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El «detective de huesos» halla el cáncer de mama más antiguo

Hace dos años encontraron los cuerpos de cuatro momias en la necrópolis de Asuán (Egipto), pero hasta este año no lograron el permiso para hacerles un TAC, que ha revelado que en 2000 a. C. ya existía este tumor, así como el mieloma múltiple.

Las más «modernas», eran un niño de unos nueve años y otra de una joven en la etapa de la adolescencia
Las más «modernas», eran un niño de unos nueve años y otra de una joven en la etapa de la adolescencialarazon

Hace dos años encontraron los cuerpos de cuatro momias en la necrópolis de Asuán (Egipto), pero hasta este año no lograron el permiso para hacerles un TAC, que ha revelado que en 2000 a. C. ya existía este tumor, así como el mieloma múltiple.

La necrópolis de Qubbet el-Hawa se halla justo en frente de la ciudad de Asuán, a unos mil kilómetros al sur de El Cairo (Egipto). Es allí donde, a lo largo de diferentes campañas de excavación, se han descubierto decenas y decenas de tumbas talladas en la roca de la colina, algunas de las cuales no han sido investigadas nunca. Estos trabajos permiten no sólo conocer el funcionamiento interno de las dinastías de los gobernadores provinciales, sino también cómo vivían o «qué enfermedades existían entonces», explica el catedrático Miguel Cecilio Botella López, del departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada (UGR). Botella ha dirigido al grupo de antropólogos que ha descubierto los casos más antiguos de cáncer de mama y de mieloma múltiple en dos momias halladas en la necrópolis de época faraónica de Qubbet el- Hawa, en Asuán.

El varón murió con 45 años

«Ambas momias debían de ser de clase alta o parientes de los gobernadores, dado el lugar especial donde fueron enterradas, cerca de las tumbas de los dirigentes. Ella, la mujer con cáncer de mama, tenía entre 35 y 37 años. Él, en torno a unos 45 años. Eran del final del Reino Medio, es decir, entre el 2000 y 1750 antes de Cristo», explica a este periódico el reputado antropólogo.

«Ambos murieron por esas dos enfermedades que les dejaron postrados en la cama durante mucho tiempo», precisa el experto, que incide en que eso de poner nombres a las momias no le gusta, «me parece una horterada».

También se puede afirmar que pertenecían a una sociedad avanzada, con recursos suficientes como para cuidar y apoyar a estas personas durante el largo tiempo de la evolución de su enfermedad, sin tratamiento en esa época.

Fueron halladas «entre la campaña de 2015 y 2016». Su estudio pormenorizado no ha podido realizarse hasta este mismo año, dado que «antes no teníamos el permiso para hacerles la tomografía computerizada (TAC)». Un permiso dificilísimo de conseguir por parte de las autoridades egipcias, «con policías custodiando las momias hasta el Hospital Universitario de Asuán», relata el antropólogo.

Para saber más de ellas, los investigadores les hicieron un TAC, que obtiene mejores resultados en el análisis de momias que los métodos tradicionales, dado que permite conocer de manera más precisa tanto el interior como los más pequeños detalles de los vendajes y de los métodos de embalsamamiento de la época. ¿Cómo? Al realizar 124 cortes tomográficos de manera simultánea en el Servicio de Radiodiagnóstico del citado hospital egipcio. Gracias a este estudio se ha verificado que estas enfermedades, los dos casos más antiguos de los conocidos hasta ahora en el mundo de cáncer de mama y de mieloma múltiple (cáncer de la médula ósea), ya formaban parte del transcurrir de los humanos.

Ambas momias estaban «en hueso, aunque hemos tenido suerte de que estaba perfectamente conservado». Pero también «hemos analizado dos momias completas de Baja Época, que son más modernas, del siglo X a. C. al IX u VIII a. C. con los vendajes intactos». Ambas conservaban sus sudarios de cuentas de múltiples colores que hasta reproducen una máscara. Se trata de un niño de unos nueve años y de una adolescente. La causa de muerte en su caso: «muerte por una enfermedad infecciosa aguda, porque están los cuerpos perfectos sin ningún traumatismo ni ninguna alteración».

«Esto nos indica que la gente de aquella época vivía peor de lo que nos imaginábamos, incluso los gobernadores vivían bastante mal, en un límite de desnutrición que les situaba entre la vida y la muerte. A eso hay que añadir que el río Nilo estaba contaminado, con elevadas temperaturas, que era un caldo de cultivo para todas las enfermedades infecciosas», destaca Miguel Cecilio Botella, que tras diez campañas yendo, volverá a embarcarse el 25 de enero con destino a la zona QH de las tumbas de todo el conjunto que hay en Qubbet el Hawa, dentro del proyecto multidisciplinar de la Universidad de Jaén, en el que la UGR estudia la antropología y el centro jienense la arqueología, la historiografía...