Ciencia

Tapanuli: El orangután descubierto «in extremis»

Vive al norte de la isla de Sumatra y es el simio más amenazado del planeta: sólo quedan 800 por culpa del deterioro de su hábitat y la caza furtiva

Estos orangutanes viven en un área de 1.100 kilómetros cuadrados del ecosistema de Batang Toru
Estos orangutanes viven en un área de 1.100 kilómetros cuadrados del ecosistema de Batang Torularazon

Vive al norte de la isla de Sumatra y es el simio más amenazado del planeta: sólo quedan 800 por culpa del deterioro de su hábitat y la caza furtiva.

Nuestra familia ha crecido, aunque quizás no por el lado que más nos gustaría. En lugar de tener un nuevo hijo o un nuevo hermano, nos ha salido un primo lejano inesperado y en problemas. Tradicionalmente, la ciencia ha considerado que existen seis especies vivas de grandes simios: gorilas, chimpancés, bonobos, seres humanos y dos especies de orangután (el de Sumatra y el de Borneo). Desde ayer hay un gran simio más en la foto. Un estudio liderado por el antropólogo Michel Krutzen, de la Universidad de Zurich, ha permitido asegurar que existe una tercera tipología de orangután: una población aislada, también habitante de Sumatra, que ha resultado una especie independiente. Su nuevo nombre: orangután Tapanuli.

La buena noticia viene empañada con un jarro de agua fría: sólo quedan 800 orangutanes Tapanuli, lo que convierte a este animal en el simio más amenazado del planeta. En ciencia, se sabe que un porcentaje muy elevado de especies animales hoy desconocidas desaparecerán del mapa antes de que lleguemos a saber de su existencia. Con el orangután Tapanuli ha estado a punto de ocurrir precisamente eso.

Los pocos individuos de la especie que quedan se encuentran en serios problemas de supervivencia por culpa del deterioro de su hábitat (los bosques leñosos de la isla) y la caza furtiva.

La noticia es realmente una sorpresa científica. Los grandes simios son las especies más estudiadas del planeta. Su relación directa con el ser humano los convierte en objeto de miles de trabajos de investigación a los que se dedican millones de euros. Aun así, incluso habiendo estado en el foco de la antropología durante décadas, una especie de orangután había permanecido oculta. Y un orangután no es precisamente un insecto o una bacteria, ningún tipo de vida que pueda pasar inadvertida fácilmente. El hallazgo pone en evidencia cuán pequeño es aún nuestro conocimiento sobre la diversidad de la vida, sobre las especies escondidas que habitan nuestro entorno, las relaciones biológicas que se establecen entre ellas, los recursos que pueden estar en peligro.

El nuevo orangután vive en la zona conocida como Batang Toru, al norte de la isla de Sumatra. Desde hace más de diez años, se sospechaba de la existencia de familias de orangutanes con una distribución geográfica y un comportamiento distintos a los comúnmente conocidos. Pero nunca estuvo claro que se tratara de una especie separada. Más bien podía tratarse de una variedad peculiar de alguna de las familias registradas. En 2013, sin embargo, la investigación dio un giro inesperado cuando un equipo de científicos hallaron el esqueleto de un orangután muerto tras un encontronazo con cazadores, pero abandonado en la intemperie.

Fue como hallar los huesos enterrados de un animal extinto: las peculiaridades anatómicas de aquel individuo demostraban que no pertenecía a ninguna especie conocida.

Ahora, se ha analizado el genoma de 37 individuos para confirmar que, efectivamente, tenemos una tercera rama en discordia y que la separación de esa rama ocurrió hace más de tres millones de años, cuando los Tapanuli se desgajaron de la rama borneana. Solo 700.000 años después apareció la rama de Sumatra. Es decir, el primer orangután en la historia habría sido el de Borneo, de él se separó el de Tapanuli y más tarde surgió el de Sumatra.

El nuevo animal se convierte así en un testigo de excepción de la historia evolutiva de los grandes simios (uno de los orangutanes más antiguos, cercano a la línea original del género Pongo, la rama madre de los simios actuales).

Pero el tesoro genético que llevan dentro, que podría dar pistas sobre el origen mismo de nuestros primos más cercanos, puede ser muy efímero. Una mortalidad de menos del 1% al año, podría hacer que la especie se desvaneciera antes incluso de que llegáramos a entenderla del todo.