Valencia

«Cada día rezo para que a mis hijos no les ocurra nada»

Muchas víctimas de los malos tratos de su pareja se ven obligadas a dejar a sus niños con ellos. El CGPJ estudia privar al agresor de la patria potestad como pena principal en caso de delito grave

Una condena por malos tratos no conlleva tener un régimen de visitas vigilado
Una condena por malos tratos no conlleva tener un régimen de visitas vigiladolarazon

Muchas víctimas de los malos tratos de su pareja se ven obligadas a dejar a sus niños con ellos

La ex pareja de Lucía fue condenada por malos tratos, lo que incluye una orden de alejamiento. La sentencia tardó tres años en salir y fue condenado a dos años de prisión. Sin embargo, aún no ha puesto un pie en la cárcel, porque sigue recurriendo. «Era un maltrato físico y psicológico. Más de diez años pensando que todo era culpa mía. Era como un secuestro», dice. «Y cuando una persona es maltratadora, puede maltratar también a los niños», añade. Lucía apenas supera los 40 años. Afortunadamente, cuenta con un trabajo, ahorros y piso propio. Ambos tienen dos hijos, de siete y nueve años. Al principio, su ex pareja estaba obligada a ver a los pequeños en un punto de encuentro. Después, afirma, le quitaron esta medida. «Daría mi corazón sólo porque los viera en un punto de encuentro», confiesa. ¿El motivo? «He pasado días enteros sin saber dónde estaban. Y me ha devuelto a los niños dos semanas más tarde. He tenido que llamar a la Interpol», dice.

Su preocupación es similar a la que viven no pocas mujeres en nuestro país. El doble infanticidio cometido la semana pasada en Asturias, donde un hombre con orden de alejamiento de su ex pareja asesinó a sus dos hijas durante el régimen de visitas, puso en evidencia que hay un problema. Hace diez años que se aprobó la actual ley de violencia de género y, aunque en su momento fue una de las más avanzadas del mundo, casi todos los actores que luchan contra la lacra de los malos tratos están de acuerdo en que son necesarias mejoras, sobre todo la inclusión de los menores como víctimas directas de la violencia de género, como se recoge en el Anteproyecto de Ley Orgánica de Protección a la Infancia.

Pero no sólo eso: tanto en el Congreso como en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) desde 2012 existe un grupo de respuesta judicial que está promoviendo una nueva iniciativa. Como ha podido saber LA RAZÓN, entre las medidas que barajan los magistrados se encuentra tomar ciertas medidas cautelares contra los padres agresores para que no se les otorgue la guardia y custodia en un principio.

Sin embargo, uno de los principales problemas de esta iniciativa es que tendría que ir acompañada de otras alternativas para ayudar a las mujeres, porque se las sobrecarga con el exclusivo cuidado de sus hijos. Este planteamiento que se hacen los jueces está en la misma línea que las recomendaciones que ya han realizado. Consideran que deberían hacerse «las reformas legislativas que permitirán que el juez tenga que pronunciarse de oficio sobre medidas cautelares penales y civiles en los casos en los que haya menores», y creen «conveniente y necesario que en los casos de delitos graves, como homicidios o asesinatos, el agresor sea privado de la patria potestad imperativamente como pena principal y no sólo accesoria como ocurre en la actualidad».

«Los jueces aducen que el derecho del hijo a tener contacto con su padre prevalece por encima de todo. Piensan que una cosa es que sea un maltratador, y otra, un mal padre, y que van a privar al niño de tener contacto con él», afirma la abogada Consuelo Abril, vicepresidenta de la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad (Compi). Así, recuerda que sólo en un 3% de las órdenes de protección se decretó la suspensión de visitas. Y en un 0,2%, la suspensión de la patria potestad.

El régimen de visitas por parte del padre puede producirse de dos maneras: una, recoger al niño en el domicilio de la madre, pasar con él los fines de semana alternos e incluso un día con pernocta; otra, la «cautelar», en un punto de encuentro, de forma vigilada. Cada distrito cuenta con uno. Sin embargo, una condena por malos tratos a la madre «no necesariamente conlleva tener un régimen de visitas vigilado». Ahora, tras las valoraciones del CGPJ, espera «que el juez pueda decidir motu proprio, aunque no lo pidan las partes. Por ejemplo, cuando detecte que una mujer tiene miedo, o que los menores pueden correr un riesgo».

