Medio Ambiente

Islamayor: La guerra del cangrejo

El Procambarus clarkii, introducido en aguas españolas hace más de 40 años, permite facturar 20 millones de euros anuales sólo en el municipio de Isla Mayor
El Procambarus clarkii, introducido en aguas españolas hace más de 40 años, permite facturar 20 millones de euros anuales sólo en el municipio de Isla Mayorlarazon

Las redes para pescar cangrejos son nasas cilíndricas tupidas y blancas, quizá grises. Entran en el agua y rezuman salazón de la marisma, chorretones de agua oscura que, según caen en cascada entre las mallas, dejan ver su contenido: un animal de color rojo intenso y pinzas poderosas. Un crustáceo que hace un siglo no vivía en estos lares.

Estamos en Isla Mayor, en medio de la Sevilla bañada por el sol y el Guadalquivir, donde la extracción de este cangrejo se ha convertido en una de las fuentes principales de sustento de la población. El crustáceo en cuestión es el Procambarus clarkii, más conocido como cangrejo de río americano. Especie invasora. Hoy casi nadie en Isla Mayor consideraría al cangrejo americano un invasor. Muchos quizás ni recuerden cuándo se introdujo la especie, allá por 1973, en estas aguas marismeñas. Es alimento, trabajo, economía, futuro... ¡cómo va a ser un invasor!

Pero lo cierto es que este cangrejo vive a su anchas en un territorio que no es el suyo. Su hábitat original es el Golfo de México. Durante buena parte del siglo pasado, algunos avezados comerciantes trataron de incorporarlo a nuestras aguas. Es un crustáceo más grande, de color más vivo y de mayor fertilidad que el cangrejo ibérico. Tras varios fracasos, finalmente cuajó el empeño de que colonizara el Guadalquivir en 1973, a partir de una cepa importada del estado norteamericano de Luisiana. Desde entonces, cada vez que encontramos cangrejos de río en el supermercado, lo más probable es que sean americanos. La especie autóctona, el cangrejo ibérico, ha sido casi desplazada por completo.

Más allá del hecho de que nuestro cangrejo patrio haya estado a punto de desaparecer, poca atención más ha venido recibiendo la batalla de los crustáceos. Pero ahora, la convivencia de estas dos criaturas se ha convertido en polémica política. ¿Por qué? Sencillamente porque localidades como Isla Mayor difícilmente podrían sobrevivir sin él. En 2007, la llamada Ley de Biodiversidad establecía un catálogo de especies invasoras que era necesario erradicar de nuestro territorio con el fin de salvaguardar la salud de nuestros animales y plantas patrios. Las especies incluidas en ese catálogo debían ser controladas y su comercialización, extracción o pesca quedaba prohibida.

Esa prohibición suponía un mazazo para la economía de algunas localidades como Isla Mayor (y otras muchas que han encontrado en animales como el cangrejo americano una fuente segura de ingresos). El Procambarus clarkii permite facturar 20 millones de euros anuales sólo en Isla Mayor, donde garantiza 200.000 jornales. En otras localidades como Coria del Río, Puebla del Río, Los Palacios, Utrera o Lebrija, cientos de personas viven gracias a él.

La Junta de Andalucía, sabedora del mazazo económico que supondría la prohibición, encontró una solución. El cangrejo rojo podría ser extraído como método técnico para controlar su desarrollo. Al fin y al cabo, la potestad sobre las medidas medioambientales corresponde a la comunidades autónomas.

En esa indefinición legal ha vivido la industria hasta ahora. Primero, porque el Supremo, a instancias de organizaciones ecologistas muy preocupadas por la suerte del cangrejo español, decretó en 2016 la prohibición de su pesca. Segundo, porque ahora el propio PSOE se ha negado a apoyar una Proposición No de Ley (PNL) del PP para mantener el uso comercial de esta especie. PSOE, Podemos y Ciudadanos se niegan a permitir que el cangrejo siga sirviendo de sustento a los habitantes de Isla Mayor, a pesar de que el propio PSOE, antes de la vuelta a la Secretaría General de Pedro Sánchez, había mostrado su interés en apoyar la PNL y de que el mismo Ayuntamiento de Isla Mayor está regido por el partido socialista.

El giro hacia posturas más conservacionistas del partido de Pedro Sánchez deja la economía cangrejera de Andalucía en el aire. ¿De verdad es peligroso el cangrejo americano para nuestra biodiversidad? Este animal es más voraz y prolífico que el cangrejo ibérico. Su presencia ha desplazado al crustáceo propio de nuestros ríos convirtiéndolo en ocasiones en meramente anecdótico. De hecho, se expande con tanta eficacia que modifica el equilibrio del entorno llegando a poner en peligro hábitats importantes (también desde el punto de vista económico) como los arrozales.

Pero algunos informes del CSIC arrojan algunas dudas sobre esta nefasta imagen. El «invasor» americano ha servido de alimento a especies protegidas como la nutria y algunas aves acuáticas. De hecho, hoy en día sería difícil mantener el equilibrio de esas especies sin el Procambarus clarkii. Si lo erradicamos quizás hayamos hecho un flaco favor al medio ambiente.

Hay que recordar que ni siquiera nuestro cangrejo de río ibérico es autóctono. Recientes estudios genéticos han demostrado que procede de cepas de cangrejo italiano introducidas durante el reinado de Felipe II.

La naturaleza no conoce de fronteras, muros y sirgas. El propio ser humano no es otra cosa que una especie invasora que viajó por el planeta entero desde su África natal desplazado a otras especies de hominino. La defensa a ultranza de la «patria» de nuestros animales y plantas tiene sus límites. Sólo desde la vocación de acercarse a los sectores más conservacionistas e izquierdistas de la sociedad se entiende el cambio de postura del PSOE y de Ciudadanos en esta materia. La ciencia no tiene claro si el cangrejo americano merece ser erradicado. Los miles de ciudadanos que comen cada día gracias a él, menos aún.