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La mandíbula que llena un hueco en la evolución

Imagen de la mandíbula de hace de 2,8 millones de años encontrada en Etiopía
Imagen de la mandíbula de hace de 2,8 millones de años encontrada en Etiopíalarazon

Un nuevo fósil de 2,8 millones de años rellena el hueco entre los últimos Australopithecus y los primeros Homo modernos.

El género Homo, es decir, la especie de hominino a la que pertenecemos los humanos actuales, podría haber aparecido en la Tierra 400.000 años antes de lo que se pensaba hasta ahora. Al menos así lo sugiere el hallazgo de una mandíbula fósil en el área de Ledi-Geraru, dentro de la región etíope de Afar y que se anunció ayer como el resto fosilizado más antiguo jamás descubierto perteneciente a un Homo. Tiene 2,8 millones de años. Ningún otro fósil de esta especie se acerca a esa edad.

Durante décadas, los paleontólogos han buscado en África los restos que documenten cómo fueron los albores de la humanidad, qué aspecto tenían los primeros representantes de nuestro linaje. Pero no lo han tenido nada fácil. Los primeros pasos de un Homo están envueltos en una espesa bruma por culpa de la falta de evidencias suficientes. El registro fósil de entre hace dos y hace tres millones de años es muy escaso y de muy poca calidad. Como resultado de ello, ha habido muy poco acuerdo científico sobre el momento exacto en el que afloró la versión moderna de los humanos.

Está relativamente bien documentada en esas fechas la presencia del Australopithecus africanus (aproximadamente entre hace 2,3 y 2,8 millones de años) y algo menos fiables son los datos de la existencia de otro australopiteco A. garhi (de hace unos 2,7 millones de años). Estos dos seres presentan características muy especializadas y demasiado alejadas de los siguientes individuos conocidos en el registro, que son los primeros Homo de los que tememos referencia, habilis y rudolfensis (hace unos 2,4 millones de años). Es decir, existe una laguna de más de 400.000 años en la que los fósiles no nos permiten establecer una conexión clara entre los ancestrales Australopithecus y los primeros Homo. La mandíbula presentada ayer podría cubrir parte de esa laguna. Y es que presenta cambios en la dentición y la forma propios de un Homo moderno, pero sólo 200.000 años más tarde del último Australopithecus conocido: la famosa A. afarensis «Lucy».

El fósil ha sido descubierto por un equipo internacional de geólogos y antropólogos y su datación lo sitúa en algún momento entre hace 2,75 y 2,8 millones de años. A la fecha se ha llegado mediante el estudio de varias capas de cenizas volcánicas en el terreno donde yacían los huesos. Para ello se han utilizado los isótopos argón 40 y argón 39, un método que permite determinar la edad de una erupción volcánica a través de los gases capturados por la lava.

El área en el que se ha desenterrado esta pieza pertenece al Valle de Rift, en el Éste de África, una gran fractura geológica que permitió a las rocas de hace casi 3 millones de años depositarse cargadas de información sobre la época. En muchas partes de ese valle, las rocas han sufrido una erosión constante desde su formación y es prácticamente imposible encontrar restos útiles en ellas. Pero en el área de Ledi-Geraru ha aflorado algún material menos deteriorado extraído por fallas del terreno que se produjeron mucho después del depósito de las rocas. Mediante la datación de capas de cenizas volcánicas encima y debajo del estrato donde se han encontrado los fósiles, los científicos pueden determinar los límites temporales entre los que el individuo al que pertenecieron los huesos pudo haber vivido. Además, en la zona se han encontrado restos de antílopes, elefantes prehistóricos, un tipo de hipopótamo, cocodrilos y peces que ayudan a realizar dataciones temporales indirectas. Todos esos fósiles caen en un espacio de tiempo de entre hace 2,54 y 2,84 millones de años.

La mandíbula de Ledi-Geraru (que se encontró en 2013) presenta, además, una morfología que podría justificar su antigüedad. Se ha hallado parte del hueso mandibular izquierdo junto con cinco dientes. Tras analizar el fósil, los paleontólogos descubrieron que en ella conviven formas primitivas propias de Australopihecus con otros rasgos más avanzados y modernos similares a los de los Homo. Por ejemplo, los molares son más finos que los de su antecesor, los premolares tienen una configuración más simétrica y la mandíbula en general está más proporcionada. Todo ello es un rasgo distintivo de los primeros Homo como el Homo habilis (que vivió hace 2 millones de años)

Pero la barbilla de este individuo es muy inclinada, tal y como era la del australopitecino más moderno encontrado: Lucy.

Ahora, la comunidad paleontológica deberá evaluar la importancia real de este hallazgo. El descubrimiento de un solo fósil y de tamaño tan reducido no es, de por sí, prueba de la existencia de una nueva especie. Es evidente que serán necesarias nuevas investigaciones que ayuden a perfilar los aún misteriosos comienzos de nuestra familia. Porque antes de Homo sapiens existieron otros Homo y ahora sabemos que fueron tan antiguos como, al menos, 2,8 millones de años. Esos seres son los que disfrutaron de los cambios evolutivos definitivos que los convirtieron en humanos. Tienen la clave de qué nos hizo humanos.

Junto a este avance, publicado en la revista «Science», la revista «Nature» también anunció ayer la reconstrucción de una mandíbula deformada de hace cerca de 1,8 millones de años perteneciente a Homo habilis y encontrada en su día en el valle tanzano de Olduvai. La pieza ha revelado una morfología inesperadamente primitiva, con rasgos más arcaicos de los atribuidos a esa especie y que podrían conectar con la mandíbula de Ledi.

Ambas noticias han servido para proponer que quizás sea necesario adelantar algo la aparición del primer Homo (bien sea mediante la variación de la fecha de aparición de habilis, bien mediante la propuesta de una nueva especie anterior). Pero aún queda mucho por averiguar y las antaño fértiles tierras de Etiopía hoy no parecen dispuestas a dejarse arrebatar fácilmente el secreto fósil que albergan.