Piratería en la red

El 7º mandamiento (bis): No piratearás

Los obispos españoles advierten, en un documento pionero, de que la copia y difusión ilegal de películas es pecado y atenta contra el bien común de la sociedad.

El 7º mandamiento (bis): No piratearás
El 7º mandamiento (bis): No piratearáslarazon

Los obispos españoles advierten, en un documento pionero, de que la copia y difusión ilegal de películas es pecado y atenta contra el bien común de la sociedad.

No. Los mandamientos de la Ley de Dios no han cambiado. Siguen siendo los mismos, los diez que Moisés recibió del mismo Dios en dos tablas de piedra. Eso sí, sus implicaciones se actualizan al mismo ritmo que la sociedad. El Papa Francisco ya ofreció en una homilía una versión actualizada de los siete pecados capitales y así lo ha hecho ahora la Conferencia Episcopal Española (CEE) con la piratería, sobre la que acaba de emitir un juicio moral a través de un documento elaborado por la Comisión de Medios de Comunicación y firmada por los obispos que la componen y titulada «La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia». Su postura es clara: «La piratería en el cine atenta contra los derechos legítimos de esta industria, directa o indirectamente, y contra su legítima aspiración al beneficio económico, y por tanto incurre en un pecado contra el séptimo mandamiento que dice ‘‘no robarás’’». En este sentido, el documento recurre al Catecismo de la Iglesia Católica para añadir que «toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno, aunque no contradiga las disposiciones de la ley civil, es contraria al séptimo mandamiento, como defraudar en el ejercicio del comercio». «Se trata por tanto –añaden los obispos– de un pecado contra la virtud de la justicia, que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido y exige respetar los derechos de cada uno y establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común».

Además, consideran que la piratería «inflige un daño al bien común de la sociedad», pues daña a una industria «llamada a contribuir a su difusión y su consecución». «El cine es una industria cultural que contribuye al bien común por medio de la reflexión, el diálogo, la exposición de ideas o de puntos de vista alternativos, la descripción de la naturaleza humana y de su dignidad... Dañar un cauce por el que pueden fluir las mejores ideas para el desarrollo social y por tanto limitar a sus miembros el acceso a un bien común posible es atentar contra el bien común de la sociedad y facilitar su alienación», añaden.

Otro de los juicios morales tiene que ver con la forma de actuar ligada al consumo por el consumo «que daña al ser humano en su esencial dignidad». «El deseo de poseer los bienes ajenos, por encima de cualquier limitación y derecho, está relacionado con el décimo mandamiento de la ley de Dios que prohíbe la codicia de estos bienes, que está en la raíz del robo, de la rapiña y del fraude, prohibidos por el séptimo mandamiento», explica. Según sintetiza para LA RAZÓN José Gabriel Vera, director del Secretariado de Medios de Comunicación Social de la CEE, «la piratería produce un daño al bien común de la sociedad porque impide el cauce humanizador del cine bien hecho. Y es un daño a las personas que viven de su trabajo en una industria amplia, que no sólo forman las estrellas de Hollywood».

El documento tiene una especial relevancia para la sociedad en general y para los católicos en particular porque es pionero en nuestro entorno. Ninguna Conferencia Episcopal importante y ni siquiera el Vaticano había abordado esta cuestión con tanta profundidad. Un trabajo que comenzó hace dos años después de que los técnicos de la comisión –donde se inserta el Departamento de Cine– le plantearan a los obispos que la componen hacer algo sobre la piratería. En un primer momento, buscaron si se había publicado algo al respecto y al no encontrarlo se pusieron manos a la obra. Para ello consultaron a la Academia del Cine, a productores, distribuidores y exhibidores, que colaboraron en el análisis de la situación del sector, así como los efectos de la piratería.

Hace 15 días, estos actores del panorama audiovisual recibieron de manos de la Conferencia Episcopal una copia del documento. Lo hicieron con satisfacción, pues ven que el análisis moral y educativo no se había abordado todavía. La acogida fue muy positiva, tanto que actores y directores, distribuidores y productores van a difundir el documento episcopal a través de sus diferentes plataformas. Según fuentes del Episcopado, los representantes de la industria cinematográfica de nuestro país se mostraron «muy receptivos» y «contentos de que se planteara la cuestión». «Entendieron también que no buscamos ningún bien económico ni tenemos intereses, sólo que se haga justicia», explican.

Ambas partes, Conferencia Episcopal e industria coinciden en la importancia de la educación de los más jóvenes en el respeto a las creaciones de los demás y en transmitirles el daño que la piratería puede llegar a causar. Y es que el documento de los obispos constata, «sin ser los católicos una excepción, la indiferencia moral, cuando no una clara justificación, ante el hecho tan extendido de la piratería audiovisual». Una actitud que se fundamenta en «un grave desconocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia en este campo y, a menudo, una búsqueda de argumentos abstractos y parciales que difuminan la responsabilidad personal apoyados en una impunidad legal de facto».

Al margen de la piratería, que se enmarca en el contexto de los avances tecnológicos, los obispos creen que la industria debe «hacer un esfuerzo de adaptación a la nueva situación a la hora de crear y, de manera especial, a la hora de difundir la obra creada». Así, califica de «valiosos» los esfuerzos realizados para probar nuevos cauces de distribución y venta que ha llevado a cabo la industria musical en un entorno similar. «Sin embargo –continúan–, la necesaria adaptación no elimina el principio fundamental que hemos señalado: las obras artísticas generan una serie de derechos en sus creadores, productores, intérpretes, distribuidores, exhibidores... que deben ser satisfechos».

Es por esto por lo que animan a los católicos y al resto de la sociedad a rechazar la piratería en virtud del bien común, el desarrollo de las personas y la dignidad humana. Porque, explican, el cine «es un instrumento privilegiado para la formación, el entretenimiento, el conocimiento y la difusión de valores en la sociedad», «Deseamos que el fenómeno de la piratería en el mundo del cine disminuya hasta desaparecer, como fruto de una reflexión madura de personas sensibles al auténtico valor del cine y sensibles al bien común de toda la sociedad», concluyen.