Astronomía

La misteriosa señal que llega del cosmos

El astrobiólogo autor del hallazgo afirma que es demasiado poderosa como para tratarse de una interferencia. Y el único telescopio que podría tener la clave está desconectado

La misteriosa señal que llega del cosmos
La misteriosa señal que llega del cosmoslarazon

El astrobiólogo autor del hallazgo afirma que es demasiado poderosa como para tratarse de una interferencia. Y el único telescopio que podría tener la clave está desconectado.

Es uno de los fetiches de la divulgación astronómica y también, por qué no decirlo, de la divulgación de la parafernalia ufológica. El radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, que rastrea el cosmos más profundo en busca de señales de radio lejanas, siempre está en el punto de mira de los amantes de la búsqueda de ET. Sí, es la historia, entre otras, de la película Contact, basada en la imaginación científica de Carl Sagan: el telescopio que recibe una señal desconocida, quién sabe si una llamada de una civilización alienígena.

Ahora, un grupo de astrónomos dice haber detectado señales «extrañas» que proceden de una pequeña porción del cosmos situada a unos 11 años luz de la Tierra. Al parecer, la emisión se captó el pasado 12 de mayo en las mismísimas instalaciones de Arecibo.

Evidentemente, las preguntas relacionadas con este acontecimiento se suceden. ¿De dónde procede la señal? ¿Qué tipo de señal es? Y, sobre todo, ¿qué la está generando?

Empecemos por lo primero. Al parecer, el objeto más probable del que podría proceder una señal de estas características sería Ross 128, una estrella enana roja de la que aún no se sabe que contenga ningún planeta a su alrededor, y que emite un brillo (por lejano y poco energético) 2.800 veces más débil que la luz que nos llega del Sol.

La estrella entró en el radio de observación del telescopio durante una ventana de 10 minutos. En ese lapso, se pudo identificar una radioemisión que se repetía de manera casi periódica. Ya es sabido que las emisiones periódicas suelen llamar la atención de los científicos. En la naturaleza hay pocas cosas simétricas: no existen líneas rectas, no hay dos mitades exactas de un corazón, y casi nada suele emitir ningún tipo de señal que se repita de manera periódicamente exacta salvo que sea un pulso artificial, creado por algún tipo de inteligencia.

¿Sería entonces esta emisión el reflejo de algún tipo de artefacto extraterrestre?

Para tranquilizar los ánimos, digamos que los científicos de Arecibo consideran verdaderamente remota esta posibilidad. Pero eso no impide que quieran seguir indagando en qué hay detrás de la señal.

La explicación más prosaica es que, en realidad, el ruido no proceda de las lejanías del cosmos, sino que sea la interferencia de algún objeto lanzado por el ser humano, algún satélite que pasa entre la imagen de Ross 128 y nosotros. El campo de visión del telescopio de Arecibo es realmente ancho. Eso haría posible que un objeto más pequeño interpuesto en el campo de visión sea capturado. Las frecuencias en las que se ha observado la emisión coinciden, además, con algunas de las que se usan en los satélites humanos. ¡Jarro de agua fría! O no... porque el propio autor del hallazgo, el astrobiólogo Abel Méndez, escribió hace unos días en su blog personal que la señal recibida es demasiado poderosa como para tratarse de una interferencia. Es «demasiado peculiar», dijo.

¿Podría tratarse de otro fenómeno natural? Sí, por ejemplo de una llamarada solar, una emisión de energía desde la superficie de la lejana estrella similar a la que emite el Sol. De hecho, las llamaradas solares son muy conocidas en astronomía.

Para dar explicaciones a estas dudas, Méndez sigue oteando el universo en la región donde habita Ross 128 con la esperanza de que pueda repetirse el sonido.

Aunque Arecibo es quizá demasiado poco potente para poder afinar más la señal. Solo una instalación en el mundo podría ayudar a mejorar la percepción: el telescopio FAST de China.

Por desgracia, FAST está ahora desconectado mientras se procede a algunos trabajos de calibración de sus antenas. Nos quedaremos, pues, durante un tiempo, con las ganas de saber más.

El caldo de cultivo para la especulación ufológica está servido... y ¡encima en verano!