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Wert: «Si no me sintiera apoyado por Rajoy no estaría aquí»

El ministro rodeado de papeles en su despacho
El ministro rodeado de papeles en su despacholarazon

Es viernes y el ministro de Educación está relajado en su despacho de Alcalá 34 después del «incendio» que ha causado esta semana su proyecto de real decreto de becas. «¿De qué va la entrevista? ¿de becas?», se apresura a preguntar. «De Educación», respondemos. No pone pegas.

Es viernes y el ministro de Educación está relajado en su despacho de Alcalá 34 después del «incendio» que ha causado esta semana su proyecto de real decreto de becas. «¿De qué va la entrevista? ¿de becas?», se apresura a preguntar. «De Educación», respondemos. No pone pegas. «¡Un café!, por favor», pide a un auxiliar del Ministerio ante la atenta mirada de Unamuno. Un cuadro instalado frente a su mesa de despacho que lleva en el mismo sitio por lo menos desde que Rajoy fue ministro de Educación. Se quita la chaqueta y comienza a contestar una pregunta tras otras sin ninguna prisa. Le gusta extenderse en sus explicaciones.

– ¿Por qué se disgusta cuando llaman a la Lomce «ley Wert»? Otras leyes llevan también los nombres de los ministros que las impulsaron...

–Es injusto por el trabajo de tanta gente que está colaborando, que ha sido consultada y que espero que haga aportaciones. Identificar una ley con el ministro que la propone da una cierta idea de protagonismo personal que es lo último que necesita una ley, que tiene que ser la expresión de un gran objetivo nacional.

-Respecto a las becas, al final ha acabado aceptando la propuesta catalana de exigir un 5,5 para optar a matrícula gratis y el 6,5 para las que tienen retribución económica...

–El secretario general de universidades, Antoni Castellà, la hizo en público, pero la fórmula nosotros ya la teníamos perfectamente calculada.

-Entonces ¿quién copió a quién?

–Cataluña lo propuso de buena fe sin saberlo, pero nuestra idea era sacar la propuesta en el curso de la reunión. No estaba hablado previamente.

–Salvo en la cuestión lingüística, la sintonía con Cataluña a nivel educativo es alta.

–A nivel universitario así es, porque no hay ninguna cuestión lingüística de por medio. En la Universidad cada uno elige la lengua que le da la gana. Y es natural, porque la enseñanza universitaria es un asunto global. De hecho, ya nos gustaría que se dieran más clases en inglés. Es, además, la comunidad que ha hecho una interiorización más inteligente y más sensible socialmente del Real Decreto Ley 14/2012 en el ámbito universitario.

–¿Hay algún avance con Cataluña sobre cómo garantizar que un alumno pueda estudiar en castellano como lengua vehicular?

–Nos hemos reunido con CiU y no nos ha dado una fórmula concreta. Espero que en el curso de la tramitación parlamentaria haya alguna aproximación positiva y que quienes entiendan que no es aceptable la fórmula que hemos propuesto sean capaces de presentar una fórmula que garantice el derecho a estudiar en castellano. Pero esto no es ninguna excepción. Nos hemos visto con todos los partidos representados en la Cámara Baja y nadie ha traído propuestas y alternativas concretas en asuntos centrales de la ley.

–¿Cuál es el coste real de la convocatoria de becas para este curso? Porque el presupuesto es de 1.160 millones, pero en la práctica creo que el Ministerio de Educación se gasta mas.

–Desde que empezó la crisis, las convocatorias están teniendo un coste mayor a la consignación presupuestaria. Están entrando en los umbrales económicos más estudiantes y, en consecuencia, los costes reales desbordan la previsión presupuestaria.

–¿Es el Gobierno que más ha destinado a becas?

