Ciencia y Tecnología

Life: Tecnologías que podríamos aprender de los extraterrestres

Técnicas de hipersueño, cerebros informatizados, proteínas capaces de transformarse en alimentos, dominio del arte de los agujeros negros... Si los alienígenas nos visitaran, nos llevarían, como mínimo, un siglo de ventaja en términos de innovación

Life: Tecnologías que podríamos aprender de los extraterrestres
Life: Tecnologías que podríamos aprender de los extraterrestreslarazon

Técnicas de hipersueño, cerebros informatizados, proteínas capaces de transformarse en alimentos, dominio del arte de los agujeros negros... Si los alienígenas nos visitaran, nos llevarían, como mínimo, un siglo de ventaja en términos de innovación

Este fin de semana se ha estrenado la película «Life», dirigida por Daniel Espinosa y protagonizada por Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson y Ryan Reynolds. El argumento gira alrededor de seis astronautas que, en la Estación Espacial Internacional –ISS por sus siglas en inglés–, se encuentran con la primera prueba de vida extraterrestre. Aprovechando que la ISS cuenta con un importante laboratorio, la tripulación comienza a analizar esta nueva forma de vida, pero la investigación (y el «marciano», pues hay vida en este planeta) se les escapa –literalmente– de las manos y demuestra una inteligencia inesperada. Y una crueldad que no se queda atrás. A partir de este momento nace el dilema ético: dar a conocer esta forma de vida a los expertos de la Tierra o aceptar que es un organismo con la capacidad de aniquilar la biología planetaria y exterminarlo.

Previo al estreno, se convocó a algunos periodistas a asistir a un coloquio en la Universidad Complutense de Madrid titulado «Retorno de muestras de Marte: Visión científica VS Interés público». La dirigió Felipe Gómez, experto en Planetología y habitabilidad del Centro de Astrobiología (CAB). Allí, Gómez señaló la primera de las pautas pera intentar deducir cómo puede ser la innovación de una civilización alienígena: «Si desarrolláramos una tecnología adecuada para trasladarnos por el Universo creo que dejaríamos de ser belicistas. Aún así, cuando dos civilizaciones entran en contacto, lo que suele ocurrir es que la inferior acaba desapareciendo, no porque la superior sea belicosa sino por multitud de razones, como enfermedades».

La postura coincide con lo expresado por Jill Tarter, del Instituto SETI –siglas en inglés del Programa de Búsqueda de Vida Extraterrestre– en una reciente entrevista concedida a la BBC. «Si llegan a nuestro planeta –explica Tarter– quiere decir que tienen una tecnología mucho más avanzada que la nuestra. Y por eso serán ellos quienes pongan las reglas. Pero queda mucho para que descubramos vida extraterrestre: si el espacio fuera como los océanos de la Tierra, apenas hemos analizado el contenido de un vaso».

Ahora, atreviéndonos por el camino de la especulación, la posible existencia de una civilización alienígena, más avanzada que la nuestra, debería estar, al menos –y siendo muy optimistas– a unos 50 años luz. Al analizar una estrella o un exoplaneta, la distancia a la que se encuentra, supongamos un año luz, es la distancia que tarda la luz en llegar hasta nosotros. Así, los científicos no ven el planeta «en directo» sino cómo era hace un año. O cómo fue 500 años atrás, si se encuentra a 500 años luz. Teniendo en cuenta cuánto llevamos estudiando el cielo con telescopios modernos, sería lógico asumir que, si hubiera una civilización cerca en términos astronómicos, ya la habríamos detectado.

Y aquí comienza el periplo tecnológico. Si los habitantes de otro planeta decidieran hacer turismo galáctico, deberían contar, primero, con una tecnología de transporte lo suficientemente avanzada para, no ya acercarse a la velocidad de la luz, pero al menos encontrarse a medio camino. Los humanos apenas rozamos los 40.000 km/h –la nave fue la Apolo 10, en 1969–, lo que significa que los números se quedan muy cortos: no llegamos ni al 0,004% de la velocidad de la luz en una nave tripulada.

