Madrid

«Jero» García: «Mis armas son las palabras, la comprensión y la empatía»

Jerónimo «Jero» García nos habla de la nueva temporada de «Hermano mayor», de su deporte favorito, el boxeo y, nos recuerda algunas de las películas y libros que más le han marcado.

Jerónimo “Jero” García.
Jerónimo “Jero” García.larazon

Jerónimo «Jero» García nos habla de la nueva temporada de «Hermano mayor», de su deporte favorito, el boxeo y, nos recuerda algunas de las películas y libros que más le han marcado.

Jerónimo “Jero” García. Setenta combates en el cuadrilátero. Dieciocho años dando clases de boxeo. Quince, trabajando con niños problemáticos. Un hombre también es la trigonometría existencial de unas cifras, de unos números. Él consiguió los suyos en silencio, apretando los dientes. Su padrenuestro, la disciplina del ring: trabajo y esfuerzo. La vida no se lo puso fácil, pero él se salió con la suya con tenacidad y valor. Hoy pertenece a esa clase de tipos que se ríe de los éxitos que no conllevan sacrificios y de las victorias fáciles que no requieren voluntad, sudor y sacrificio.

-¿Cuáles son los principales problemas de los jóvenes de hoy?

-Principalmente, la falta de comunicación con los padres, pero, en el fondo, estamos hablando de falta de comunicación con todo: amigos, profesores... No sé si es por un problema que procede de la relación que hemos establecido con la tecnología, con los ordenadores y móviles, pero lo cierto es que estamos cortando la conexión con las personas. Lo que más me preocupa la comunicación con los padres. Esa pérdida puede convertirse en un cáncer. Nuestros adolescentes son la generación, de los últimos cincuenta años, que más tiempo pasan en casa y los que menos hablan con los padres.

-¿Recaen muchos chicos de los que pasan por tu programa?

-Mi índice de éxito es muy elevado. En los doce chicos que he tratado, he logrado la conciliación familiar, pero son ellos ahora los tienen que caminar hacia la luz.

-En nuestra sociedad ya no se aprecia el sacrificio.

-La falta de valores es uno de los problemas más serios que tenemos y que está latente en nuestra sociedad. Una falta que está muy acentuada en la generación adolescente, que carece, muchas veces, de objetivos y criterios, y que se ha entregado a la desidia. Los valores son muy importantes, sobre todo algunos, como el sacrificio, la constancia y el trabajo, que es algo que se aprende en el boxeo.

-¿Hay brecha generacional?

-No es tanto una brecha, sino un cambio generacional. En todas las generaciones hay taras, porque de una a otra, todo cambia. Es normal. Pero ahora mismo, la falta de comunicación es la herida que debemos curar. Muchos adolescentes echan en falta algo y se frustran, pero deben saber que, al final, la transformación de un niño a un hombre pasa por darse cuenta de que los padres no son ideales ni perfectos. La gente no es perfecta. Y si no hablan con su familia, no pueden explicar lo que sienten... se hunden. A bastantes jóvenes les sucede esto, y se frustran, se enfandan y la lían.

-¿Algún chico ha sido tan violento que has tenido que parar el programa?

Hemos sabido torear con todos hasta ahora. Destacaría, entre todos, el segundo programa de esta temporada, que se emite mañana. Es muy duro. Estaba fuera de la realidad y tenía una observación bastante negativa de lo que sucedía a su alrededor. En ciertos momentos llegamos a rozar la desesperación, pero lo encauzamos. Creo que este programa es de los mejores en toda la historia de “Hermano mayor”. Recomiendo verlo. De verdad.

-¿Te respetan por ser boxeador?

-No, mi antecesor, por ejemplo, medía dos metros. No creo que en los momentos de tensión, ellos piensen en eso. Mis armas son las palabras, la comprensión y la empatía. Es lo que uso, no la intimidación. Eso lo dejo para el cuadrilátero (risas).

-¿Está cambiando la imagen del boxeo?

- Sí. Antes, los niños tenían que coger del brazo a los padres para que los llevaran a un gimnasio. Hoy es al revés. Sus progenitores se han dado cuenta que un monitor de un deporte de contacto, punta de lanza, no es sólo el profesor de un deporte, sino que también puede acompañar y ayudar a un adolescente en su camino. Nosotros podemos ayudarles a que reconozcan ciertos valores, como la constancia, el sacrifico y la disciplina.

