Ruedas pelig.rosas

Silla de la libertad

Silla de la libertad
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Una noticia emitida por la CNN me sorprendió esta semana: El ingeniero Amos Winter del Instituto Tecnológico de Massachussets ha inventado una silla de ruedas todoterreno de bajo coste bautizada como "silla de la libertad"y presentada como, "una oportunidad para los pobres con discapacidad".

Es una silla de ruedas realizada con piezas de bicicletas y unas palancas que al moverlas con las manos facilita el desplazamiento por diferentes tipos de terrenos, especialmente de tierra, piedras o caminos angostos.

El ingeniero la ha denominado "silla de la libertad"porque, una vez que se fabrique en masa y llegue a las personas con movilidad reducida que habiten en recónditos y escondidos lugares alejados de núcleos desarrollados, "va a ayudarlos a trabajar, ir a la escuela o participar activamente en su comunidad", señaló Winter.

El invento de este ingeniero en sí no es novedoso, ya que existen en el mercado sillas todo terreno de muchos modelos y sistemas, además de unas adaptaciones que se acoplan directamente a cualquier silla y la convierten en unos segundos en "todoterreno"o en veloces bicicletas. La novedad está en el precio. Mientras que los modelos que llevan bastantes años en los mercados americano y europeo superan los 4.000 dólares, esta nueva silla pensada para pobres no sobrepasa los 200.

Esto es lo incomprensible. ¿Cómo algo qué se puede fabricar, distribuir y comercializar por escasos 200 dólares, multiplica por 20 su costo cuando va dirigido al denominado primer mundo?

Las características de la silla de la libertad, según Winter: robusta, fácil de reparar, sencilla de manejar, hecha con materiales que se pueden encontrar en cualquier lugar, idónea para ir por terrenos complicados como tierra, barro o arena, capaz de alcanzar una velocidad de 8 km/h en asfalto o pequeña y maniobrable.

Es de imaginar que los materiales serán muy inferiores a las sillas de nuestros mercados (aunque tengan la ventaja de que se pueden encontrar en cualquier sitio y sus reparaciones serán mucho más baratas) y que los diseños no serán tan estéticos ni funcionales como los de las nuestras; pero lo que sí está claro es que si esta silla de pobres llegase a nuestros países tendrían un alto nivel de aceptación.

¿Qué padre con un hijo con discapacidad no se iba a gastar 200 dólares (154 euros, lo que vale una bicicleta) en un artilugio de este tipo para que su pequeño juegue y eche carreras con sus amigos como si llevase alas? ¿Y los adultos? ¿No os imagináis a esa persona que conocéis que usa silla de ruedas disfrutando de caminos por la naturaleza, paseando por calles angostas o "corriendo"cuando juega con sus hijos?

Pero su aceptación no sólo sería a nivel particular. Podría ser una ridícula pero buena inversión para hoteles o casas rurales ubicados en lugares con caminos donde pasear, como un servicio más a los turistas con movilidad reducida. Una manera de ampliar su mercado.

Pero por desgracia, por el simple hecho de vivir en un país del primer mundo no tenemos acceso a cosas sencillas. Aquí, si queremos una silla todo terreno, o una adaptación para convertir la silla en bici, tenemos que desembolsar más de 3.000 euros para fabricantes, intermediarios, diseñadores, transportistas, y más de un listo. Y esperar que no se nos rompa, porque las reparaciones cuestan más que varias sillas de pobres.

Eso, o conseguir que la financie de alguna forma la Seguridad Social, aunque no está incluida, como es lógico, en el catálogo de prestaciones financiadas por el Estado. Quién sabe!

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