Madrid

San Sebastián, corneado en plena resaca Goyesca

Leonardo San Sebastián fue cogido y herido por el sexto de la tarde, ayer en Las Ventas
Leonardo San Sebastián fue cogido y herido por el sexto de la tarde, ayer en Las Ventaslarazon

Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Carriquiri, bien presentados y hondos, aunque desiguales. 1º y 2º, parados y descastados; 3º, con movilidad pero incierto en el viaje; el 4º, aplomado y sin recorrido; 5º, sin raza y 6º, noble y repetidor. Casi un tercio.

Curro Díaz, de verde manzana y oro, dos pinchazos, estocada desprendida (saludos); buena estocada (saludos); bajonazo (silencio).

Sergio Aguilar, de lila y azabache, estocada trasera, cuatro descabellos, aviso (silencio); media estocada (saludos).

Leonardo San Sebastián,, que confirmó alternativa, de sangre de toro y oro, pinchazo, estocada corta, descabello (silencio); herido en el sexto.

Parte médico: cornada muslo derecho de dos trayectorias: 25 y 15 cm. Pronóstico grave.

Con la resaca de esa serpenteante montaña rusa de emociones de la Goyesca aún bien fresca en la retina, 24 horas después, otro torero al hule en Madrid. El sexto barrió con los cuartos traseros a Leonardo San Sebastián y en la cara del toro, a merced, el precioso berrendo en colorado hizo carne. Certero, lo levantó. Ensañado, le rebañó otra cornada. Duro trance. Más, si llevas seis años de alternativa esperando el gran día. Confirmar en La Meca del toreo. Su primer paseíllo. Ni siquiera tuvo opción al debut como novillero. Tanto esperar para llegar a predicar en el desierto. «Jaboncillo I», el de la ceremonia, fue como pegarse con un muro. Frío de salida y tardo siempre a los cites, no hizo honor a su sangre Núñez en la muleta, descastado y sin raza. Faena sin contenido del vasco. Antes de la cogida, tampoco lo tuvo el tibio trasteo al sexto. Noble y repetidor, el único potable del encierro.

Curro Díaz ganó terreno en el tercio para templar tres buenas verónicas y la media en el saludo al segundo, otro toro que se pensó mucho acudir a los engaños. De hecho, después de un precioso comienzo de faena con trincheras marca de la casa, de bellísimo trazo, se paró espectacularmente. Aplomado, sin clase ni entrega, no permitió al jiennense grandes alegrías en una faena casi al completo sobre la mano izquierda. Más de lo mismo en el colorado cuarto. Otro yunque inamovible. Lo intentó Curro, pero ni dejando la pañosa en el hocico tomaba el engaño. Muy relajado, le robó algún natural estimable suelto. Cálida suavidad en pleno Ártico. Lo mejor, el fenomenal estoconazo de efecto fulminante con el que lo despenó. Actitud sin colaboradores.

Sergio Aguilar nos teletransportó por unos segundos a agosto de 2010. Bilbao. La arena negra de El Bocho. Y aquella espeluznante cornada en su cuello. Sin aliento ayer de nuevo. Se dejó crudito al tercero -repitió estrategia en el quinto- y tuvo más movilidad que el resto de marmolillos de Carriquiri. Le citó en los medios y acudió como una centella. Con recorrido, pero muy descompuesto. Al tercer derechazo, se le vino al pecho y lo prendió del corbatín. Feísimo gañafón. Guadaña de letales intenciones. Se aferró el madrileño al pitón y salvó el percance. Tragó lo suyo porfiando delante de un animal muy descastado, pero violento y mirón, que marcaba el tabaco en cada media arrancada. Mostró de nuevo tesón y mando en el quinto, tan manejable como insípido. Ni un ápice de transmisión pese a la firmeza de Aguilar. Como Curro, saludó desde el tercio, mientras la ilusión de Leonardo San Sebastián resbalaba en la camilla ensangrentada de la enfermería. Ingrato final.