El pontificado de Francisco

¿Pueden los casados ser sacerdotes?

El papa Francisco charla con los periodistas durante el vuelo que salió desde Lima con destino a Roma
El papa Francisco charla con los periodistas durante el vuelo que salió desde Lima con destino a Romalarazon

El prefecto para la ordenación del Clero reabre la posibilidad de que los «Viri Probati» –hombres de avanzada edad, fe madura y con esposa–, puedan ejercer algunas funciones ministeriales ante la falta de vocaciones.

Coincidiendo con el fin del viaje del Papa Francisco a Perú, donde el Pontífice pudo visitar a los indígenas de los pueblos de la Amazonía, ha salido de nuevo a la palestra la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados para suplir la falta de vocaciones en determinadas regiones, como ocurre con especial gravedad en esta extensa zona de Latinoamérica. El prefecto para la Congregación del Clero, el cardenal Beniamino Stella, abrió la puerta a estudiar «de manera cuidadosa» la posibilidad de admitir al orden sagrado del sacerdocio a los «viri probati» –hombres casados, de avanzada edad y fe madura–, en una entrevista incluida en el libro «Todos los hombres de Francisco» (San Pablo), que ayer salió a la venta. «Aquí el acento no está en los ‘‘viri probati’’ individuales que se ordenan, si no en la madurez y responsabilidad de la comunidad cristiana, de la cual podrían surgir algunos ancianos que, una vez hubieran recibido la ordenación, se ocuparían de garantizar la celebración eucarística, el sacramento de la confesión y el de la unción de enfermos», precisó Stella.

Pero este no es un tema nuevo. Francisco habló de esta posibilidad en 2014 al referirse a la falta de vocaciones y en 2015 dio un paso más en esta dirección al comunicar que en el Sínodo de los Obispos de 2019 sobre la Panamazonía se podrían buscar «nuevos caminos para la evangelización del Pueblo de Dios, especialmente a los indígenas, a menudo olvidados». Esas palabras hicieron pensar al episcopado peruano que en este viaje a la Amazonía peruana, Bergoglio se anticiparía a la asamblea sinodal y anunciaría nuevas alternativas ministeriales ante la escasez de presbíteros y misioneros en esta región.

En todo caso, habrá que esperar al Sínodo de octubre de 2019 para ver si se produce el anuncio. Pero lo que es innegable es que al Vaticano le preocupa el «olvido» de la selva amazónica. Los esfuerzos realizados hasta ahora para atender una región tan extensa, ancestral, con tanta variedad de etnias y culturas, no han sido suficientes. Además de la falta de misioneros, los obispos sinodales tendrán que tener en consideración otro desafío, como es el hecho de que el 70% de las comunidades que allí habitan no tienen acceso a la misa dominical, como puso de relieve el director brasileño de Obras Misionales Pontificias, Mauricio da Silva, a la revista «Vida Nueva».

Pero hay más. El misionero idente Ricardo Bachiller lleva 40 años predicando el evangelio en América Latina, incluida la zona de Bolivia que comprende la Panamazonía. Desde su experiencia, explica a LA RAZÓN que abordar la falta de vocaciones entre la población indígena es una tarea difícil. «Ante todo debo decir que son muy respetuosos, pero debe tenerse en cuenta que en el pasado se ha hecho una evangelización muy impositiva, sin respetar sus creencias, lo cual ha hecho que ellos se sientan invadidos por otra cultura». Ante la incipiente necesidad de fomentar las vocaciones locales –será otro de los temas a tratar en el Sínodo– Bachiller explica las aristas del asunto: «Son personas con una cosmovisión muy cercana a la Tierra, están muy apegados a la parte más existencial y para ellos el valor de la continuidad de la estirpe es sagrado. Es difícil hablarles de celibato porque para ellos no es un valor. Tienen su propia manera de asumir la religiosidad, pero aceptan y escuchan si vas con buenas intenciones».

Por ello, este misionero idente valora de forma positiva que se estudie ordenar sacerdotes a hombres casados para que puedan, por ejemplo, evangelizar y celebrar la Eucaristía. Ahora bien, tiene sus dudas con respecto a otras funciones de las que hablaba el cardenal Stella que podrían ser atribuidas a los «viri probati», como el sacramento de la confesión: «Cualquier hombre de fe puede evangelizar, no necesita un doctorado, otra cosa es el sacramento de la reconciliación... eso no es cualquier cosa, entran en juego aspectos éticos y morales para los que se necesita una formación», precisa.

El celibato, como dijo el propio Francisco, «es una regla de vida, no un dogma de fe, por lo que la puerta está abierta». Aunque, de momento, esta «puerta abierta» sólo se estudiaría para ciertas regiones, como la Panamazónica o las islas del Pacífico.

En la Iglesia católica ya hay curas casados, como los católicos griegos y los coptos. Pero, por ahora, el Derecho Canónico no lo contempla. Si un sacerdote quiere diferir de la norma de celibato y contraer matrimonio, la Santa Sede le daría una dispensa para cesarle de sus órdenes ministeriales, si bien entraría en un estado laical sin perder la comunión con la Iglesia.