Agencia Espacial Europea

Cassini se adentra en los anillos de Saturno y empieza a enviar imágenes

Después de 20 años de trabajo, el 15 de septiembre la nave espacial se dirigirá hacia su suicidio contra la superficie del planeta

Imagen sin procesar tomada por la nave Cassini que muestra la atmósfera de Saturno más cerca que nunca a medida que la nave se adentra en los anillos de Saturno
Imagen sin procesar tomada por la nave Cassini que muestra la atmósfera de Saturno más cerca que nunca a medida que la nave se adentra en los anillos de Saturnolarazon

Después de 20 años de trabajo, el 15 de septiembre la nave espacial se dirigirá hacia su suicidio contra la superficie del planeta.

La NASA ha divulgado las imágenes más cercanas que se hayan tomado nunca de Saturno, obtenidas durante el paso de la nave Cassini entre el planeta y sus anillos este jueves 27 de abril.

Las imágenes no procesadas muestran rasgos en la atmósfera de Saturno con un detalle sin precedentes, gracias a que la nave pasó a tan sólo unos 3.000 kilómetros de distancia de las capas de nubes más altas de Saturno, durante la primera inmersión de la nave Cassini en la fase final de su misión.

Una de las fotografías muestra un espectacular huracán, con un ojo en su centro perfectamente definido, rodeado de un torbellino de gas en el que aparecen manchas brillantes.

Las otras dos (https://saturn.jpl.nasa.gov/internal_resources/890/) y (https://saturn.jpl.nasa.gov/internal_resources/891/) muestran detalles espectaculares de la atmósfera de Saturno, caracterizados por alternar zonas oscuras y otras brillantes.

En trayectoria balística tras su paso por la órbita de la luna Titán, Cassini realizó su primera inmersión el 26 de abril. El éxito de la maniobra fue confirmado cuando la nave reanudó contacto con la Tierra a las 6.56 UTC del 27 de abril. Los esperados datos científicos empezaron a fluir a las 7.01 UTC.

“En la más grandiosa tradición de exploración, la sonda Cassini de la NASA ha vuelto a abrir una senda, mostrándonos nuevas maravillas y demostrando dónde nuestra curiosidad puede llevarnos si nos atrevemos”, ha dicho en un comunicado el director de la División de Ciencias Planetarias en la Sede de la NASA en Washington, Jim Green, según informa Ep.

Y es que los anillos de Saturno han sido uno de esos hitos inalcanzables de la exploración humana, un lugar donde la ciencia ficción y la iconografía cósmica siempre ha situado la metáfora de lo lejano y lo mágico. «Te buscaré en las selvas de Borneo, en los cráteres de Marte, en los anillos de Saturno», cantaban en nuestra olvidada juventud los Zombies de la movida madrileña.

Sabemos de su existencia desde que en 1610 Galileo Galilei atisbara con su rudimentario y recién inventado telescopio unas extrañas orejas alrededor del planeta que él interpretó como satélites mal enfocados.

No eran tal cosa, eran discos de materia orbitando Saturno que se ha antojado inalcanzable para el ser humano durante siglos... Hasta ahora. Porque durante el día de ayer un aparato fabricado por el hombre ha penetrado por primera vez en el complejo sistema anular y ha comenzado a enviar imágenes sin precedentes de su interior.

El último acercamiento al fenómeno, el de las sondas Voyager lanzadas en los años 70 del siglo pasado no sirvió más que para acrecentar el misterio sobre los anillos. Las naves no se precipitaron sobre el planeta, sino que mantuvieron su viaje hacia los confines del Sistema Solar y a lo sumo sirvieron para enviar algunos pulsos de radiación a la Tierra que atravesaron los anillos cargados de información confusa.

Lo que ocurrió ayer fue otra: fue el principio del fin de la nave Cassini, que inicia su travesía física entre los anillos antes de volar a toda velocidad para impactar mortalmente contra el gigante Saturno. Cassini se zambulló en el espacio abierto entre los anillos y su planeta. Empieza así la fase final de un viaje que comenzó hace 20 años cuando la nave partió de Cabo Cañaveral como parte de un proyecto conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Italiana.

En julio de 2004, el aparato llegó a las proximidades de Saturno para, en teoría, sobrevolar el planeta durante cuatro años más. Pero la buena marcha de la misión provocó la prórroga de la aventura una y otra vez hasta su final de ahora, 13 años y 260 órbitas más tarde de lo previsto.

La última fase de la misión es dramática. La nave está obligada a hacer un acrobático canto de cisne y enviar todos los datos posibles sobre la composición de la región interna de los anillos así como de la atmósfera y superficie saturninos antes de estrellarse y morir. A las 10 de la mañana de ayer, la NASA comunicaba por Twitter que la suerte estaba echada. Cassini había activado sus escudos protectores y reorientado sus antenas de comunicación. Esas antenas, antes empleadas para contactar con la Tierra, debían dedicarse ahora plenamente a obtener información del entorno para evitar el impacto de cualquier objeto mientras se atraviesa la materia que forman los anillos.

En realidad, las probabilidades de accidente son pequeñas. En el área que ha atravesado la sonda no se espera encontrar partículas sólidas más grandes que una voluta de tabaco quemado, pero cualquier precaución es poca.

A partir de este momento, se prevé que Cassini entre y salga 22 veces más de su inmersión en los anillos y que el 15 de septiembre se dirija hacia su suicidio contra la superficie de Saturno.

El trabajo de la nave no es sencillo. Debe penetrar por una separación entre los anillos (la llamada División de Cassini) que es un hueco de unos 2.400 kilómetros entre las dos estructuras principales de anillos. Lo hará a 123.000 kilómetros por hora: como enhebrar una aguja en un pajar cósmico.

Nunca antes una herramienta humana había entrado en ese territorio. De aquí a septiembre, si Cassini tiene éxitos en su periplo final, la ciencia va a contar con datos inéditos sobre Saturno, sobre la formación de sistemas planetarios y la evolución de los satélites. Y, sobre todo, la humanidad tendrá que buscarse otro hito más lejano para representar la metáfora de una frontera inalcanzable, los anillos de Saturno ya nos quedan también demasiado a mano.