Investigación científica

79 científicos del CNIO y el CNIC piden ayuda a Rajoy

Guadalupe Sabio, Giovanna Roncador, Jorge Alegre-Cebollada y Marisol Soengas
Guadalupe Sabio, Giovanna Roncador, Jorge Alegre-Cebollada y Marisol Soengaslarazon

Una disposición adicional a los Presupuestos Generales del Estado de 2017 «pone en peligro» la labor investigadora de dos de los grandes centros de referencia de nuestro país.

Es sólo una cuestión burocrática. Sin embargo, una disposición adicional a los Presupuestos Generales del Estado de 2017 «pone en peligro» la labor investigadora de dos de los grandes centros de referencia de nuestro país: el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Centro Nacional de Investigaciones Cardiológicas (CNIC). Sólo entre los meses de septiembre y octubre el CNIO ha perdido a 12 trabajadores y antes de que finalice el años podrían perder, entre los dos centros, a 86 personas más. Es por eso que cerca de 80 jefes de grupo de sendos centros han suscrito una carta dirigida a Mariano Rajoy y a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, para que «solucionen este problema legal lo antes posible», afirma a LA RAZÓN una de las firmantes, Anna González-Neira. Y es que el equipo completo de la Unidad de Genotipado Humano CEGEN que ella dirige en el CNIO «podría desaparecer a final de año», alerta.

El problema de base se encuentra en el Estatuto de los Trabajadores que no permite encadenar contratos temporales de más de tres años. Un apartado que busca proteger a los empleados de posibles abusos, pero que choca directamente con el funcionamiento de cualquier investigación científica, ya que se mueven por proyectos. Es decir, lo más habitual es que encadenen contrato tras contrato a lo largo de casi toda su carrera profesional. Por ello, al contrario que la mayoría de reivindicaciones, en este caso «no es un problema de financiación. Los dos centros tenemos los proyectos sufragados sobre todo por fondos externos. El problema es por el tipo de contrato con el que trabajamos», subraya Giovanna Roncador, jefa de Unidad de Anticuerpos Monoclonales del centro experto en cáncer. Ella también firma la misiva porque «necesitamos que nos den una solución y crear una política de estabilidad laboral».

En la propia carta aseguran ser «conscientes de que desde la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación (Seidi) se están haciendo todos los esfuerzos posibles para proporcionar soluciones a esta situación». Con este gesto simplemente buscan la complicidad de la sociedad ante la difícil situación que se les avecina a final de 2017 y «que, aunque no sea este año, nos puede afectar a todos antes o después», añade Roncador.

Desde la Seidi confirman a este diario que «estamos en permanente contacto con los directores de los centros y con los comités de empresa. Nos hemos reunido tanto esta semana como la anterior. Queremos conseguir más estabilidad para los trabajadores», afirman.

Además de los puestos de trabajo que calculan se perderán este año, en la carta advierten de que «durante 2018 la situación se recrudecerá si no se toman las medidas oportunas, ya que tan sólo hasta el mes de marzo otros nueve trabajadores más abandonarían el CNIO y 22 el CNIC, con lo que llegaría a porcentajes del 17% y del 13% de personal afectado en cada uno de estos centros». A esto se suma «el drama humano para todos los afectados» y que «pone en serias dificultades el desarrollo del trabajo habitual en estos centros, ya que afecta a trabajadores de todas las áreas, incluidos grupos de investigación, áreas de soporte, unidades estructurales de apoyo y departamentos estratégicos», ya que, según argumentan los científicos, «algunos de ellos quedarán desmantelados de facto con la aplicación de la nueva legislación. En estas condiciones es simplemente imposible que la productividad y calidad que se espera de estos centros no se vean afectadas».

Los científicos perjudicados insisten en «la necesidad de mantener al personal formado en el centro por los investigadores», sostiene González-Neira que teme que «en diciembre todo nuestro equipo se desmantele». Y no sólo afecta a los científicos, sino también a las áreas de administración. «Todas las estructuras están afectadas», añade Roncador. Estas dos investigadoras del CNIO lanzan un llamamiento al unísono: «¡Queremos trabajo!».

La misiva difundida ayer finaliza con una apelación directa a los problemas de salud que afectan hoy más a la sociedad. «No debemos olvidar que el trabajo desempeñado en el CNIO y el CNIC tiene un valor social incalculable, no sólo porque la ciencia y el conocimiento son motores básicos para un país, sino porque nuestras áreas de investigación –cáncer y enfermedades cardiovasculares– son dos de los principales problemas de salud en nuestro país y en el mundo».