Acoso escolar

¿Cómo se detecta?

La Razón
La RazónLa Razón

¿Cómo se detecta el acoso? ¿Qué síntomas presentan los niños que lo padecen?

-En el acoso escolar, el tiempo siempre juega en contra. Cuanto más tiempo pase un niño sufriéndolo, peores consecuencias. Por ello, la detección temprana es muy importante. Hay que estar muy atentos a las señales del acoso. Nosotros empleamos la regla de las 3 C:

Cambios: en las notas, en el humor, en las costumbres, en los amigos, en los trayectos, en el material del «cole», en su ropa o enseres... «Pasan cosas que antes no pasaban»; Campanas: no quiere ir al colegio, falta mucho, se pone malo (dolores de estómago, de cabeza, ansiedad...), sobre todo los domingos por la noche... «Odia los lunes»; Cuerpo: mira al suelo, ojos tristes, hombros encogidos... «Ya no es el que era».

¿Por qué cree que se han triplicado las denuncias por «bullying»?

-El acoso escolar se está haciendo más visible. Estamos más sensibilizados ante esta lacra que causa tantos estragos y que incluso empuja a muchos chicos y chicas a quitase la vida, como estamos viendo ya con demasiada frecuencia...Es tiempo ya de empezar a cambiar las actitudes frente al acoso: Si sufres acoso, dilo, pero díselo a todo el mundo: al conserje, al quiosquero, al panadero... y, por supuesto, a tus profesores y familia, porque no hay que tener vergüenza de ser acosado; la vergüenza es acosar o permitir que alguien acose. Y todo el mundo debería enterarse de lo que pasa...

¿En qué edades se dan más las agresiones?

-Las encuestas arrojan cifras estremecedoras: alrededor del 26 %, o sea, uno de cada cuatro chicos sufre algún tipo de acoso. Si lo traducimos a números, son alrededor de ¡dos millones de niños! De los cuales, unos 200.000 padecen acoso de alta intensidad. El mayor número de casos se da en el Ciclo Superior de Primaria (5º Y 6º), y en el Primer Ciclo de Secundaria (1º y 2º) es donde alcanza su mayor intensidad y visibilidad (vídeos, fotos, redes sociales...). Lo preocupante es que el acoso empieza, cada vez más, a edades más tempranas: cada vez son más las consultas que nos llegan sobre niños de 4 y 5 añitos.

¿Ha crecido el ciberacoso? ¿Cómo se puede combatir?

-El ciberacoso crece al mismo ritmo vertiginoso que las nuevas tecnologías. Cada día surgen nuevas redes, aplicaciones y utilidades que facilitan la comunicación pero también sustentan el maltrato digital, multiplicando así la visibilidad y permanencia del acoso. Esto hace que las consecuencias sean mucho más dañinas para quien lo sufre. Las últimas muertes por acoso escolar tenían un alto componente de «ciberbullying». Para combatirlo, es necesario educar a los chicos en el uso responsable de internet, advertirles de los peligros y amenazas, enseñarles a evitarlos y, sobre todo, tener buena comunicación con ellos para saber lo que sucede rápidamente y poder actuar en consecuencia.

¿El acoso puede tener relación con trastornos de la alimentación?

-El acoso escolar es un maltrato continuado que hace que la propia víctima acabe sintiéndose culpable de lo que le sucede. Tenemos muchos casos de chicas que a fuerza de llamarlas diariamente «gordas», sin serlo, desarrollan trastornos de la alimentación y fuertes sentimientos de culpa. Es también este sentimiento de culpa el que lleva a las víctimas a autolesionarse. El «cutting» consiste en cortarse en brazos y piernas y es consecuencia del daño que produce el acoso en la autoestima del menor, en uno de los momentos más importantes del desarrollo de su personalidad.

¿Existe un perfil determinado del acosador?

Existen varios tipos y cada uno de ellos tiene sus propias motivaciones. Por nuestra experiencia, el perfil del acosador «cabecilla», líder negativo, suele ser el de un chico al que la familia no pone límites, que está acostumbrado a mandar en casa y al que los padres suelen encubrir y justificar. Se comporta como un pequeño tirano, tanto con la familia como con los compañeros. El denominador común en casi todos los acosadores es que no son felices; por eso tenemos que dirigir nuestra atención también al agresor, porque cambiando sus actitudes estamos ayudando a que otros niños no sufran malos tratos. Y, probablemente también, a futuras parejas e hijos, compañeros de trabajo, vecinos...

¿Hay más «bullying» entre chicos o chicas?

-Los estudios no revelan diferencias importantes. Tampoco entre el tipo de escuelas (públicas, concertadas o privadas...). Las diferencias se dan, sobre todo, en el tipo de acoso, siendo el de los chicos más físico (collejas, empujones...) y el de las chicas más social (exclusión).