Sucesos

En libertad la mujer que quemó al violador de su hija

María del Carmen ya no dormirá más en la cárcel. Ha obtenido el tercer grado tras pasar tres años y medio entre rejas, pero no volverá al lugar donde también vive la familia del fallecido «para evitar cualquier incidente»

María del Carmen salió ayer de la cárcel de Fontcalent. En la puerta la esperaban sus hijos y su marido
María del Carmen salió ayer de la cárcel de Fontcalent. En la puerta la esperaban sus hijos y su maridolarazon

María del Carmen ya no dormirá más en la cárcel. Ha obtenido el tercer grado tras pasar tres años y medio entre rejas, pero no volverá al lugar donde también vive la familia del fallecido «para evitar cualquier incidente».

Hace ya 12 años de aquel suceso que sacudió el pequeño pueblo alicantino de Benejúzar y sus vecinos sólo desean pasar página. Cuando se les pregunta por la mañana del 13 de julio de 2005, la mayoría opta por callar y, los que se atreven a hablar, lo hacen para decir que eso ya está olvidado. Ese día María del Carmen, cuando estaba esperando el bus a Torrevieja, se encontró con el violador de su hija Verónica, Antonio Cosme Velasco, más conocido en el pueblo como «Pincelito». Se extrañó al verlo en Benejúzar, aunque sabía que le habían concedido el tercer grado después de varios años en prisión. En su segundo permiso, el «Pincelito» se atrevió a salir a la calle y la casualidad quiso que se encontrase con la madre de su víctima. Se acercó a ella y le preguntó por su hija. Fue entonces cuando sucedió lo que ni el propio Almodóvar podría haber filmado. María del Carmen, como una autómata, fue hasta la gasolinera próxima, pidió que le rellenasen una botella con un euro de gasolina, caminó hasta el bar Mary, donde estaba el «Pincelito» sentado en la barra, le roció con el combustible y le arrojó una cerilla. El hombre murió con 69 años diez días después en el hospital por las quemaduras.

Tras dos intentos fallidos de conseguir un indulto, la madre de la víctima ingresó en prisión y después de un año quedó en libertad a la espera de juicio. En 2009 la condenaron finalmente a nueve años y medio de cárcel y el Tribunal Supremo redujo la pena a cinco. Habiendo cumplido tres años y medio de la condena impuesta, el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria le concedió el tercer grado y ayer, poco después de las 10:30 de la mañana, salió de la prisión de Fontcalent (Alicante) arropada por su hija Verónica y su marido. «Esta pesadilla ya ha acabado, sólo quiero descansar», dijo esta «madre justiciera» de 69 años, visiblemente agotada, ante un aluvión de cámaras y periodistas que aguardaban su salida. «¿Vas a regresar a tu casa de Benejúzar?», le preguntaron. «No, se viene conmigo a mi casa, a Beniel», contestó, protectora, Verónica. No regresará porque tiene una orden de alejamiento de la familia de Antonio Cosme, y «no queremos arriesgarnos a que por cualquier incidente mi madre regrese a prisión».

Tenían prisa por irse, apenas pararon tres minutos para atender a la prensa en el control de salida de Fontcalent. La cárcel le ha servido a esta madre para darse cuenta de que «no ha merecido la pena» haber quemado al violador de su hija: «Los años que ha pasado encerrada no se recuperan, claro que no mereció la pena lo que hizo, se ha perdido muchas cosas, sobre todo ver crecer a sus nietos», declaró a LA RAZÓN su hija.

Pero quizá sea ella, Verónica, la mayor víctima de todo este horrible episodio. En 1998 y teniendo sólo 13 años fue asaltada por el que era su vecino, Antonio Cosme. «Se conocían bastante, tenían riñas porque la niña era muy cabezota y se empeñaba en espantarle las palomas que Cosme criaba para competición», cuenta el dueño de la pizzería del pueblo a este diario. Así hasta que un día «se le cruzaron los cables» y la violó. Pero una parte del pueblo no se creyó la versión de la niña. El informe médico demostró que seguía siendo virgen –no había rotura de himen– y, además, la familia del agresor era muy querida en el pueblo, a diferencia de la de María del Carmen. «Ella era de un municipio cercano, se trasladó a Benejúcar por su marido, pero no cayó bien aquí, su carácter es difícil, tuvo varias broncas con las vecinas». Esa combinación de factores, propició que se formase un bando de acoso y derribo contra ella y su hija. Empezaron a insultar a la niña, que llegó incluso a recibir amenazas en el colegio. Un año después, se demostró que el «Pincelito» había violado a Verónica, ya que se encontraron restos de semen del acusado en la vagina de la menor. Él fue condenado a nueve años de cárcel, y cumplió seis en el centro penitenciario Alicante II. Pero eso tampoco consiguió que los tercios cambiasen. María del Carmen nunca superó la violación de su niña y desde entonces estuvo bajo tratamiento por ansiedad. «La visión del violador de su hija provocó en ella una explosión interna, un trastorno transitorio que le nubló la razón», según los psiquiatras que la atendieron después de lo ocurrido. Su estado mental fue un eximente parcial para que le redujeran la condena, pero los médicos aseguran que, aún así, era consciente de lo que hizo. Doce años después, María del Carmen no quiere rememorar aquel episodio, tan sólo repite que «no debió ocurrir». Las Navidades las pasará con sus hijos, lejos de Benejúzar, un pueblo que quiere olvidar pero que todavía tiene presente la muerte de Antonio Cosme. «Mucha gente fue a su entierro, se le quería, aunque de joven era una bala, siempre andaba metido en peleas, pero con las chicas nunca se metió», comenta el dueño de la pizzería. «Su mujer va todos los días al cementerio, a visitar la tumba de su marido y también la de sus hijos, se le han muerto dos», apostilla. «¿Si se espera venganza? No, en el pueblo sólo se ha quedado a vivir el marido de María del Carmen, ella se irá a casa de sus hijos en Beniel, así que sólo queda olvidar».

Así se cierra el círculo de muerte y venganza que comenzó en 1998. María del Carmen volverá el lunes a Fontcalent. Tal y como confirmó su abogado, Joaquín Galant, y a lo largo de la semana que viene se le colocará una pulsera telemática. Si cumple con los horarios marcados, a los pocos días se la retirarán y pasará a un régimen de libertad condicional. A partir de ese momento, solo deberá acudir a la cárcel para firmar dos veces al mes, medida que previsiblemente habrá de cumplir hasta agosto del próximo año, cuando acabará la condena.