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El Sistema Solar se inclina ante la enormidad del hipotético planeta Nueve

La Razón
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La existencia del planeta Nueve fue aventurada en enero de 2016 por Konstantin Batygin y Mike Brown y parece ser que en el tamaño y posición que se le suponen –el planeta no ha sido observado– reside la clave de uno de los mayores misterios astronómicos. Los planetas hasta ahora conocidos del Sistema Solar orbitan en un mismo plano –sus órbitas no varían más que de un par de grados entre sí– que mantiene una inclinación de seis con respecto del Sol. Este desajuste dota a la estrella de la apariencia de presidir el sistema con la cabeza ladeada.

Un reciente estudio de Elizabeth Bailey arroja algo de luz sobre una incógnita que, aunque no ha terminado de despejarse, plantea menos interrogantes. La autora señala al planeta Nueve como responsable del desnivel. Serían, al parecer, su tamaño –diez veces mayor que la Tierra– y el recorrido de su órbita –que se aleja treinta grados de las de los demás– los responsables de la desconcertante reverencia del Sol. Fue precisamente la fuerza gravitacional que ejercía este planeta invisible sobre cuerpos del espacio lo que permitió intuir su existencia.

De este modo, Bailey ofrece una explicación plausible a un enigma del que, según Brown, nadie habla por lo arraigado y difícil de explicar que es. Y es que la inclinación del Sol con respecto de los demás cuerpos del sistema constituía hasta ahora un sinsentido capaz de poner en duda el proceso de formación del espacio: una nube giratoria que, tras colapsar en un disco, dio lugar a cuerpos orbitando en torno a una estrella. El profesor de astronomía planetaria admite que, partiendo de las dimensiones y emplazamiento que la ciencia calcula como propias del planeta Nueve, la solución propuesta en el estudio «se adapta perfectamente» a los seis grados de inclinación solar. Este planeta, aunque invisible, se convierte así en el principal sospechoso del desequilibrio de nuestra estrella.