–Es el Gobierno que más dinero ha dedicado a becas generales y ayudas al estudio. La consignación presupuestaria de 2012 y 2013 es la única partida del gasto educativo del Gobierno que no ha experimentado ninguna reducción, pero el gasto efectivo de las convocatorias sí ha sido particularmente importante en la convocatoria 2011-2012. Ha sido el más alto de toda la historia. Probablemente la partida de becas ha sido una de las que más ha crecido de la Administración General del Estado, junto con la cobertura del seguro de desempleo. En 2006, la asignación para becas generales era de 657 millones, y la de 2013, de 1.161 millones.

–¿Con su decreto de becas Hacienda va a ahorrar dinero?

–La fórmula da lugar a que todo el presupuesto se consuma y no es posible que se deje sin gastar algo.

–¿Y va a haber menos estudiantes que disfruten de una de estas ayudas?

–La convocatoria 2012-2013 se resuelve, en la práctica, con muy pocos becarios menos. ¿Cuál va a ser el efecto con los nuevos umbrales? Con las dos correcciones básicas que se han introducido, es decir, con el mantenimiento de la barrera del 5,5 para la exención de tasas, si no tuviera efecto sobre el rendimiento, la reducción en universidad por ese efecto estaría en torno al 10%, pero como al mismo tiempo van a entrar nuevos por los umbrales económicos inferiores por la crisis, nuestra estimación es que no descenderá el número de becarios.

–Al hablar de becas, ha introducido los conceptos de «pagar los estudios» o «pagar por estudiar». ¿Eso lo hace para que la ciudadanía tenga conciencia de lo que cuesta al Estado la Educación Universitaria?

–He visto que mucha gente no tenía ni idea de que la beca no sólo consiste en no cobrar las tasas, sino que consiste en dar dinero al estudiante para compensarle que no se incorpore al mercado de trabajo o facilitarle que viva fuera del lugar de su residencia habitual. Lo del 6,5 no tiene nada de caprichoso. Es una frontera de efecto contundente. De todos los becados universitarios de grado, el 36% se gradúa en tiempo. De los que acceden con una nota entre el 5 y el 5,5 se gradúa en tiempo el 19%. A partir del 6,5, la tasa de graduación en tiempo es del 38%. Y si miramos el abandono, en el primer año es del 13% entre los que tiene entre 5 y 5,5 y la mitad de los estudiantes que ingresan con una nota inferior al 6,5 no acaban graduándose. Se dice que esto es especialmente cruel o clasista porque los que provienen de entornos desfavorecidos tienden a tener un rendimiento inferior y eso es falso en esta altura, aunque es cierto en la base del sistema.

–¿Se esperaba este rechazo a su 6,5? Parece que toda la comunidad educativa se ha aliado contra usted...

–Esperaba algunas resistencias, pero lo sorprendente es que todas estas medidas estaban ya publicadas en el decreto del año pasado. Ya se decía que para la convocatoria 2012-2013 los umbrales académicos serían los que se aplican, pero para el 2013-2014 serían otros. Esto es muy español. Lo del año que viene ya veremos...Entonces nadie dijo una palabra y, de repente, cuando se manda al primer órgano consultivo el borrador de real decreto surge este incendio por una cosa que lleva un año publicada. Lo cual da que pensar del rigor y la seriedad con la que muchos abordan este aspecto. El secretario general del PSOE calificó de «disparate» esta propuesta. No dijeron ni una palabra cuando se publicó. Se avisó con un año de antelación porque parecía razonable escalonar la exigencia académica para que el aspirante a beca supiera que, a partir de determinada fecha, iba a haber unos determinados requisitos. Pero me ha sorprendido relativamente. En año y medio he aprendido lo suficiente sobre la poca disposición que existe para aceptar y entender la cultura del esfuerzo. Es curioso que todos los que se han opuesto siempre han defendido la importancia de la cultura de la exigencia, para a continuación decir que no se puede exigir. Luego son partidarios de una cultura del esfuerzo pero sin esfuerzo.

(Suena su teléfono. Se incorpora del sillón. «Sí, presidente, dime...Pues aquí....–sale fuera y vuelve a los dos minutos con una sonrisa).

