Espacio

Observan por primera vez un agujero negro que come estrellas

Un equipo internacional de astrofísicos, dirigidos por científicos de la Universidad John Hopkins, han observado por primera vez cómo una estrella es tragada por un agujero negro y expulsa una llamarada de materia que se mueve a casi la velocidad de la luz.

El hallazgo, publicado en ‘Science’, se ha realizado tras un seguimiento de la estrella --aproximadamente del tamaño del Sol-- y detectar que se estaba desplazando de su camino habitual y se deslizaba con la fuerza gravitacional de un agujero negro supermasivo que la aspiraba, ha explicado uno de los autores, Sjoert van Velzen.

«Estos eventos son extremadamente raros. Es la primera vez que lo vemos entero, desde la destrucción estelar hasta el lanzamiento de una salida cónica, también llamada chorro. Además, vimos que se desarrolla durante varios meses», ha apuntado van Velzen.

Los agujeros negros son áreas del espacio tan denso que la fuerza gravitacional detiene la fuga de la materia, del gas e incluso de la luz, haciéndolos invisibles y creando el efecto de vacío en el tejido del espacio. Los astrofísicos habían predicho que cuando un agujero negro es alimentado, la fuerza de una gran cantidad de gas, en este caso del de toda una estrella, expulsa un rápido chorro de plasma por su borde o ‘horizonte de sucesos’.

Este estudio ha determinado que esta predicción, hasta ahora teórica, es correcta. «Los esfuerzos previos para encontrar evidencias de estos chorros llegaban siempre tarde», ha señalado van Velzen, quien dirigió el análisis y coordinó los esfuerzos de otros 13 científicos de Estados Unidos, los Países Bajos, Gran Bretaña y Australia.

De cree que los agujeros negros supermasivos existen en el centro de la mayoría de las galaxias masivas. Este en particular se encuentra en el extremo más ligero del espectro de estos objetos, ya que es tan sólo un millón de veces la masa del sol. Pero aún así, los expertos destacan que su fuerza es la suficiente como para engullir una estrella.

La primera observación de la estrella fue realizada por un equipo de la Universidad Estatal de Ohio, usando un telescopio óptico en Hawai. Ese equipo anunció su descubrimiento en Twitter a principios de diciembre de 2014.

Después de leer sobre el evento, van Velzen se puso en contacto con un equipo dirigido por Rob Fender en la Universidad de Oxford, y que utiliza telescopios de radio para dar seguimiento al evento lo más rápido posible. «Llegamos justo a tiempo para observar la acción», han indicado los autores.

Además de los sistemas tecnológicos, los científicos explican que ayudó en esta observación que la galaxia está «más cerca de la Tierra» que los intentos estudiados previamente. Concretamente, esta galaxia está a unos 300 millones de años luz de distancia, mientras que investigaciones anteriores se hicieron desde, por lo menos, tres veces más lejos.

El primer paso para el equipo internacional fue descartar la posibilidad de que la luz fuera de una masa arremolinada expansiva preexistente, lo que se conoce como «disco de acreción» y que se forma cuando un agujero negro está chupando materia desde el espacio. Eso ayudó a confirmar que el aumento repentino de la luz de la galaxia se debió a una estrella recién atrapado.

«La destrucción de una estrella por un agujero negro es muy complicada, y aún estamos lejos de entenderla», ha reconocido van Velzen. «A partir de nuestras observaciones, nos enteramos de que las corrientes de desechos estelares pueden organizarse y formar un chorro con bastante rapidez, lo que supone una valiosa aportación para la construcción de una teoría completa de estos eventos», han apuntado los expertos.