Estados Unidos

Últimas armas para la destrucción de superbacterias

Las bacterias se hacen fuertes aumentando su resistencia a los antibióticos, la edición de los genes y los virus bacteriófagos son las nuevas formas de combatirlas

Últimas armas para la destrucción de superbacterias
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La lucha contra las superbacterias, que no responden al tratamiento con antibióticos, es una batalla por la supervivencia que enfrenta a dos especies: humanos contra agentes infecciosos. Esa batalla está detrás de algunas de las peores enfermedades conocidas en la historia: neumonía, tuberculosis y peste. Los investigadores intentan ir un paso por delante de las bacterias, pero la batalla está lejos de terminar. Así lo explica Mark C. Fishman, presidente de los Institutos Novartis para la Investigación Biomédica (NIBR): «La humanidad asestó un golpe tremendo a las bacterias hace unos cien años con la invención de los antibióticos. Desde entonces, la ciencia nos ha ido proporcionando un arsenal que incluye otras familias de antibióticos, como los betalactámicos, aminoglucósidos, tetraciclinas y carbapenémicos, entre otros».

Adversario

Desgraciadamente –añadía en un reciente encuentro científico celebrado en Basilea (Suiza)– las bacterias han demostrado ser un adversario al que no le falta determinación, y ha ido desarrollando resistencia a muchos de estos tratamientos. Las infecciones causadas por bacterias resistentes, también conocidas como superbacterias, son cada vez más, y se han convertido en uno de los retos más importantes para los sistemas sanitarios.

¿Cómo se hacen las bacterias resistentes a los antibióticos? Hay diversos cambios genéticos que les permiten dar esquinazo a estos medicamentos. Algunas bacterias pueden transmitir sus mecanismos de resistencia a otras e incluso ser portadoras de virus que almacenan los genes resistentes y los transportan extendiendo su capacidad de sobrevivir a los medicamentos. Los NIBR y otras organizaciones dedicadas a la investigación llevan años diseccionando los mecanismos que utilizan las superbacterias para evitar el efecto de los fármacos. La división de enfermedades infecciosas de los NIBR en Emeryville (California, Estados Unidos) cuenta con un equipo dedicado al descubrimiento de nuevos antibióticos específicamente diseñados para acabar con las bacterias gram negativas, un subtipo especialmente difícil de tratar, con una membrana que funciona a modo de escudo frente a los tratamientos.

Los científicos de los NIBR buscan nuevas formas de penetrar en esa membrana y destruir los mecanismos de resistencia en el interior de las bacterias. Entre otras cosas, estudian los genomas de las bacterias para entender cómo eluden la acción de los antibióticos, en busca de puntos débiles que abran la puerta al descubrimiento de nuevos antibióticos. «Entre las nuevas y, en cierto modo provocativas, tendencias en la investigación, está la edición de los genes para evitar las infecciones. Es algo que se hace constantemente en modelos animales. El problema es que las ediciones son permanentes y eso tiene implicaciones éticas que complican su aplicación en humanos. En todo caso, la herramienta, conocida como sistema CRISPR/Cas, ya está disponible, habrá que reflexionar sobre cómo podremos aplicarla», razonaba Fishman.

Investigadores de la Universidad de Tel Aviv (Israel) publicaban recientemente en la revista científica PNAS un estudio sobre un sistema que «bombardea» las bacterias resistentes, previamente seleccionadas, mientras que no ejerce efecto alguno sobre las que sí responden a los antibióticos. Este trabajo se ha basado en el empleo de virus conocidos como bacteriófagos (o fagos), que transfieren el ADN editado a las bacterias resistentes para acabar con ellas a la vez que incrementa la vulnerabilidad de las demás a los antibióticos. Según los investigadores, si el sistema se aplica a los agentes infecciosos presentes en las superficies de los hospitales y el propio personal sanitario, podría suponer un cambio de rumbo definitivo en la batalla contra las infecciones bacterianas. El director del estudio considera que el desarrollo de esta estrategia permitirá elegir combinaciones de fagos portadores de ADN que lleven el arsenal hasta las bacterias resistentes con una eficacia sin precedentes.