Ciencia

El olor a «huevo podrido» es bueno para las células

Según ha descubierto una investigación de la Universidad de Granada

El equipo de investigación del Centro de Investigación Biomédica. De izquierda a derecha, Luis Carlos López, director del estudio; Marta Luna Sánchez, autora principal; Julio Chaves, coautor; Agustín Hidalgo, autor principal; y Eliana Barriocanal, coautora
El equipo de investigación del Centro de Investigación Biomédica. De izquierda a derecha, Luis Carlos López, director del estudio; Marta Luna Sánchez, autora principal; Julio Chaves, coautor; Agustín Hidalgo, autor principal; y Eliana Barriocanal, coautoralarazon

«Huele a huevo podrido». Cualquiera que haya viajado en coche por la carretera habrá dicho o pensado esto alguna vez. Y habrá subido las ventanillas -cuando se viajaba con ellas bajadas sin necesidad de ser el protagonista de un anuncio de coches de lujo- o habrá aguantado el tirón con el coche a cal y canto hasta que pasa tan repentina y desagradable circunstancia.

Pero lo que difícil podía imaginar es que ese penetrante olor, conocido también como el «gas de las cloacas», es beneficioso para sus células. Así que a quejarse menos.

Tan sorprendente hallazgo lo ha hecho un grupo de científicos de la Universidad de Granada, que ha demostrado por primera vez que el sulfuro de hidrógeno, también conocido como el ‘gas de las cloacas’ por el olor a huevo podrido que provoca en las aguas residuales estancadas, es muy beneficioso a nivel fisiológico, porque ayuda a las células a producir energía.

Los investigadores, pertenecientes a la Universidad de Granada, laboratorios Abbott y al Centro de Investigación Biomédica (Instituto de Biotecnología), han demostrado que en ratones y humanos el sulfuro de hidrógeno que producen las propias células es utilizado por una enzima mitocondrial llamada sulfuroquinona: oxidoreductasa, la cual participa en la producción de energía de las células de cada tejido.

Como explica el autor principal de este trabajo, Luis Carlos López García, en los seres humanos y otros mamíferos, el sulfuro de hidrógeno es un gas tóxico que puede producir la muerte del individuo a altas concentraciones, según informa la propia universidad.

“Sin embargo, en los últimos años han surgido algunos estudios que demuestran que el sulfuro de hidrógeno a concentraciones fisiológicas es un señalizador celular que realiza importantes funciones fisiológicas. Dicho de otro modo: en concentraciones altas, este gas de las cloacas inhibe la producción de energía a nivel celular, pero en bajas concentraciones la estimula”, apunta el investigador de la UGR.

La enzima sulfuroquinona:oxidoreductasa utiliza también Coenzima Q10 (Q10) en su reacción, de forma que cuando hay un déficit en Q10 los niveles de esta enzima se ven reducidos drásticamente, limitando su actividad. Ese defecto contribuye al déficit bionergético asociado a la deficiencia en Q10, pero además provoca un aumento de los niveles de sulfuro de hidrógeno intracelulares, lo cual induce a cambios en los niveles de glutatión y ciertos neurotransmisores cerebrales, en la presión sanguínea y en la modificación de ciertas proteínas.

Por tanto, el estudio liderado por investigadores de la UGR, que ha sido publicado en la revista Embo Molecular Medicine, una de las más importantes en Medicina experimental del mundo, demuestra la importancia fisiológica del sulfuro de hidrógeno, el cual se produce y utiliza por cada una de nuestras células.

“Además, nuestro estudio identifica la alteración del metabolismo del sulfuro de hidrógeno como un nuevo mecanismo patológico asociado a la deficiencia en Q10 –explica López-. Finalmente, este trabajo abre las puertas a nuevas investigaciones y aplicaciones del metabolismo del sulfuro de hidrógeno, tanto desde un punto de vista patológico como terapéutico”.

Esta investigación ha sido financiada por el Ministerio de Economía y Competitividad, la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía y el National Institutes of Health (NIH) – USA.