Transporte y energía

Una civilización que se acercara a nosotros debería haber desarrollado un sistema de energía sumamente eficaz que les permitiera viajar a velocidades próximas a las de la luz –o al menos a un 50%–. Este combustible no debería ni pesar mucho, ni ocupar mucho sitio ni constituir un potencial peligro para la nave. Por ejemplo, el cohete Saturno V, que impulsó al Apolo 11 a la Luna, llevaba más de 2 millones de kilos de combustible, de acuerdo con la NASA. Las opciones, por lo tanto, es que los alienígenas hayan desarrollado un sistema de combustible a partir de fusión fría, paneles solares con una mayor eficiencia –para usar como velas solares– o dominar el arte de los agujeros de gusano para trasladarse entre regiones muy distanciadas del Cosmos.

Medicina

Indudablemente, una civilización que alcanza tales cotas de desarrollo avanza de modo similar en todos los campos. Así, pretender que lo último en tecnología médica es una sonda rectal... no es lógico. En este campo hay dos opciones, quizá tres. La primera es que hayan conseguido una técnica de hipersueño que les permite hibernar durante décadas, mientras dura el viaje. La segunda opción es que, mediante la genética y la medicina, hayan conseguido burlar el envejecimiento y las enfermedades vinculadas –trastornos neurodegenerativos por ejemplo–, para alargar su vida en siglos. Y la tercera es que no viajen ellos: enviarían su cerebro en un ordenador y, en realidad, nosotros contactaríamos con una máquina. Lo que significaría que, para ellos, nuestros ordenadores más avanzados, serían un reloj digital con calculadora. Como mucho.

Ordenadores

En 1993, uno de los ordenadores más potentes del mundo, el TMC CM-2, era capaz de realizar unas 7.000 millones de operaciones por segundo. En 2015, el Samsung Galaxy S6 era cinco veces más potente y la PlayStation 4, 200 veces. Por si fuera poco, ambos eran miles de veces más económicos y ocupaban una fracción del espacio del superordenador. No es disparatado asumir que, si una civilización que nos visita nos llevaría al menos un siglo de adelanto tecnológico. Sus ordenadores nos mostrarían un futuro que ahora mismo nos parece inconcebible. Y de la mano de ello iría la inteligencia artificial. De hecho, puede que no nos visite un «marciano», sino una Siri o Cortana de otro planeta.

Alimentación

Para mantener vivos a los seres que viajen durante décadas a bordo de la nave, será preciso crear un sistema de alimentación muy avanzado. Proteínas que se desarrollen en placas petri y de las cuales se pueda obtener una hamburguesa o un chuletón sin necesidad de llevar con nosotros al animal; frutas y verduras que crezcan bajo gravedad cero, y, por qué no, una cerveza que no produzca resaca.

¿Y si los aliens fueran malos?

Los expertos afirman que el grado de desarrollo de una tecnología va acompañado de un incremento en su humanismo...pero los alienígenas no son humanos. Si llegaran para conquistarnos, deberíamos enfrentarnos a sus armas. Justamente esto es lo que plantea el juego Prey (se estrena el 5 de mayo y lo ha desarrollado el mismo equipo de Dishonored). La historia transcurre en la estación espacial Talos I que durante el hipersueño, ha sido invadida por una especie extraterrestre a la que debemos enfrentarnos. Entre armas y gadgets más interesantes (no necesariamente aplicables a propósitos beligerantes) existe la carga recicladora (un prototipo que absorbe todo lo que se encuentra en su radio de acción y después escupe los fragmentos, lo que es perfecto para obtener materias primas), el psicoscopio (un dispositivo que permite leer la actividad cerebral y conocer a la otra persona o ser vivo), el sistema de propulsión Artax (perfecto para desplazarse tanto en entornos de gravedad cero como normal) y el TranScribe, que podría ser una mezcla de smartphone con gestor de cambios genéticos, perfecto para editar el ADN del humano y volverse un poco alienígena.