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Simulacro de democracia

El proceso de primarias en Podemos para designar los cabezas de lista que concurrirán en las trece comunidades autónomas donde habrá elecciones el 24 de mayo ha dejado al descubierto graves carencias democráticas. El partido que ha presumido de unos niveles de participación en la toma de decisiones inéditos ha urdido un procedimiento brumoso que deja en evidencia la verdadera naturaleza del movimiento. Los tópicos de las bondades de la democracia directa, de la asamblea popular y ciudadana, han sido utilizados hábilmente mediante una retórica incisiva para levantar una imagen que se resquebraja ante el menor análisis. LA RAZÓN ha destapado el fraude en la elección de los candidatos en Madrid. Un periodista del diario pudo votar hasta en tres ocasiones sin el menor reparo y sin que nadie lo detectara. Lo cierto es que el proceso carecía de seguridad alguna, en el sentido de que no había criba ni verificación, y que se podía maniobrar por las votaciones sin la comprobación del DNI ni de la dirección. Era de uso común la aparición de personajes imaginarios con DNI falso en el censo de inscritos en el partido, dado que los únicos requisitos para poder participar en las primarias era contar con una dirección de correo electrónico y un número de teléfono móvil. Sin el menor atisbo de discriminación ni de seguridad jurídica alguna, la democracia interna de la marca populista es, en realidad, un simulacro al servicio de su propaganda, y nada más. De hecho, el engaño ha sido de tal envergadura que incluso miembros de Podemos han recurrido al órgano interno de garantías para denunciar la farsa. Desde la dirección del partido se niega todo y se presume justo de lo que se carece. Se habla de un sistema de participación con una altísima eficacia para detectar intrusos y de un procedimiento de absoluta garantía. Es una mentira sobre otra, como las pruebas aportadas por este periódico han demostrado y como cualquier lector puede comprobar si se molesta en ello. En realidad, Podemos, el partido de la transparencia, es el de la opacidad. Por no saber, no se sabe a ciencia cierta ni el número de afiliados porque estamos en las mismas que con el censo electoral. Ese oscurantismo tan del gusto de las sectas da pie a pensar si con el grado de penetración de Podemos en la sociedad que nos venden Pablo Iglesias y compañía no ocurrirá lo mismo que con la sobrevaloración de la que goza en la mayoría de las encuestas, algo que luego no se refleja en las urnas como sucedió en Andalucía. Así las cosas, más parece que su democracia directa se reduce en realidad a los designios de la casta dirigente y a su control férreo de la organización. Puede que por eso Podemos parezca en retirada. Sería la consecuencia lógica del desfondamiento por sobreexposición de un discurso extremista sin un proyecto para todos.