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Carmen Guaita: «Los niños, hoy, además de saberse los ríos, los encuentran en Google»

En plena inauguración del curso escolar asegura que los alumnos luchan por preservar su infancia en un entorno agresivo y con unos padres inseguros

Carmen Guaita
Carmen Guaitalarazon

En plena inauguración del curso escolar asegura que los alumnos luchan por preservar su infancia en un entorno agresivo y con unos padres inseguros.

Es maestra por vocación. La enseñanza «es uno de mis principales productores de felicidad», dice Carmen Guaita, que ha publicado «El Terrario», su segunda novela. Ha trabajado media vida para el sindicato de profesores ANPE y cuando le falta solo un año y medio para jubilarse ha decidido volver a las aulas «para para morir con las botas puestas, como los artistas. Algo de artista también tiene. Pero lo más importante es que está feliz con sus nuevos alumnos en un colegio público madrileño. Con eso, y con la maravilla de haberse reinventado como escritora. El curso acaba de empezar y hay que sacudirse ya los restos de playa y verano que todavía llevan algunos en las zuelas de las zapatillas. Con eso, y con la maravilla de haberse reinventado como escritora.

–¿Cómo surgió su vocación de novelista?

–Desde niña. Hay mucha gente que tiene que contar las cosas que le suceden a los demás y otros que se las tienen que contar a sí mismos y las tienen que escribir. Soy de esas. No me atreví a escribir una novela hasta el día en que Víctor Ullate me confió su biografía. Al terminar comprendí que una novela era la biografía de una persona que yo inventara y entonces me animé a hacerlas.

– Seguro que ya tiene en mente el próximo libro...

–Sí, me gustaría tratar el Alzhéimer y ya tengo título: «Todo, todo se olvida», que es una frase del tango «El día que me quieras».

–Su última novela es un viaje moral del protagonista desde que nace en una pequeña aldea minera hasta que logra ponerse al frente de un gran emporio industrial. ¿Qué mensaje quería dar?

–Dar respuesta a la pregunta de si un ser humano cambiar de vida. También me he preguntado muchas veces qué es ser bueno y en cierto sentido he querido responderlo a través del protagonista.

–¿Es buena una persona que mira para otro lado?

– Sinceramente, creo que no. Una persona no puede considerarse buena si es indiferente. Hay muchas cosas en la relación con los demás que nos dicen: ¡mójate! Tienes que intervenir e implicarte. Juan Arnabal, el protagonista,va respondiendo y atando cabos sobre lo que puede ser la moral.

– En el libro también se abordan los inicios del conflicto vasco. ¿Es una manera ésta de reflejar su sinsentido?

–La novela se desarrolla cuando no se ha fundado ETA. Hemos sido un país que ha mirado para otro lado cuando en nuestra propia casa sucedían cosas atroces. ¿Cómo un ser humano puede plantearse si es bueno o no cuando están sucediendo estas cosas? El conflicto vasco es un telón de fondo del que me he servido porque se parece a la vida del protagonista de «El Terrario» que, después de cinco días, comprende que tiene que arreglar su vida. Nosotros hemos tardado más y hemos comprendido que debemos arreglar nuestra casa.

– ¿Cuánto de autobiográfico tienen sus novelas?

–Más de lo que parece, pero a la vez nada. He comprendido que para que los personajes de una novela resulten creíbles todos tienen que ser el autor. Pero no lo son, porque yo no estoy contando mi vida .Tienes que entrar dentro del personajesl para ver el mundo como él lo ve.

–¿Es verdad que los niños de ahora tienen menos nivel que los que estudiaron la EGB?

–No. Los niños se parecen mucho en sus necesidades a los de antes. La infancia no ha cambiado tanto. Sí lo ha hecho la sociedad y el entorno en el que crecen. Pregunto a mis alumnos los ríos y todos se los saben, pero es verdad que además saben encontrarlos en Google. Aprendizajes que en mi infancia eran fundamentales ahora han sido sustituidos por otros. Los niños viven en un mundo complejo con un montón de esímulos.

–¿Es bueno que los niños ahora reciban tantos estímulos?

–Depende. Hay muchos que no corresponden a su edad. Una niña tiene que derivar mucha energía para asimilar mensajes relacionados con la sexualidad o con los argumentos de las series de televisión, porque esas cosas tienen bastante información adulta que no entienden pero que manejan. Lo que los niños hacen es muy difícil. Luchan por preservar su infancia en un entorno más agresivo y con unos padres muy inseguros con respecto a su papel.

–Pero los padres de ahora están mejor formados...

– Sí, pero son más inseguros. Mi padre daba un puñetazo en la mesa y estuviera bien hecho o no le daba una enorme seguridad y autoridad. Los padres no saben si la información que reciben les sirve para que sus hijos crezcan. A las madres trabajadoras nos es más difícil serlo porque tenemos mucho menos tiempo para desempeñar una cantidad de roles a los cuales nuestras madres dedicaban todo el día. El papel de los padres de hoy es difícil y duro y los niños perciben esa dificultad.

–¿Qué necesita ahora la educación en España?

–Asomarse a la escuela y dar atención personalizada a los centros.

–¿Habrá pacto educativo?

–No lo creo. Hay voluntad, pero falla el cómo lo hacemos.

–¿Cómo debe ser el profesor del futuro?

–El futuro ya está aquí. Está habiendo una gigantesca revolución educativa de abajo arriba en todos los centros. Hay enormes cambios en la metodología, una entrada imparable de las tecnologías, de los ordenadores, de internet. Somos los profesores los que demandamos formación. La escuela se mueve más rápido que las leyes, a lo mejor por un desencanto con ellas...