Papa

«Que su ejemplo y testimonio permanezcan siempre vivos»

Diez años de la muerte de Juan Pablo II. El Papa Francisco recuerda su extraordinaria figura cuando va a cumplirse un año de que fuera canonizado

Juan Pablo II durante una visita a Madagascar el 29 de abril de 1989
Juan Pablo II durante una visita a Madagascar el 29 de abril de 1989larazon

«Mañana se cumple el décimo aniversario de la muerte de San Juan Pablo II. Lo recordamos como gran Testigo de Cristo sufriente, muerto y resucitado pidiéndole que interceda por nosotros, por las familias y la Iglesia, para que la luz de la resurrección resplandezca sobre todas las sombras de nuestra vida y nos llene de alegría y paz ¡Alabado sea Jesucristo!». Con estas palabras, el Papa Francisco recordó ayer a su precesor polaco –que canonizó el 27 de abril del año pasado junto a Juan XXIII– ante el décimo aniversario de su fallecimiento. También le mencionó en las palabras que dirigió a jóvenes, enfermos y recien casados para pedirles que «su ejemplo y testimonio permanezcan siempre vivos entre nosotros».

Diez años ya desde aquel 2 de abril de 2005, cuando a las 21:37 fallecía el Pontífice que había permanecido en la sede de Pedro durante casi 27 años y que había superado el centenar de viajes. Un Papa que marcó a una generación entera de jóvenes con la institución de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Así recuerda aquella jornada el cardenal Stanislaw Rylko, hoy presidente del Pontificio Consejo para los Laicos y uno de los colaboradores cercanos de Wojtyla, en el diario italiano «Avvenire»: «En aquel momento, estaba allí, en el apartamento del Santo Padre. Poco antes, sobre las ocho de la tarde, habíamos celebrado la Eucaristía en su habitación: la última Eucaristía de San Juan Pablo II en este tierra. No podré olvidar aquel momento, que guardo en mi corazón, y el silencio orante que lo siguió».

Luego llegaría la comunicación del cardenal Leonardo Sandri ante los fieles congregados en la Plaza de San Pedro: «Queridísimos hermanos y hermanas: a las 21.37 nuestro amadísimo Santo Padre Juan Pablo II ha regresado a la Casa del Padre. Recemos por él». Según apunta Rylko en la citada entrevista, «aquella tarde, en la Plaza de San Pedro, se dieron cita católicos y no creyentes, para los que el Papa se había convertido en un punto de referencia común». «Su extraordinario magisterio hace que sea un don providencial para la Iglesia y una brújula segura para la Iglesia de nuestro tiempo, llamada a anunciar el Evangelio en un mundo marcado por una profunda crisis de Dios y, en consencuencia, por una crisis del hombre».

Ahora, diez años depués, la Iglesia está a punto de embarcarse en el Año Santo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco. Coincidencia o no, San Juan Pablo II fue el Papa que instituyó la celebración de la Divina Misericordia –falleció en la víspera de esta festividad que se celebra el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección–, escribió una encíclica sobre este aspecto fundamental de la vida cristiana y fue arzobispo de Cracovia, ciudad donde inauguró un Santuario dedicado a Jesús Misericordioso, y que acogerá en verano de 2016 una nueva edición de la Jornada Mundial de la Juventud. «Creo que, en vista del futuro Año Santo extraordinario de la misericordia, vale la pena recordar esta gran intuición y consigna del Papa Wojtyla». A este mensaje hay que añadir el de la familia, muy presente hoy en la Iglesia, a las puertas de un sínodo de obispos en octubre. De hecho, Francisco le definió como «el Papa de la Familia».