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«Rebobinar» a las bacterias

Científicos logran debilitar a estos organismos: los devuelven a un estado anterior en el que no tenían resistencia contra los antibióticos

«Rebobinar» a las bacterias
«Rebobinar» a las bacteriaslarazon

Científicos logran debilitar a estos organismos: los devuelven a un estado anterior en el que no tenían resistencia contra los antibióticos

No es una previsión para el futuro. Está pasando ya, ahora mismo, y supone una de las mayores amenazas para la salud pública a nivel global. Así de tremendista sonaba el último informe de la Organización Mundial de la Salud sobre la resistencia a los antibióticos hecho público hace unos días. Se trata del análisis más ambicioso publicado hasta la fecha sobre el estado de las enfermedades bacterianas que no responden a tratamiento. Se han estudiado los datos de 133 países para descubrir que sólo 34 tienen un plan nacional contra este problema (España cuenta con un plan estratégico y de acción al efecto). Pero lo más llamativo es que en algunos lugares del planeta el 50 por 100 de los pacientes muestran hoy resistencia a los fármacos contra E. coli, por ejemplo. Eso significa que existe hasta un 64 por ciento más de probabilidades de que fallezcan por una infección de ese tipo.

En medio de este panorama, un equipo de investigadores de la Universidad de California y de la American University anunció ayer uno de los avances más importantes de la última década para combatir la resistencia antibiótica. Se trata del descubrimiento de un nuevo mecanismo de acción que puede hacer volver a las bacterias a su estado pre-resistente. En cierto modo, han logrado rebobinar la evolución de una bacteria que ya ha adquirido resistencia a los antibióticos y devolverla a su estado original, cuando no estaba protegida contra los fármacos.

El resultado es un microorganismo que puede ser eliminado con una familia de 15 medicamentos comúnmente utilizados para combatir infecciones ordinarias. Entre ellos, la penicilina.

La resistencia es una función natural de la evolución de las bacterias. Además, es prácticamente inevitable. Existen miles de tipos de bacterias y conviven en grandes poblaciones que tienen a su disposición miles de millones de huéspedes: los seres humanos. Nuestra tendencia a vivir en grandes grupos de población facilita enormemente el intercambio de bacterias y, por lo tanto, la probabilidad de que se reproduzcan y muten en variedades cada vez más fuertes y adaptadas. Igual que un animal se adapta a los cambios del entorno desarrollando habilidades u órganos específicos contra los depredadores, las bacterias lo hacen creando escudos para sus principales enemigos, los antibióticos. ¿Sería posible volver hacia atrás en esa adaptación? Los investigadores han desarrollado bacterias en laboratorio a las que sometieron a un bombardeo constante de antibióticos. Estudiaron matemáticamente cómo crecieron las poblaciones y la probabilidad de que en una de ellas se produzca una mutación resistente. Con todo ese arsenal matemático probaron diferentes combinaciones de antibióticos inoculados cíclicamente hasta lograr que en una población de bacterias los microorganismos volvieran a su estado de no resistencia. Ésa es la estrategia que habitualmente se emplea en la práctica clínica para luchar contra la infección: dar al paciente una serie de antibióticos distintos en ciclos determinados esperando que el agente infeccioso responda al tratamiento. Pero el plan suele carecer de una base matemáticamente sólida. Hasta ahora, la idea se parecía más a un juego de máquina tragaperras. El médico ofrece combinaciones de antibióticos esperando que de alguna de ellas resulte la conjunción de cuatro ases que te da opción al premio: la curación.

Lo que la nueva investigación ofrece por primera vez es una herramienta matemática (llamada Time Machine) que permite a los médicos conocer qué tipos de antibióticos, en qué combinaciones y con qué periodicidad puede ofrecer mejores resultados. Un segundo paso será crear un chip microfluídico (una tecnología que analiza el comportamiento de los fluidos a pequeña escala) que sirva para determinar el grado de evolución resistente de un cultivo de un paciente y sobre el cual se pueda aplicar el algoritmo de Time Machine para orientar al médico sobre la mejor combinación posible de fármacos.

Gracias a este avance, los antibióticos (cuya eficacia ha sido puesta en duda recientemente) vuelven a demostrar su validez si son administrados con los patrones adecuados.