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Descubren que no todas las grasas «trans» son malas

Un estudio publicado en la revista ‘European Heart Journal’ sugiere que bajos niveles de ácidos grasos ‘trans’ (TFAs, por sus siglas en inglés) pueden no ser tan perjudiciales para la salud humana como se pensaba hasta ahora, aunque se produzcan industrialmente, y que incluso pueden ser beneficiosos si se producen de forma natural en alimentos como los productos lácteos y cárnicos.

Los TFAs artificiales se producen cuando el aceite pasa por un proceso de hidrogenación, lo que hace al aceite más sólido, y se utilizan como ingredientes en alimentos procesados, como pasteles, galletas y tartas, y para freír. Se ha determinado claramente desde hace tiempo que los altos niveles de ácidos grasos ‘trans’ de producción industrial en los alimentos pueden dar lugar a niveles elevados de colesterol, problemas cardiacos, accidentes cerebrovasculares y diabetes, e incluso se han relacionado con la infertilidad, enfermedad de Alzheimer y algunos tipos de cáncer.

En Estados Unidos, se han tomado medidas para reducir la cantidad de ácidos grasos ‘trans’ producidos artificialmente en los alimentos, mientras que su consumo se ha reducido en la mayor parte de Europa. Sin embargo, hasta ahora ha quedado poco clara qué concentración de ácidos grasos ‘trans’ es segura para los seres humanos y si hay alguna diferencia entre los ácidos grasos ‘trans’ producidos industrialmente y los de origen natural.

Científicos en Alemania, dirigidos por el doctor Marcus Kleber, investigador post-doctoral en el Departamento de Medicina de la Facultad Médica Mannheim de la Universidad de Heidelberg, midieron las concentraciones de ácidos grasos ‘trans’ que se encuentran en las membranas de las células rojas de la sangre en los participantes en el estudio ‘Ludwigshafen Risk and Cardiovascular Health’ (LURIC).

Se unieron a la investigación un total de 3.316 personas que vivían en el suroeste de Alemania entre 1997 y 2000 después de haber sido hospitalizados para someterse a coronariografías con el fin de analizar sus enfermedades del corazón, y 3.259 de ellos fueron analizados para este estudio. Durante un periodo de seguimiento medio de poco más de 10 años (que va desde menos de un año a casi 12 años), un total de 975 (30 por ciento) de estos pacientes fallecieron.

Los autores analizaron muestras de sangre de los pacientes para identificar las concentraciones totales de ácidos grasos ‘trans’, así como distinguir entre las concentraciones de TFAs producidos industrialmente y de origen natural. Luego, vincularon estos datos con la información sobre las muertes, las causas de la muerte, la historia clínica y otros factores que podrían afectar a los resultados, como por ejemplo si el paciente estaba tomando medicamentos para bajar el colesterol, como estatinas, y los factores de riesgo como el tabaquismo, la falta de el ejercicio físico, el índice de masa corporal (IMC), la diabetes y la presión arterial alta.

«Vimos que las concentraciones más altas de ácidos grasos ‘trans’ en las membranas de las células rojas de la sangre se asociaron con un mayor LDL o colesterol ‘malo’, pero también con IMC más bajo, menos grasas en la sangre (triglicéridos) y menos resistencia a la insulina y, por lo tanto, un menor riesgo de diabetes. Nos sorprendió encontrar que los ácidos grasos trans de origen natural se vinculan con una menor tasa de muertes por cualquier causa y esto se debió principalmente a un menor riesgo de muerte cardiaca súbita», destaca el doctor Kleber.

«También nos sorprendió ver que los aumentos en las concentraciones de ácidos grasos ‘trans’ producidos industrialmente no fueron seguidos por un incremento de la mortalidad, lo que contrasta con observaciones de Estados Unidos. La razón de esto puede ser que en nuestro grupo de pacientes alemanes, los ácidos grasos ‘trans’ eran en general mucho más bajos que los que se encuentran en Estados Unidos, por lo que casi nadie en el estudio alcanzó concentraciones comunes en las personas de Estados Unidos», agrega.

La proporción de ácidos grasos ‘trans’ en la sangre de los participantes de la investigación varió desde 0,27 hasta 2,40 por ciento del total de ácidos grasos, con un promedio de poco menos de 1 por ciento. Otro estudio en Estados Unidos durante un periodo de tiempo similar reportó un promedio de más de 2,6 por ciento del total de ácidos grasos.

Los pacientes fueron divididos en tres grupos: los que tenían las mayores concentraciones de ácidos grasos ‘trans’ de origen natural (más de 0,2 por ciento) presentaban un 37 por ciento menos de riesgo de muerte súbita cardiaca en comparación con aquellos con la concentración más baja, después de ajustar por diversos factores que podrían afectar a los resultados. Los datos de otras asociaciones entre TFAs totales, ácidos grasos ‘trans’ producidos industrialmente

o ácidos grasos ‘trans’ que ocurren naturalmente y la muerte no eran en su mayoría estadísticamente significativas después de ajustar por factores de confusión.

Kleber subraya: «Nuestros resultados muestran que los bajos niveles de TFA de producción industrial que encontramos en el estudio LURIC no suponen un riesgo para la salud y, por lo tanto, podrían ser considerados como seguros. Asimismo, hallamos que el ácido ‘trans’-palmitoleico (un TFA natural que se encuentra en la leche y la carne de los animales rumiantes) se asocia con mejores niveles de glucosa en la sangre y un menor número de muertes por cualquier causa, pero sobre todo un menor riesgo de muerte cardiaca súbita».

Según investigaciones anteriores, el consumo de TFA en los países europeos varía «considerablemente». Los países mediterráneos usan tradicionalmente más aceite de oliva que aceites vegetales hidrogenados, por lo que su dieta contiene menos TFA que la dieta tradicional en los países del norte de Europa. «Sin embargo, el consumo de TFA en algunos países de Europa oriental y en algunos países en desarrollo sigue siendo alto», destaca.

«Desafortunadamente, centrarse en la ingesta tiene limitaciones importantes que pueden sortearse basándose en los niveles de glóbulos rojos, como lo hicimos en nuestro estudio. Por lo tanto, nuestros datos apoyan un nuevo enfoque para la investigación de los ácidos grasos ‘trans’ y proporcionan evidencia de que los de origen natural tienen que diferenciarse de los producidos industrialmente», agrega.

Este experto señala que LURIC, dirigido por el profesor Winfried Marz, fue un estudio epidemiológico importante debido al largo periodo de seguimiento para la observación y la información detallada sobre los participantes. «Nuestros resultados fueron posibles por la combinaciónd e LURIC con el análisis de los niveles de ácidos grasos en las células rojas de la sangre con un método específico establecido en el laboratorio del profesor Clemens von Schacky, lo que reduce tanto la variabilidad del día a día de la muestra como la variabilidad en la medición. Creemos que seremos capaces decir más sobre los ácidos grasos y su importancia para la salud en el futuro», concluye.