–Tampoco las comunidades del PP le hay apoyado.

–Algunas...

–El portavoz del PP en el Congreso le corrigió al asegurar que no se defendía la igualdad de oportunidades. ¿Cree que el partido le ha dado la espalda?

–Ha habido una interpretación distinta por parte de algunas comunidades autónomas y ésta no es la única área en la que esto sucede. Con las comunidades autónomas se cuenta y su juicio siempre es interesante, pero el dinero es del Estado y con toda legitimidad ésta es una política del Gobierno central. Hemos recogido en el real decreto algunos criterios de las comunidades autónomas, pero en ningún sitio dice que sea obligatorio recogerlos todos. Las opiniones de Alfonso Alonso y de otros dirigentes del PP se han sacado un poco de contexto. Tuve una conversación con él y con Carlos Floriano. Ambos quisieron explicarse conmigo y me dijeron que había habido una sobre interpretación de las referencias sobre la importancia de mantener la equidad. Yo les creo.

–¿Se siente apoyado por el presidente del Gobierno?

–Si no me sintiera respaldado por Mariano Rajoy, no estaría sentado en este sillón ni medio minuto.

–¿Se le ha pasado alguna vez por la cabeza dimitir?

–Uno tiene días en los que está menos animado y otros en los que está mejor, pero no se me ha pasado por la cabeza dimitir. Yo estoy aquí para hacer unas determinadas reformas y, salvo circunstancias ajenas a mi voluntad y a mi control, no sería responsable abandonar el barco sin haberlo llevado a puerto. No me lo he planteado nunca.

¿A qué atribuye la falta de apoyos?

–Entiendo que los estudiantes organizados no sean partidarios de que se introduzca más exigencia. No me parece que sea para rasgarse las vestiduras. Lo que entiendo mal son algunos aspectos de la oposición de las comunidades autónomas porque este decreto combina lo que es la dimensión social de conseguir que ningún estudiante con talento se quede sin la posibilidad de desarrollarlo hasta el máximo por razones económicas con la de hacer una política educativa a través de las becas.

No tiene sentido que la política de becas no mande señales en la dirección correcta sobre política educativa. Cuando inicialmente en el decreto se establece un requisito de rendimiento académico en 4º de la ESO distinto para ir al Bachillerato respecto a los ciclos medios de Formación Profesional (FP), evidentemente, se está intentando enviar una señal en el sentido de que ningún chico se quede sin prolongar su formación por el hecho de que haya tenido un rendimiento relativamente bajo en la ESO y que tenga abierta la vía de la FP si su rendimiento no le permite acceder al Bachillerato. Lo que no es pensable es que teniendo como tenemos una proporción de chicos que van al Bachillerato que están muy por encima de la media europea, y teniendo en cambio una proporción de chicos que van a la FP muy por debajo, vayamos a reducir el abandono escolar temprano haciendo crecer lo que ya está por encima de la media.

–¿Y en el ámbito universitario?

Con las becas universitarias pasa lo mismo. Parte de la función educativa es que sirva al país. Y esto lo tienen que compartir las comunidades autónomas. No puede ser que haya quien te diga que está de acuerdo con que para tener la beca en Bachillerato haya que tener una nota más elevada pero que no pueda decir que está de acuerdo porque en el fondo a él no le interesa que vayan más chicos a la FP porque les resulta más caro. No se puede tener una mirada de tan corto alcance y pensar en las dificultades económicas, en lugar de pensar en el retorno y en el hecho de que la riqueza de la comunidad va a ser mucho mayor si a determinados alumnos se les encamina hacia la Formación Profesional.

–¿Quiere decir que hay comunidades que se oponen a su decreto porque les cuesta más que los alumnos vayan a la FP?

–Sí. Si se pone nota alta para conseguir una beca en el Bachillerato van a optar por la FP y eso no les interesa.

–¿Y esto lo han dicho comunidades del PP?