La imagen que ha perdurado del boxeo es la de dos personas golpeándose en un ring, eso no es boxeo. También hay otro, el que sirve para desestresar, un boxeo sin contacto, educativo. El día que la gente se acerque a ese tipo de boxeo descubrirán algo nuevo. El fútbol no es sólo Ronaldo y Messi. hay fútbol regional, fútbol sala, al igual que el boxeo no son Maywather y Pacquiao. Tengo alumnos que entrenan a diario y que no han hecho guantes nunca. Nadie les ha golpeado y nadie les obliga a hacerlo. Las proporciones han cambiado, también. Antes, todo el mundo que practicaba el boxeo era para pelear. Luego calló esa proporción al 80 por ciento. Ahora hay personas que nunca se ponen el bucal. Lo practican porque es un ejercicio muy sano. Una masa social que reclama eso y que empuja al boxeo. Ahora, además, es un deporte que empieza a llamar a las marcas.

-¿El cine ha dado una idea negativa o positiva?

-Es el deporte más retratado en la gran pantalla. Muchas veces se ha centrado en su reverso tenebroso, en su leyenda negra. Pero igual que España tiene una leyenda negra que es ficticia, la del boxeo también es mentira. Los filmes que más han ayudado al boxeo son los que tan tocado el tema de la superación personal. Uno de ellos es “Rocky”, claro. Otro “The Boxer”, que muestra cómo se sale de la cárcel a través del boxeo, y una persona se separa del terrorismo. También los “biopic”, como “Ali”. Otros nos han hecho mirar la parte oscura de los boxeadores, como “Toro salvaje”, pero como son obras maestras se las perdona (risas).

-Ali murió.

-Para mí es una leyenda, pero no sólo por lo que hizo en el ring, sino porque él defendió unas ideas, las suyas, hasta sus últimas consecuencias. Y eso es muy loable. Para un boxeador perder su licencia para pelear, durante tres años, es muy duro. Ali estuvo sin poder boxear durante ese tiempo. Renunciar a tanto por tus convicciones está al alcance de pocas personas. Por eso es grande, y puede que no sea partidario de todo lo que defendía, pero comparto con plenitud lo que hizo. Por eso es una leyenda del deporte. Tener el valor de renunciar a tu carrera cuando estás en lo más alto, cuando eres el campeón del mundo, la estrella deportiva más mediática, y vas y lo dejas todo por tus ideas, bueno, hay que valorarlo. La mayoría de las personas no lo habrían hecho. Sólo por eso deberíamos tener una foto de él en cada casa (risas).

-¿Un boxeador tiene miedo?

-¿Que es el coraje? El coraje es vencer el miedo. Eso son los valientes. Por eso un boxeador se crea un personaje. Tenemos que hacerlo porque en las grandes guerras todos llevan uniformes, y nosotros necesitamos llevar el nuestro. Pero los púgiles por supuesto que tienen miedo. Lo difícil es vencerlo. La valentía es enfrentarse a ese miedo.

-¿Cuál es el principal miedo?

-No son los golpes, aunque se piense eso, porque si tienes miedo a eso, no subirías nunca a un ring. Es el miedo a la derrota. Yo procuro preparar a todos mis boxeadores para la derrota. Esto es un deporte en que se gana o se pierde. Lo que intento decirles es que se gana o se aprende. Y si aprendes de una derrota, nunca pierdes. Siempre les voy a permitir a mis boxeadores que se caigan, pero nunca que no intenten levantarse.

-¿Pervive un estereotipo injusto del boxeador?

-Sí, de cuando la gente boxeaba por hambre. Hay países donde todavía se boxea por hambre. En España se boxea por la gloria. La diferencia en nuestro país es que los púgiles deben tener un trabajo para pelear de manera profesional, mientras que Europa y otros países, se ganan la vida con este deporte. Es justo lo contrario de lo que sucede en otras naciones.

-También escribes.

Escribir es como vivir dos veces. Quisiera escribir mucho más. Ahora lo hago porque he aprendido a hacerlo en el móvil, en el bloc de notas. Como ruedo en tantos sitios, la musa me pilla en lugares muy dispersos (risas). A veces son “post” pequeños, pero también me gusta la poesía moderna. Borro, pero tampoco mucho, porque no me gusta perder ni al futbolín.

-¿La escritura es un combate para ti?

-Sí, es una pelea contra ti mismo. Nunca está perfecto lo que haces. Cada vez que lo lees cambias algo: una palabra, una coma. Siempre buscas dentro de ti lo mejor que tienes para escribirlo, pero no es fácil. La escritura un acto de superación en ese sentido. Es grandioso. En los últimos años, lo último, lo que me ha hecho perder el sentido del tiempo ha sido la escritura.

-¿Te atreves a recomendarme una película y un libro?

-¡Por supuesto! A los chicos que enseño les recomiendo las novelas de Alatriste. Son de aventuras, pero tienen una historia muy dura en aquella España. Yo les digo que lean a todas horas, cuando vengan en el metro, en casa... Una película, tengo muchas, pero me rindo ante “La ley del silencio”. También recomendaría “El crack”, de Garci.

-¿Y un boxeador actual?

-Me gustan los boxeadores del este. Muchos han tenido vidas muy complicadas. Pero el que me encanta es Golovkin.