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Las 15 horas del horror en el chalet de Pioz

El sumario del caso, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, constata que Patrick pasó la noche en casa de sus tíos tras asesinarles. El joven se fue a jugar un partido de fútbol a la mañana siguiente del cuádruple crimen

Las 15 horas del horror en el chalet de Pioz
Las 15 horas del horror en el chalet de Piozlarazon

El sumario del caso, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, constata que Patrick pasó la noche en casa de sus tíos tras asesinarles

Hay verdades del cuádruple crimen de Pioz que permanecen atrapadas en la mente del asesino y que sólo será posible conocer si Patrick se decide a hablar con sinceridad. Una de ellas es el móvil. El comandante Reina de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, en rueda de prensa, no quiso perfilar las razones que impulsaron al joven brasileño en su furia homicida, lo que no quiere decir que no las intuya. De la lectura del sumario, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, se puede concluir, tal y como avanzó este periódico el pasado sábado, que Patrick mató a la familia de su tío Marcos para vengarse de él por haberle abandonado.

Marcos, Janaína y sus dos hijos, María Carolina y David, convivían con el asesino en un piso de Torrejón. La coexistencia se tornó imposible por muchas razones. Una de ellas es que Marcos se había obsesionado con la idea de que «su esposa le estaba siendo infiel con su sobrino Patrick». Una sospecha que nació el día que, tal y como obra en las actuaciones, pudo leer una conversación de WhatsApp de su mujer con una amiga brasileña en la que le decía que el sobrino de su marido vivía con ellos y «estaba muy bueno». La ofuscación llegó a tal punto que pidió a su jefe un día libre con un propósito concreto: «Quiero pillarlos por sorpresa en la cama». Se equivocó. No hay prueba alguna de que entre Janaína y su sobrino hubiese una relación. De lo que sí hay evidencias es del errático comportamiento de Patrick, hasta el punto de que la pequeña María Carolina, de tres años, se encogía de pánico cada vez que él estaba cerca. Así consta en el sumario: «Por oposición de Janaína y debido al acoso personal al que ella estaba siendo sometida por Patrick, unido a los repetitivos episodios psicóticos que sufría el joven, con percepciones visuales, auditivas y la agresividad y falta de empatía que mostraba con los niños, especialmente con María, quien llegó a tener miedo real de Patrick, motivó que finalmente Marcos Campos le comunicara la imposibilidad de vivir con su familia». Cuando Patrick supo que se quedaba solo en España, le odió por ello. Ese rencor también consta de forma reiterada en la investigación de la Guardia Civil. Por ejemplo, en el testimonio de Franchesca, una joven italiana de 20 años con la que compartía piso en Alcalá de Henares: «El 16 de septiembre mis amigas y yo le veíamos tan solo que le invitamos a cenar a un mexicano. Mientras cenábamos nos dijo que su tío era un hijo de puta porque le había dejado solo. Que se había ido sin decirle a dónde. Patrick estaba intranquilo. No sabía dónde estaba su tío. Bebió tequila y una cerveza». Aún habiendo descubierto estos datos, la prudencia del comandante, y su tozudez a la hora de ofrecer sólo datos cargados de objetividad, hizo que evitase pronunciarse sobre el móvil del crimen.

Mucho más locuaz se mostró cuando le tocó explicar qué ocurrió el día del cuádruple asesinato: «El 17 de agosto Patrick fue primero al gimnasio». El dato es irrefutable. Durante el registro de la habitación del joven encontraron la tarjeta magnética de un reciento deportivo que le permitía superar el torno de acceso. Cada vez que entraba, en un ordenador se registraba su paso y, cuando se iba, la posterior salida. Por esa razón se sabe que la mañana del crimen accedió al gimnasio a las 8:59 horas y que salió poco después, a las 9:19 horas. «Alrededor de la una del mediodía (el ordenador marca las 12:55 horas), Patrick se subió a un autobús en Alcalá de Henares con destino Pioz», apuntó el comandante. Se trata de la línea 271. «Llevaba consigo unas pizzas para invitar a su familia, pero dijo que se las comió en el camino», explicó Reina a los periodistas. El joven declaró que ese día «tenía ganas de asesinar». El teléfono móvil sitúa al asesino en la localidad alcarreña a partir de las 15:55 horas. Es la primera de doce conexiones (17:40; 21:14; 21:18; 22:43; 6:18; 6:27; 6:30; 6:49; 6:52; 6:54 y 6:57) que realizó mientras estuvo bajo el paraguas del repetidor de Pioz. La última coincide con el momento en el que, a primera hora del día siguiente, se sube al autobús de regreso a Alcalá de Henares.

Así, los agentes de la Guardia Civil logran ubicarlo en el entorno del crimen, pero, sabedores de la complejidad de un proceso judicial, los investigadores se esforzaron en localizar evidencias que demostrasen sin duda alguna su presencia en el chalé y su participación activa en los crímenes. «Localizamos su ADN en la encimera de la cocina, en un cuchillo y en las bolsas de basura, mezclado con el de las víctimas», explicaron. Sin embargo, según ha podido saber LA RAZÓN, son muchos más los sitios donde se localizó su rastro genético: en un recipiente de detergente para lavavajillas, en un cochecito de juguete, en un cartón de leche y también en unas sábanas de estampado floral, concretamente las que había en la cama de matrimonio. «A eso de las 4:00 de la mañana, después de ducharse, se tumbó a descansar en una de las camas de la casa», apuntó el comandante Reina. «Lo sabemos por los datos del consumo de electricidad. Se nota que apagó a esa hora todas las luces». A las seis de la mañana abandonó la casa en dirección a Alcalá de Henares. Ese día no fue al gimnasio, pero sí jugó un partido de fútbol, horas después de asesinar a su familia.

El mal olor que alertó al dueño de la casa

El dueño del chalé donde vivían Marcos y Janaína con sus dos hijos escribió una carta al alcalde de Pioz para pedirle ayuda dos días antes de que se encontrasen los cadáveres. Él ya intuía que algo malo podía estar sucediendo: «Estimado señor, soy el propietario de la parcela 594 de la Urbanización la Arboleda. En julio le alquilé la casa a Marcos, pero hace un mes este chico se fue de casa con las llaves y ha apagado su móvil, por lo que me es imposible contactar con él. Sale de casa un mal olor que se agrava con el tiempo y que huele cada día más. Pido que vaya la Guardia Civil a casa, no vaya a ser que, Dios no lo quiera, haya alguien muerto».