Ciencias humanas

El amanecer y el atardecer siguen marcando el ritmo

A pesar de la luz artificial y los horarios, la dinámica natural del día es fundamental incluso en las ciudades, según un estudio

Espectacular amanecer en Río de Janeiro
Espectacular amanecer en Río de Janeirolarazon

A pesar de la luz artificial y las convenciones sociales, la dinámica de la luz del día todavía influye en las actividades diarias de las personas que viven en entornos urbanos modernos, según una nueva investigación publicada en ‘PLOS Computational Biology’ y recogida por Europa Press.

Al igual que muchos otros organismos, los seres humanos tienen un reloj biológico interno que los ayuda a adaptarse a diferentes señales ambientales, como la luz y la oscuridad. En las ciudades modernas, las personas también deben adherirse a un reloj social de actividades cotidianas, como el trabajo, el ocio y la educación.

«¿Cómo funciona el ritmo diario de los seres humanos bajo el tic-tac simultáneo de estos dos relojes?», se preguntó Daniel Monsivais, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Aalto, en Finlandia, quien dirigió el nuevo estudio. Para encontrar la respuesta, él y sus colegas emplearon una técnica emergente conocida como «minería de la realidad», en la cual los patrones de actividad humana se deducen analizando el uso de dispositivos inalámbricos.

Los investigadores obtuvieron registros anónimos de tiempos de llamadas en el transcurso de un año de aproximadamente un millón de usuarios de teléfonos móviles en un país del sur de Europa (el uso de los datos dependía de mantener la identidad del país desconocida). El ciclo de sueño/vigilia de un usuario se dedujo al observar los periodos diarios de cuando comenzó y cesó su actividad de llamadas.

El análisis de los registros de llamadas reveló que, a pesar de una zona horaria compartida, el momento del amanecer y el ocaso en las respectivas longitudes de las personas seguía guiando el inicio y el final de sus actividades diarias. Durante un año, los cambios en el calendario de las actividades diarias correspondieron a las variaciones estacionales en el momento del amanecer y el atardecer.

Los investigadores también encontraron que las mujeres tendían a dormir más que los hombres (confirmando los hallazgos de estudios previos), y que la duración del sueño variaba con la edad. A medida que las personas se acercaban a la edad adulta, tendían a dormir por periodos de tiempo más largos. La duración del sueño disminuyó ligeramente para las personas de mediana edad y aumentó nuevamente en los ancianos.

Estos hallazgos podrían tener implicaciones para la salud humana, la economía, el consumo de energía y el transporte público, todos ellos influenciados por el momento de la actividad humana. «El siguiente paso en nuestro estudio es utilizar este tipo de enfoque de datos grandes para comprender la diferencia en el comportamiento entre las poblaciones urbanas y rurales, ya que se refiere al papel de los relojes sociales y biológicos en sus rutinas diarias», dice Monsiváis. EP