Majadahonda

En esta máquina trituró Bruno Hernández a sus víctimas

Es conocido como «el descuartizador de Majadahonda». En septiembre se le juzgará por matar a la inquilina de su casa y a su tía

Este aparato estará presente en el juicio. En él encontraron ADN de las dos víctimas
Este aparato estará presente en el juicio. En él encontraron ADN de las dos víctimaslarazon

Es conocido como «el descuartizador de Majadahonda». En septiembre se le juzgará por matar a la inquilina de su casa y a su tía.

Es la prueba principal que la Fiscalía piensa esgrimir contra Bruno Hernández Vega, más conocido por ser «el descuartizador de Majadahonda». Se trata de una máquina trituradora, marca Braher Internacional, nunca vista hasta ahora y que cuya fotografía desvela por primera vez en exclusiva LA RAZÓN. El aparato fue localizado por agentes de la Guardia Civil de Madrid en el garaje de la vivienda en la que residía Bruno Hernández Vega y donde presuntamente asesinó a sus dos víctimas. Los expertos de criminalista de la Benemérita procesaron su interior y localizaron ADN de Adriana Beatriz Gioiosa, la inquilina de la casa de los horrores, y de su tía, Liría Hernández.

Los hechos de los que se le acusa son los siguientes. El 1 de abril de 2015 Bruno asesinó a Adriana, argentina de 55 años, a la que le había alquilado una habitación en un chalé en la calle Sacedilla de Majadahonda: «Posteriormente troceó y destruyó su cuerpo utilizando la máquina picadora que guardaba en el sótano de su casa, de forma que su cuerpo no apareció», apunta el fiscal en su escrito de conclusiones provisionales al que también ha accedido este periódico. Bruno sabía que Adriana tenía familia y compañeros de trabajo y que la echarían de menos, por eso fingió que seguía viva y que se había marchado de viaje: «Introdujo bajo la puerta del Burger King de Majadahonda una carta mecanografiada dirigida al gerente de dicho establecimiento donde trabaja Adriana en la que manifestaba su voluntad de dejar su puesto de trabajo. También envió mensajes con el móvil de ella a sus allegados en los que decía que estaba de viaje en Barcelona y que iría por Europa». El descuartizador se creyó muy inteligente y para dar mayor veracidad a su fábula viajó en AVE hasta Barcelonacon el móvil de Adriana. Sabía que los investigadores analizarían las conexiones del aparato y lo posicionarían en la capital catalana, lo que reforzaría la credibilidad del montaje que había pergeñado. No pensó que también revisarían las cámaras de seguridad. Al hacerlo vieron que no era Adriana la que se subía al tren, sino Bruno.

A raíz de aquellas pesquisas, los guardias civiles repararon en que la casa de Majadahonda pertenecía a Liria Hernández, tía de Bruno. Aunque intentaron dar con su paradero para interrogarla, les fue imposible. Al analizar la máquina trituradora se llevaron una sorpresa mayúscula. ¡Había restos de ADN de Liria! Lo que les permitió concluir que también la había asesinado y deshecho su cuerpo. Según el Fiscal ocurrió en 2010. «Posteriormente procedió a trocear y destruir el cuerpo de la víctima utilizando para ello la máquina picadora industrial marca Braher modelo P22 que tenía en el sótano».

Nadie se dio cuenta de su ausencia. Liria no tenía a nadie que se preocupase por ella. Nació en 1954, se había divorciado hacía 31 años, tuvo un hijo que había fallecido en 2006 y a sus cinco hermanos no les importó no saber nada de ella durante años. Explicaron que como no mantenían contacto, ni una felicitación de cumpleaños, ni un mensaje por Navidad, nada, nunca se percataron de que estaba desaparecida y por tanto nunca denunciaron su desaparición. Tampoco en los bancos en los que Liria tenía cuentas bancarias se apercibieron de que la habían matado. De hecho, Bruno cargó varios recibos en la cuenta de su tía ya fallecida por un importe superior a 33.000 euros y nadie dijo nada. Al ver que la Guardia Civil no le detenía y que tampoco detectaban el robo del dinero, ideó un nuevo plan: «Simuló la firma de su tía en un documento en julio de 2013. Se trataba de un documento de alquiler por el que Liria, recordemos que ya estaba muerta, le cedía el uso de la casa de Majadahonda durante 15 años, por 18.000 euros, que no abonó, para alquilar las habitaciones de dicha vivienda”.

Según el Ministerio Público, tanto en el caso de Adriana como en el de Liria, Bruno «hizo desaparecer lo que había quedado de los cuerpos ocultándolos en lugar que se desconoce ya que la mencionada picadora industrial utilizada en ambos casos, era de gran potencia y capaz de triturar carne y huesos, previamente troceados aptos para entrar por la boca de carga de la máquina». A Adriana se la llegó a buscar durante siete meses en el vertedero de Pinto. El coste de la búsqueda casi alcanza el millón y medio de euros.

El juicio, en el que la máquina trituradora estará presente en la sala por si el jurado popular pide verla, se celebrará el 11 de septiembre. El fiscal aunque reconoce que el acusado padece esquizofrenia paranoide, pide que sea condenado a 9 años y 11 meses por cada homicidio y a otros seis años más por estafa, falsedad documental y tenencia ilícita de armas.