Madres como Lucía están muy preocupadas. «Los niños dicen que se quieren suicidar, que se quieren morir. Sin embargo, los jueces no lo creen. El sistema no cree que pueda haber un padre tan malo», dice. De hecho, afirma que el padre está poniendo a los niños en su contra. «Les dice que mamá es la culpable, que mamá es la mala... Gracias a Dios, ellos están creciendo y se dan cuenta. Pero han estado abducidos por esta persona. Ahora dicen que “mamá tiene miedo”». Ella cree que está «protegida por la Justicia, pero los niños no». Lucía vive con miedo, pero no por lo que a ella le pueda pasar. «Cada día rezo para que a mis hijos no les ocurra nada», confiesa.

Como dice Abril, «el régimen de visitas lo utilizan para trasladar a la madre el malestar a través de los niños: “Por culpa de tu madre tengo una sentencia, no estamos todos juntos, no puedo pasar contigo todo el tiempo que querría...’’». Entonces, cuando los niños vuelven a casa, «se ponen en contra de la madre». «Hay padres que incluso les hacen leer las sentencias y dicen: “Mira las barbaridades que dice tu madre”. Los niños vienen envenenados. Y mientras, el padre es agasajador con el niño para que vea la diferencia entre su madre y él. Es todo una puesta en escena», asegura.

Luego, aunque no tengan derecho a visitas, la sombra de la sospecha siempre está ahí. Es el caso de María, de Valencia. La Justicia le dio la razón y condenó a su ex pareja por malos tratos. El hombre no ha mostrado ningún interés en tener contacto con los pequeños. Pero aun así, «sigo temiendo por mi hijo». No en vano, su ex pareja ha intentado quebrantar la orden de alejamiento. Y al ser extranjero, teme «que en un descuido, se lo lleve a su país».

«Te vas a enterar por haberte separado (...) Voy a hacerte daño donde más te duele (...) Has destrozado una familia...». Son algunas de las amenazas que escuchan estas mujeres cuando denuncian malos tratos. Y es entonces cuando temen físicamente por sus hijos. «Las condenas, en ocasiones, les hacen sentir que están siendo injustamente tratados y reaccionan así. Las amenazas son muy frecuentes. Es una venganza en frío. Ellos no tienen nada en contra de los niños, pero sí lo tienen todo en contra de la madre. Y la venganza extrema es matar», dice la experta, que recuerda casos como los de los niños Ruth y José, asesinados por su padre, José Bretón.

Dos hermanas separadas por una sentencia

La violencia de género da pie a historias difícilmente creíbles, aunque ciertas. Como la que cuenta Rosa –nombre ficticio–, residente en una ciudad manchega. Casada y con dos hijas menores de 9 y 14 años, asegura que en su día «sufrí malos tratos pero, por miedo, no los denuncié». Se fue de casa y fue denunciada por su marido por abandono del hogar. La tutela se la quedó el padre, pero la guarda era conjunta. Podía ver a sus hijas tres días a la semana. Durante una de estas guardas, su hija mayor le confesó que el padre la maltrataba. «Hazte fotografías», le respondió la madre con el fin de frenar la situación. Entonces, en un juicio reciente, la Justicia dio la razón a la menor: se le impuso al padre una orden de alejamiento de 200 metros como medida cautelar.

Desde entonces, Rosa vive con ella, alejada del hogar del padre. Sin embargo, su otra hija, la pequeña, continúa compartiendo techo con su padre. «Ahora está bien, pero ¿quién me puede asegurar que no empezará a hacer lo mismo con ella?», se pregunta. Aparte, su hija mayor lo está pasando francamente mal por estar separada de su hermana. «Los especialistas nos han dicho que tiene riesgo de suicidio», confiesa. Ahora quieren estar las tres juntas, pero Rosa considera que la Fiscalía y los servicios sociales que velan por los menores se están «pasando la bola», sin hacer nada al respecto. «No defienden al niño, defienden al padre», hace hincapié Rosa. Además, todavía tiene pendiente el juicio por divorcio. Y el futuro de sus pequeñas sigue en el aire.

30% menos de casos de malos tratos con la privación de visitas

La amenaza que pesaría sobre un maltratador por la posible privación de la patria potestad y del regimen de visitas que está barajando un equipo de expertos del Consejo General de Poder Judicial supondría «una reducción en los casos de malos tratos de al menos un 30 por ciento», asegura la abogada Consuelo Abril. Esta iniciativa de llegar a buen fin «sería una medida de prevención. Se lo pensaría dos veces» antes de agredir a la mujer, explica la vicepresidenta de la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad (Compi). «La impunidad es lo que hace crecer al maltratador. Y si dicha impunidad no existe, un porcentaje amplio de agresores se lo pensaría antes de actuar. No sólo por lo que le perjudica: también significaría un reproche social para ellos», añade la abogada.