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El Vall d’Hebron realiza su segundo trasplante de cara

La operación duró más de 27 horas e incluía la extirpación de un tumor y la reparación completa del rostro

Segundo trasplante de cara en el Vall d´Hebron
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El Hospital Universitario Vall d’Hebron llevó a cabo el pasado mes de febrero el segundo trasplante de cara, en el que se recontruyeron los dos tercios inferiores del rostro, el cuello, la boca, la lengua y la faringe a un paciente que sufría desde hacía 20 años una malformación masiva arteriovenosa que le había provocado una deformación progresiva de la cara.

Un equipo multidisciplinar, intregado por 45 profesionales de diferentes servicios del hospital, llevó a cabo la intervención, de alta complejidad y que duró cerca de 27 horas. Tal y como recordó ayer en rueda de prensa el doctor Joan Pere Barret, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados que dirigió el equipo durante la operación, «el paciente había sido valorado en diferentes hospitales internacionales, donde se consideró inoperable por el elevado riesgo de hemorragia masiva durante la intervención, ya que estos centros no cuentan con programas de transplante de cara».

De hecho, ésta es la primera extirpación completa y reparación con trasplante de cara, una cirugía de alta complejidad que no se había realizado jamás. Pero la situación que vivía el paciente, con constantes y cada vez mayores hemorragias que ponían en riesgo su vida, hasta el punto de que con anterioridad a la intervención se sometió a múltiples operaciones paliativas en otros centros, no presentaba más alternativa que la de intervenir.

Las malformaciones vasculares como las que padecía este paciente, un español de 45 años, «suelen ser una patología que tenemos desde que nacemos y que en un momento dado empieza a dar problemas y a sangrar», explicó Barret, quien indicó que «se comporta como un tumor maligno». En cualquier caso, el paciente a día de hoy ya está dado de alta, aunque debe realizar rehabilitación para recuperar el habla y la deglución y debe someterse a un tratamiento de inmunosupresión para evitar el rechazo de los tejidos. «Está muy satisfecho y cuando se mira al espejo se reconoce», señaló ayer el doctor Barret.

«Todos los problemas del enfermo han quedado resueltos, pero le queda aún un largo camino de rehabilitación», recordó el galeno, quien además advirtió que «como en todos los trasplantes de tejidos blandos, existe un 85% de que se produzca, como mínimo, un rechazo agudo en los primeros seis meses». En ese caso, la complicación no reviste gravedad puesto que «el rechazo es fácilmente controlable con corticoides».

Con éste ya son dos los trasplantes de cara que ha realizado, y ambos con éxito, el equipo médico del Hospital Vall d’Hebron. El primero, que fue el pionero en el mundo, ya que con anterioridad sólo se había realizado un transplante parcial en 2009, se llevó a cabo en 2010. El paciente en aquella ocasión sufría una deformidad grave en la cara por un traumatismo, que le provocaba graves problemas funcionales.

Una vida normal

A día de hoy, Óscar, que es como se llama el paciente, lleva una vida normal y en el Hospital Vall d’Hebron hay otro candidato a trasplante de cara con búsqueda activada. Este centro médico es uno de los principales referentes en cuanto a este tipo de trasplantes, de los que en España sólo se han realizado cuatro y unos 35 a nivel mundial. De hecho, sólo existen siete hospitales con un prograna de trasplante de cara y uno de ellos es el de la Vall d’Hebron.

Otros casos

Complicación de la radioterapia

El primer trasplante de cara en España se llevó a cabo en el hospital La Fe de Valencia en 2009 a un varón de 45 años. A su vez, fue la primera vez que se realizaba un trasplante de mandíbula, lengua y parte inferior de la cara, que el paciente había perdido como consecuencia de la complicación de la radioterapia recibida para un tumor.

Resultado de una enfermedad congénita

El hospital Virgen del Rocío de Sevilla también puede considerarse pionero en este tipo de intervenciones, ya que en 2010 llevó a cabo la segunda que se realizaba en España. El paciente, Rafael, sufría una enfermedad congénita que le había ido desfigurando poco a poco.