Eutanasia

Muere Andrea, la niña para la que sus padres pidieron una muerte digna

Los padres de Andrea a la salida del hospital
Los padres de Andrea a la salida del hospitallarazon

Andrea ha fallecido cuatro días después de que el juzgado aceptara la sedación y la retirada de la alimentación. Su padre, desmintió la noticia en un primer momento, pero el hospital ya había confirmado la noticia.

Andrea ha dejado de sufrir. Sus escasos 12 años de vida han estado llenos de sufrimiento debido a una enfermedad rara e irreversible. La menor sufría hasta cuando hacía lo más elemental para sobrevivir: comer. Sus padres, Estela Ordóñez y Antonio Lago lucharon hasta que la enfermedad de su hija lo permitió. Después, sólo querían que dejara de sufrir y descansara en paz. A las 12:30 horas de hoy, la niña dejó de respirar en su habitación del complejo universitario de Santiago, en el que permanecía ingresada. Se ponía fin a tres meses de lucha que parecían no terminar nunca. A pesar de que el hospital había confirmado el fallecimiento de la menor, se negaba a aceptar lo que tanto tiempo llevaba pidiendo. Así, poco después de las 12:30 horas confirmaba a este diario que Andrea seguía vivía y que moriría en las próximas horas debido a la gravedad de su estado. Sin embargo, poco después aceptó la realidad y confirmó lo que ya apuntaban desde el centro médico.

Con el fallecimiento, los padres terminan con una pesadilla que comenzó su recta final en el mes de julio. Andrea padecía "una enfermedad neurológica crónica irreversible, probablemente un Síndrome de Aicardi-Goutires, que ocasiona grave afectación funcional. Comenzó a mostrar síntomas de su enfermedad a los ocho meses de vida, de forma que no caminaba, ni utilizaba los miembros, ni tenía comunicación verbal. El día 22, el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS), en el que Andrea estaba ingresada desde junio se dirigía al juzgado para pedir su opinión sobre el plan terapéutico establecido para la niña y su posible modificación. El Parlamento gallego había aprobado un mes antes ley de derechos y garantías de los enfermos terminales, una norma destinada a regular la libertad en el proceso de la muerte y los padres de Andrea querían que se cumpliera.

El 28 de julio, el juzgado de primera instancia número 6 de Compostela dicta un auto en el que autoriza el plan terapéutico pautado por el servicio de Pediatría del hospital. Dos semanas después, el 14 de septiembre, el Comité de ética asistencial, adscrito a la gerencia del área sanitaria de Santiago, emite un informe favorable pero no vinculante en el que respalda la petición de los padres de la niña para que se le retire el soporte vital.

Ante la falta de soluciones, Estela y Antonio deciden recurrir a los medios de comunicación para pedir una muerte digna para su hija y afirman que cuentan con un informe favorable del comité de ética que no ha sido atendido. Sostienen que desde septiembre de 2014 la menor ha empeorado gravemente, deteriorándose su estado hasta extremos muy dolorosos. La madre explica que la niña tiene 12 años pero que su apariencia es de una niña de 4 y que la encuentra "rendida".

Este llamamiento precipitó los acontecimientos y un día después la gerencia del Hospital Clínico de Santiago confirma una nueva consulta al juzgado acerca del tratamiento de Andrea e insiste en que no se está practicando "obstinación o sobreesfuerzo terapéutico"alguno.

El 2 de octubre el juzgado decide intervenir y reclama información al Hospital de Santiago y al Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) sobre el estado de la pequeña. Por su parte, la familia de Andrea solicita a la Justicia la suspensión del tratamiento médico debido a la "extrema gravedad"de su situación clínica y a la "absoluta irreversibilidad"de su dolencia.

Tres días después, el estado de la menor empeora y los médicos comunican al juzgado una nueva posibilidad de tratamiento paliativo para la niña. El juzgado emplaza a las partes a una reunión, en la que la familia y el hospital llegan a un acuerdo para retirarle la alimentación y mantener la hidratación necesaria para permitir su sedación.

Cuatro días después de la retirada de la alimentación, la menor fallecía.