución de los católicos en la construcción de la sociedad estadounidense.

Celebraron, además, el nuevo entendimiento abierto en las relaciones entre Washington y La Habana, en el que ha tenido mucho que decir el Papa, pues ejerció de mediador entre ambos gobiernos. Sólo hubo un punto de confrontación entre los dos líderes: el respeto a la libertad religiosa. La Iglesia católica estadounidense la considera amenazada por las políticas de la Casa Blanca respecto al aborto, los anticonceptivos o las uniones entre personas del mismo sexo.

«Le damos las gracias por su inconmensurable apoyo para nuestro nuevo inicio con el pueblo cubano», dijo Obama, para quien el escenario abierto a partir del pasado mes de diciembre auspicia una «vida mejor» para los cubanos y una mayor «cooperación» entre las dos naciones. Sin citar a Cuba, el Papa se refirió a este país al hablar de los «pasos positivos» que se habían dado «en el camino de la reconciliación, la justicia y la libertad». Estos progresos llegaron gracias a «los esfuerzos realizados recientemente para reparar relaciones rotas y abrir nuevas puertas a la cooperación dentro de nuestra familia humana».

Obama y Francisco intercambiaron cumplidos y respaldos mutuos, haciendo gala de una gran sintonía. El presidente demócrata consideró a Bergoglio un «ejemplo» de las enseñanzas de Jesús, un líder «cuya autoridad moral no sólo viene de las palabras, sino también de los hechos». Su pontificado está siendo «un gran regalo de esperanza» para el pueblo estadounidense. El Papa mostró sus ganas de agradar hasta en el idioma que utilizó durante su discurso delante de la Casa Blanca. Habló en inglés, una lengua que no domina y que ha intentado mejorar en los últimos meses.

En su alocución, con un marcado carácter político, Francisco hizo un llamamiento para combatir el cambio climático, ofreciendo así un apoyo claro a las decisiones de Obama en este campo. La oposición republicana y parte del tejido industrial del país critican al presidente por estas políticas. «Me complace que usted haya propuesto una iniciativa para reducir la contaminación atmosférica», dijo el Papa, asegurando que también a él le resulta «evidente» que la solución al cambio climático «no se puede dejar a la próxima generación». La Casa Blanca agradeció las «amables palabras» del obispo de Roma sobre este asunto.

Para el Papa, nos encontramos en un «momento crítico de la historia», aunque la situación no es aún irreversible: «Tenemos tiempo para hacer los cambios necesarios para lograr un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar», dijo, citando su encíclica «Laudato si’». Obama le dio las gracias por recordar a todas las personas que tienen «la sagrada obligación de proteger» el planeta. «Apoyamos su llamada a los líderes mundiales de que debemos apoyar a las comunidades más vulnerables al cambio climático y preservar nuestro precioso mundo para las generaciones futuras», dijo.

La lucha contra el cambio climático va para Francisco unida a la mejora de las condiciones de vida de los «excluidos». Para ilustrar su posición echó mano de una de las grandes conciencias de la historia estadounidense, Martin Luther King. «Podríamos decir que hemos incumplido un pagaré y ahora es el momento de saldarlo», dijo, citando a este pastor protestante y activista por los derechos civiles asesinado.

Otro de los grandes puntos de conexión entre Obama y Bergoglio fue en sus formas de concebir la inmigración. Francisco se presentó «como hijo de una familia de inmigrantes», diciendo que le alegraba estar en un país «construido en gran parte por tales familias». El presidente estadounidense, por su parte, abordó este tema celebrando que Francisco recordase al mundo que la misericordia es el mensaje «más fuerte de Dios». «Y eso significa darle la bienvenida a los extranjeros con empatía y un corazón verdaderamente abierto», comentó, recibiendo aplausos de los asistentes. Entre esos extranjeros citó a los refugiados que «huyen de la guerra» y a los inmigrantes «que dejan su casa buscando una vida mejor». «Usted nos recuerda los costes de la guerra, particularmente entre los débiles e indefensos, y nos apremia hacia un imperativo de paz», aseguró Obama.

Entre los discursos del presidente de la principal potencia y del líder espiritual más influyente que tiene hoy el mundo sólo hubo un punto en el que fallaba la sintonía: la situación de la libertad religiosa en Estados Unidos. Al hablar de ella y subrayar que «la libertad sigue siendo una de las riquezas más preciadas de este país», el Papa recordó a los obispos estadounidenses, quienes mantienen una relación con Obama mucho menos idílica. «Todos estamos llamados a estar vigilantes, como buenos ciudadanos, para preservar y defender esa libertad de todo lo que pudiera ponerla en peligro o comprometerla», dijo Francisco. Respaldaba así las protestas de los prelados ante algunas leyes estadounidenses, como la que obligaría a practicar abortos y ofrecer métodos anticonceptivos en los hospitales y centros médicos de la Iglesia.

Obama prefirió mirar hacia fuera de sus fronteras al hablar de la libertad religiosa, que según dijo, tanto «estimaba» su país. «En el mundo en este momento hay hijos de Dios, incluidos cristianos, que son asesinados por su fe. Encarcelan a los creyentes y destruyen las iglesias. Defendemos la libertad religiosa y el diálogo interreligioso», comentó.

Sí que hubo una misma longitud de onda entre ambos al hablar de la contribución de la Iglesia en EE UU. Los católicos, declaró el Papa, «están comprometidos con la construcción de una sociedad tolerante e incluyente». Obama aplaudió el papel de la comunidad cristiana para «hacer más fuerte» tanto su país como «todo el mundo». En particular celebró su trabajo contra la pobreza y para «romper las cadenas de la violencia y la opresión».