–No voy a decir quién o quiénes. Es un comentario privado que recibí de algún responsable educativo. Ha habido comunidades, como Cataluña, que es razonable que pongan alguna pega basada en la experiencia sobre si determinado requisito es demasiado alto o si sirve o no sirve. Pero hay otras que lo que muestran es una resistencia a integrar objetivos educativos en la política de becas. Y eso, con todos los respetos, le toca definirlo al Estado con criterios alineados con el interés general.

–¿Cree que con menos de un 6,5 un alumno debería plantearse ir a Formación Profesional?

–No. Yo hablé del 6,5 como mecanismo supletorio para quien no lograse superar el cien por cien de los créditos. Un chico que no consigue aprobarlo todo o sacar un 6,5 a lo mejor no está estudiando lo que tiene que estudiar.

–¿Qué se le pasó por la cabeza cuando los estudiantes le negaron el saludo en los premios nacionales fin de carrera?

–Este tema me resulta molesto porque creo que se da la falsa impresión de que la mayoría se comportó de esa forma que yo no voy a calificar porque estas personas ya se califican solas. Fue una situación de vergüenza ajena. Lo importante para mí es que eran 129 los premiados y ese comportamiento lo mantuvieron sólo 11 o 12.

–Cuando fue al Congreso pidió a los grupos consenso en cuestiones básicas de la Lomce. Ahora que ha terminado la ronda de conversaciones, ¿cómo ve el panorama? ¿Se va a conseguir ese objetivo?

–En lo que se refiere al PSOE, la voluntad de aproximación ha sido nula. A mí nadie me ha dado un papel con alternativas concretas. Algunos han pedido que se restituya sin más el apartado correspondiente de la LOE. Si se hace esto en el Congreso, se estará queriendo decir que la ley vigente, que tiene nefastos resultados, es la mejor de las leyes posibles. Eso para mí es inaceptable. Como diría Rubalcaba: me parece inaceptable.

–Si no hubiera acuerdos con el PSOE, es probable que la reforma educativa se quedara limitada al periodo de Gobierno del PP. ¿Eso le preocupa?

–Eso en la hipótesis de que ganara el PSOE, que yo ni contemplo. A mí me hace gracia que se diga de la Lomce que no va a tener respaldo cuando, como mínimo, va a recibir el voto de 186 diputados. La LOE se aprobó con 181 votos.

–¿Por qué en este país no somos capaces de llegar a acuerdos en educación, siempre sometida a los vaivenes políticos?

–Esta es una de las ideas falsas más extendidas. No es cierto que haya habido vaivenes. En España no ha habido más legislación educativa que la socialista. Y luego, cambios en su propia ley. La Lomce es una modificación parcial de la LOE, no es una ley nueva. Hay muchos artículos de la LOE que van a seguir vigentes.

–¿Por qué la reforma de un partido que se supone que es liberal sólo utiliza una vez en todo el articulado la palabra libertad? ¿No se ha quedado un poco corta la reforma en lo que se refiere a libertad de elección de los padres?

–No lo había contado. Todo es mejorable. Pero el contenido de la ley es infinitamente más liberal que la ley vigente.

–Algunos sectores se lamentan de que las Humanidades, la Educación Artística y la Filosofía hayan salido malparadas con la Lomce.

– Creo que hay algunas cosas que se pueden ajustar en el Congreso, pero las horas para impartir asignaturas son limitadas. No obstante, es normal que uno sienta que aquello en lo que se ha especializado no recibe la atención que merece en la ley.

–¿Por qué se deja en manos de las comunidades autónomas la evaluación de Primaria?

– Por una cuestión competencial, porque en Primaria no se titula y es el Estado el que tiene la competencia de extender y validar los títulos.

–¿Cómo ve la situación actual de crisis?

–La tendencia al pesimismo sin fin ya se ha roto entre la gente. Hay una intuición social de que se ha tocado fondo. La situación política es muy tributaria de la económica pero por primera vez no hay vasos comunicantes entre la erosión del Gobierno y la oposición. Se está magnificando el nivel de gente que no votaría.