Ciudad del Vaticano

Siete días para ultimar la reforma de la Curia

El Papa Francisco afronta una importante semana.
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La semana que comienza es determinante en la reorganización de la Curia romana que prepara el Papa Francisco. Encarrilado ya el asunto de la economía con la creación de un nuevo “ministerio” dedicado a este campo, ha llegado la hora de reformar la Santa Sede para fusionar algunos dicasterios, conseguir organismos más ágiles y mejorar el servicio que se presta desde Roma a las Iglesias locales.

Todos estos temas serán tratados en los tres días de reuniones que mantendrán desde hoy y hasta el miércoles los miembros del Consejo de cardenales, el llamado C-9, formado por el secretario de Estado, Pietro Parolin, y otros ocho purpurados provenientes de distintas partes del orbe católico. Este grupo de trabajo, liderado por el hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, ultimará en estas jornadas un documento con su propuesta de reorganización de la Curia romana. El proyecto será debatido luego junto a los otros miembros del Colegio Cardenalicio el jueves y el viernes en el consistorio convocado por el Papa para que todos puedan opinar y hacer sus aportaciones sobre la reforma.

Esta semana de importancia sustantiva para la comunidad cristiana continúa el sábado con el consistorio en el que el Pontífice creará 20 nuevos cardenales, 15 de ellos con menos de 80 años y, por tanto, con derecho a participar en un eventual cónclave. Entre los nuevos “príncipes de la Iglesia” está Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española. Hay además otro eclesiástico nacido en nuestro país: el agustino recoleto José Luis Lacunza, obispo de la diócesis panameña de David desde 1999. El Gobierno español estará representado en la ceremonia del sábado por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García Margallo, y el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

El consistorio sigue el propósito de Francisco de internacionalizar el Colegio Cardenalicio y dar más representatividad a las comunidades eclesiásticas de la periferia. De hecho, algunos de los nuevos purpurados provienen de lugares tan alejados de los núcleos de poder habituales en la Iglesia católica como Tonga, Cabo Verde, Tailandia, Birmania, Vietnam, Etiopía, Nueva Zelanda o Mozambique. Destaca, en cambio, que sólo uno de los 15 nuevos purpurados electores pertenezca a la Curia romana. El consistorio concluye el domingo con la celebración de una solemne misa en la basílica de San Pedro del Vaticano.

Un cardenal que accede a hablar con el periodista sólo si su nombre no será publicado cuenta que más allá de reorganizar los organismos de la Curia, lo que realmente hace falta en Roma es “un cambio de mentalidad”. “Hay que conseguir que las personas actúen de otra manera, no movidas por la ambición ni por el afán de hacer carrera. No pueden pensar que si están aquí un tiempo van a conseguir que les impongan la birreta cardenalicia o les van a acabar poniendo al frente de un dicasterio”, dice. Otro alto cargo de la Santa Sede que también quiere permanecer en el anonimato espera que la reforma de Francisco acabe con las llamadas “cordadas”. “Ocurre sobre todo con los italianos. Son grupos de eclesiásticos que provienen de las mismas diócesis y que se van ayudando los unos a los otros para favorecer los nombramientos de sus amigos. Van escalando puestos en la Curia y tirando de los otros miembros de la cordada. Hacen como los alpinistas”.

En opinión del cardenal entrevistado, habría que imponer un máximo de cinco años para el período en que puede trabajarse en la Santa Sede. “Vienes cinco años de tu diócesis o congregación religiosa y luego te vas. Así enriqueces a la Iglesia universal con tu experiencia en la Iglesia local y, a tu vuelta, enriqueces a ésta con lo que has aprendido en tus años en Roma”, propone. Otra idea que se va a debatir durante el consistorio es la convocatoria periódica de reuniones en las que participen los dirigentes de todos las Congregaciones y Pontificios Consejos del Vaticano. Sería una suerte de Consejo de ministros. “Resultaría muy útil para saber lo que están haciendo otros organismos de la Santa Sede y aunar esfuerzos. Hay veces en los que no se sabe casi nada de lo que se está haciendo en otros dicasterios”, dice el purpurado. También hay quien va a plantear la necesidad de que los “ministros” vaticanos tengan encuentros cada cierto tiempo con el Papa fijados de antemano para informarle de su labor, sin necesidad de pasar por la Secretaría de Estado.

Las reformas no estarán completadas antes del año que viene, como anunció Maradiaga. Hay quien piensa que los tiempos pueden ser incluso más largos y recuerda que Pablo VI tardó cuatro años en poner en marcha la reorganización de la Curia que tenía en mente.