Asturias

El mapa de la hepatitis C: 95.000 enfermos en España

El mapa de la hepatitis C: 95.000 enfermos en España
El mapa de la hepatitis C: 95.000 enfermos en Españalarazon

Es la estimación que se obtiene a partir de los datos de las comunidades. Personas con piercings y tatuajes serán prioritarias en los cribados.

Los primeros datos proporcionados por las comunidades autónomas sobre la prevalencia de hepatitis C indican que nuestro país cuenta con unos 95.000 infectados por el virus. Así se desprende del borrador del Plan Estratégico de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud, al que ha tenido acceso LA RAZÓN. Se trata de una cifra importante, pues uno de los requisitos para poner en marcha el plan contra el virus se centraba en la elaboración previa de un censo de pacientes para conocer la magnitud del problema. En todo caso, el texto especifica que «existe variabilidad en la forma en que las distintas comunidades autónomas han notificado sus casos». Según los datos presentados, la prevalencia del VHC se sitúa en un 0,21% de la población española. Asturias –0,56%–, Islas Baleares –0,36%– y Madrid –0,27– serían las comunidades con mayor porcentaje de infectados. Mientras, Extremadura –0,08–, Navarra –0,07– y Melilla –0,05– serían las que cuentan con menos pacientes.

En el borrador, el tercero elaborado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, se especifica también la distribución de los pacientes por grado de fibrosis hepática. Un 8% cuenta con el grado F0, un 22% el F1, un 17% el F2, un 15% el F3 y un 24% el F4, quedando un 16% sin especificar. El plan establece que los pacientes que van de los grados F2 al F4 recibirán de forma «prioritaria» los fármacos de última generación. Así, los recibirían el 54% del total de infectados. A tenor de los datos facilitados por las comunidades autónomas, esa cifra estaría en torno a 53.000 pacientes.

José Luis Poveda, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, explica que estas cifras son sólo estimaciones y que «infravaloran» la situación del VHC en nuestro país. Así, «no parece razonable» que haya tanta variabilidad entre unas comunidades y otras, por lo que la diferencia se puede deber a que en algunas regiones «se hayan hecho más ‘‘screenings’’ y seguimientos y en otras menos».

«Se trata de una cifra poco aproximada», afirma Jaume Bosch, presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH). «Es una estimación realizada a partir de los datos de los hospitales; se ha hecho con rapidez y es difícil que las cifras sean exactas».

El borrador del Plan que ya se ha enviado a las comunidades autónomas para que lo estudien para su aprobación en el próximo Consejo Interterritorial, que aún no se ha convocado, elabora las cuatro líneas estratégicas que ya anunció el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso: magnitud del problema y prevención, estrategia terapéutica, mecanismos de coordinación e investigación y desarrollo. Todo ello para «disminuir la morbimortalidad causada por el virus en la población española», como objetivo general del plan.

En la primera línea busca cuantificar el problema de la hepatitis C en España. Entre las acciones que plantea se incluyen la realización de una encuesta de prevalencia de la enfermedad en población adulta, crear un registro de pacientes tratados con antivirales dentro del Sistema Nacional de Salud y recoger dentro de la red Renave (Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica) los nuevos diagnósticos. Dentro de las acciones que se van a tomar en este punto, se incluye la elaboración de una página web para informar a la sociedad española, el desarrollo de un programa para formar al personal sanitario, mantener el control de las transfusiones de sangre y priorizar el diagnóstico precoz de VHC en pacientes con VIH para detectar la coinfección. El borrador hace especial hincapié en la prevención secundaria. Así, sostiene que «son necesarios programas de cribado en poblaciones prioritarias» como «usuarios de drogas inyectadas y esnifadas, pacientes tratados con productos sanguíneos antes de 1990, convivientes con pacientes de hepatitis C crónica y personas con tatuajes o piercings que se hayan expuesto a procedimientos que utilicen instrumental punzante sin los controles higiénico-sanitarios adecuados». A éstos también se suman «pacientes en hemodiálisis, profesionales sanitarios expuestos, hijos de madres con infección por VHC, personas internas en Instituciones Penitenciarias y hombres que tienen relaciones sexuales de riesgo con hombres», entre otros. Otra de las recomendaciones que se incluyen en este punto es la de «evaluar el consumo de alcohol de todas las personas con infección» por el virus. Todo ello se incluirá dentro de una Guía Clínica de atención del paciente con infección por VHC.

Los tratamientos y su uso se incluyen dentro de la segunda línea estratégica que determina la necesidad de «establecer un ordenamiento en el acceso a los nuevos medicamentos». «Por el momento y en los próximos meses –determina el borrador–, se priorizará su utilización en los pacientes con fibrosis hepática significativa y todos los enfermos en el entorno del trasplante hepático (lista de espera y trasplantados)», aunque la estrategia se revisará semestralmente». También se estima la necesidad de que los centros sean idóneos y la práctica clínica se ajuste a los nuevos tratamientos. Como fija el plan, «los grupos de pacientes prioritarios» para el tratamiento con antivirales orales de acción directa son: pacientes con una fibrosis hepática avanzada (F2-F4), pacientes en lista de espera de trasplante, pacientes trasplantados con recidiva de la infección en el injerto hepático, enfermos que no han respondido a triple terapia con inhibidores de proteasa, entre otros. «Salvo situaciones excepcionales, el régimen terapéutico debe ser libre de interferón». En lo que se refiere a los enfermos más leves, con fibrosis F0-F1, «el tratamiento se puede diferir y considerar su indicación individualmente». Eso sí, puntualiza que, «en cualquier caso, se debe indicar tratamiento en mujeres en edad fértil con deseo de embarazo y pacientes con riesgo elevado de transmisión de la infección». El documento fija la duración de los tratamientos libres de interferón en 12 semanas. Otra aportación del borrador es que fija qué medicamento es el mejor para cada genotipo y de las poblaciones especiales. El sofosbuvir es el más recurrente.

Las últimas dos líneas estratégicas abordan los mecanismos de coordinación dentro del SNS y actuaciones específicas en el área de I+D+i.