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Alfonso Basallo y Teresa Díez: «El matrimonio es sinónimo de libertad, fortaleza y autoestima»

Alfonso Basallo y Teresa Díez / Autores de «Manzana para dos». Tras el éxito de «Pijama para dos» (Planeta Testimonio), este matrimonio analiza las tentaciones de las parejas de hoy

Alfonso Basallo y Teresa Díez
Alfonso Basallo y Teresa Díezlarazon

Tras el éxito de «Pijama para dos» (Planeta Testimonio), este matrimonio analiza las tentaciones de las parejas de hoy

Alfonso Basallo (AB), periodista, y Teresa Díez (TD), experta en antropología de la mujer, vuelven a la carga. Tras el éxito de «Pijama para dos», una especie de manual para alcanzar un buen matrimonio, regresan de nuevo a las librerías para compartir «Manzana para dos», ambos editados por Planeta Testimonio. Su objetivo es ofrecer claves y consejos a las parejas y matrimonios para que alcancen una vida plena y feliz, sobre todo, en una sociedad en la que la familia vive una situación delicada. En concreto, en su última obra se centran en las tentaciones y dificultades que enfrentan las parejas de hoy. Además de los libros, ofrecen ayuda a través de la web pijamaparados

–¿Qué quieren contarnos esta vez?

–AB: Así como en «Pijama para dos» la tesis es que el matrimonio es algo natural, no una cosa artificial, y que, por lo tanto, no es misión imposible, en «Manzana para dos» intentamos analizar las causas de la crisis por la que pasa el matrimonio. Para ello hemos ido al origen, al Génesis. De hecho, partimos del relato bíblico y después nos apoyamos en autores como San Agustín, Chesterton, C.S. Lewis o Juan Pablo II. La conclusión es que el matrimonio era una unidad de Dios, Adán y Eva, que la serpiente, el ángel caído, decide romper.

–TD:El diablo odiaba todo lo positivo que tenía el amor y trató de convertirlo en lo contrario, en ruptura, discusión, violencia y desconfianza. Una de las cosas que más nos preocupan de las relaciones actuales es la desconfianza.

–¿Cuáles son esos problemas o manzanas que destruyen hoy la vida de los matrimonios?

–TD: Diría varias. Una de las más fuertes y más próximas es la igualdad, porque es equívoca. La relación entre el hombre y la mujer no es una relación de iguales, sino una relación de diferentes. La igualdad genera destrucción, porque se trata de igualar elementos que siempre serán diferentes. Anulas la diferencia y pierden los dos: el hombre y la mujer. Es un terrible engaño, porque se ha vendido como si la mujer se tuviera que resarcir de milenios de oscuridad. La igualdad impide la unidad. La unidad se alcanza a través de la diferencia, no a través de la igualdad.

–AB: Yo añadiría otras manzanas. La incomunicación, pues para que un matrimonio funcione tiene que haber diálogo. Lo que se carga la unidad es la incomunicación. Ésta se produce por la rutina del día a día. Son manzanas sutiles con las que el diablo se carga una relación. También los medios de incomunicación como la televisión, internet o el móvil separan el matrimonio. Cuanto más diálogo, mejor va la cosa. En nuestro caso, hemos procurado siempre sacar ratos para hablar. Hay otra manzana más y es el desprecio por el otro sexo. Adán y Eva lo que tenían era fascinación el uno por el otro y de hecho, lo que les atrae es la diferencia. Hoy domina la desconfianza y hasta el desprecio por el otro sexo.

–¿Existe un problema de compromiso?

–TD: Es una característica de nuestra sociedad. Vivimos en una época de desecho, en la que puedes cambiar de ropa, carrera, novio, casa... Nada externo permanece, que es un síntoma de que mucho de lo interno, tampoco. Nos parece que comprometerse es perder la libertad, cuando la libertad consiste no en poder elegir, sino en haber elegido. El amor no es poder enamorarme de diez hombres, sino elegir uno.

–AB: Otro problema es la falta de sacrificio, pues la gente no aguanta las situaciones difíciles. No hay que olvidar que, aunque el matrimonio es una maravilla, la convivencia no es fácil. Hay renuncias, están los defectos del otro, el trabajo... Históricamente, la mayor parte de los matrimonios han aguantado, se han fastidiado por su mujer o marido, que no es algo malo o hipócrita, sino amor.

–Ustedes apuntan que la legislación no ayuda mucho, ¿no?

–AB: Siempre decidmos que los poderes políticos influyen muy negativamente en el matrimonio. Las primeras leyes de divorcio daban respuesta a casos muy concretos y minoritarios, pero se ha generado una mentalidad divorcista por lo que todo matrimonio es disoluble mientras no se demuestre lo contrario. Así, las parejas acuden al matrimonio con una mentalidad derrotista.

–TD: Los humanos estamos hechos de límites –la edad, los hijos, la economía...–, y sin embargo, no queremos renunciar a nada. Cada compromiso es un acto de libertad, me hace más fuerte y mejor persona. El matrimonio es sinónimo de libertad, fortaleza y autoestima.

–¿Cuáles son los ingredientes que debería tener un buen matrimonio?

–AB: Lo primero, una buena elección de pareja. Debe ser alguien con el que tengas puntos de vista comunes sobre la vida. También es importante la atracción física pues se casan las almas y los cuerpos. En segundo lugar, vivir un noviazgo exigente para conocer bien al otro y a nosotros mismos. Esto se hace hablando, cultivando la unidad conyugal, pues el objetivo es ser una sola carne.

TD: Una sola carne, un solo proyecto, una sola vida... No dos vidas paralelas. Hoy se tiende a vivir bajo el mismo techo dos vidas paralelas.

–¿Alguno más?

–TD: El amor verdadero suele ser sincero. Cuando hay problemas, sólo la pareja debe hablarlos. Es importantísimo tener un secreto profesional de los defectos del otro. Los problemas, defectos o dificultades se hablan en el matrimonio, no se airean. Además, el amor tiene otra cara: el perdón, que hoy se usa poco.