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Semana Santa

Sintonía de fe

La Razón
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En la exhortación apostólica «Evangelii gaudium», el Papa Francisco subraya la fuerza evangelizadora de la religiosidad popular, como plasmación de la inculturación de la fe en un paradigma cultural determinado. Continúa así la misma línea argumental de valoración positiva de la religiosidad popular que caracteriza al magisterio contemporáneo, sobre todo, desde la «Evangelii nuntiandi» de Pablo VI.

En España, y en Semana Santa, las manifestaciones más importantes de la religiosidad popular son las procesiones. De ellas escribió Romano Guardini: «Ningún símbolo expresará con más fuerza y con más profunda belleza este misterio que la marcha. La marcha –la procesión, la estación de penitencia– es, pues, –transfigurada en este profundo misterio de nuestra incorporación a Cristo–, el cumplimiento del consejo «Ambula coram me et esto perfectus». Camina en mi presencia y sé perfecto. ¡En las procesiones camina el Cuerpo Místico hacia su plenitud! Una procesión, el cortejo de un grupo de fieles incorporados al Cuerpo Místico de Cristo por el bautismo, recuerda el carácter peregrino de la Iglesia, siempre en camino. A la vez, una procesión es confesión pública de fe, y por lo tanto, de la vinculación con Cristo de cada uno de los que participan.

Ante deformaciones, por ignorancia o mala intención, que pretenden reducir las expresiones de religiosidad popular a un simple espectáculo cultural, que nada tiene que ver con la fe de quien participa en ellas, es necesario que la procesión sea, ante todo, reflejo público de una fe personal, que se vive en comunidad, en la Iglesia, dentro de una hermandad o cofradía, y que, como bien preciado, se ofrece a quien contempla la procesión, invitándole a adentrarse en el profundo simbolismo que las imágenes, la música, el olor y el color ofrecen en una armoniosa sinfonía de fe.