Mascotas

«España tiene el reto de integrar al perro en la sociedad»

Cada año se abandonan 137.000 animales de compañía. Permitir llevar el perro al trabajo, en transporte público o de «shopping» facilitaría su tenencia y rebajaría el número de abandonos

Xavier Pérez, de Purina, Òscar Montoro, de Help Guau, y Alejandra González de Bayer
Xavier Pérez, de Purina, Òscar Montoro, de Help Guau, y Alejandra González de Bayerlarazon

Cada año se abandonan 137.000 animales de compañía. Permitir llevar el perro al trabajo, en transporte público o de «shopping» facilitaría su tenencia y rebajaría el número de abandonos.

Cuando una persona y un perro se miran a los ojos, sus cerebros liberan oxitocina, la hormona que persiguen runners, amantes y adictos a los festivales de música. Lo dicen unos investigadores japoneses. La oxitocina es la hormona de moda, la más molona, porque está asociada a las cosas con las que más disfrutan los humanos, al amor, al sexo, la confianza, la amabilidad y se cree responsable del vínculo entre una madre y su bebé. Además, ayuda a las mujeres a parir. ¡Bendita oxcitocina!

Si esa mirada entre un perro y un humano genera tantas sensaciones buenas, ¿cómo es posible que en España se abandone un perro cada tres minutos? La España cosmopolita de la Barcelona de los Juegos Olímpicos, que va a las reuniones del G-20, las principales economías industrializadas y emergentes del mundo, y forma parte de la OCDE, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, cada año abandona 150.000 animales de compañía entre perros y gatos. Cada año, desde hace años. La cifra no va a la baja. «Y no se contabilizan los que se recogen muertos o se adoptan sin pasar por un centro de acogida», matiza Òscar Montoro, director de Servicios Help Guau, responsable del centro de acogida de animales de Argentona (Barcelona). Es un número que da a España un récord vergonzoso en una Europa con países como Holanda donde la tasa de abandono de animales de compañía es de cero. Claro que en Holanda abandonar a un animal se pena con 17.000 euros de multa y hasta tres años de cárcel. Al margen de propietarios irresponsables y de la desidia de las administraciones, hay asociaciones y particulares que luchan para revertir estas cifras a las que dan voz personas como Òscar Montoro; Alejandra González, que además de Head of Digital Marketing y Marketing Inteligente de Bayer, es técnico en perros terapeutas, y Xavier Pérez, director de Márketing y Comunicación de Purina.

LA RAZÓN reunió a los tres alrededor de una mesa redonda para analizar cómo hacer una sociedad más respetuosa con los animales y buscar fórmulas para concienciar sobre la responsabilidad de tener un animal en casa. España es un país de perros. «Hay cinco millones de perros por cuatro millones de gatos», cuenta Xavier Pérez de Purina. «Pero cada vez hay más hogares con gatos y perros pequeños para conciliar con la vida laboral», puntualiza.

Alejandra González es un ejemplo. Su familia pasó de tener perro a tener gato. Resulta que, tras perder a su perro, se encontró una manada de cachorros de gatos abandonados y «para librarlos de la quema adopté a uno». No es su caso, pero para una familia que antes no ha tenido animal de compañía, empezar por un gato adulto, es una buena idea», aconseja Montoro.

Huérfanos de Ley estatal

«España no tiene una normativa estatal que regule la tenencia de animales de compañía», denuncia González. Este año, acaba de incorporarse al Convenio Europeo de Protección de Animales de Compañía, que garantiza una legislación básica para el bienestar animal. Se trata de un convenio de 1987, que entre otras cuestiones prohíbe las intervenciones quirúrgicas por estética, pero sigue contemplando el sacrificio que «deberá efectuarse con los menores sufrimientos físicos y psíquicos posibles». Andalucía, o Castilla-La Mancha, con una ley de caza «medieval» que permite disparar a cualquier animal que esté en el campo y dejarlo ahí agonizando, deberán adaptarse. Otras, como Madrid o Cataluña, tienen normativas más avanzadas.

Cataluña prohíbe por ley sacrificar animales abandonados en los centros de acogida, pero como cuenta Oscar Montoro del centro de acogida de Argentona, se hace trampas al solitario «porque a los perros que acompañan a los guardias de seguridad del Metro cuando acaban su servicio se les eutanasia». Son perros maleducados, porque andan todo el día con el bozal, duermen en perreras y no reciben el cariño, la atención ni se mueven lo que deberían. En definitiva, no se pueden dar en adopción porque acaban siendo agresivos. La pregunta no es por qué les practican la eutanasia, sino por qué hay perros en el Metro. «No son necesarios», coinciden los tres. Montoro, que participó en la elaboración de la normativa que permite a los perros ir en Metro en Barcelona (a según qué horas, con bozal y no más de dos animales por vagón), batalla ahora para que los guardias de seguridad no lleven perros.

Perros en la oficina

«Queda mucho camino por hacer», interviene Pérez, «porque una sociedad que no permite subir a los perros al autobús y en Metro sólo pueden unas horas, es una sociedad que margina a los animales». De normalizar su presencia, sería más fácil conciliar. Para muestra, el botón de Purina que desde 2016 permite a sus empleados llevar a sus animales al trabajo a través del programa Pets @ Work. «Rebajan el estrés y mejoran el rendimiento», comenta Pérez.

En las oficinas de Purina han adaptado un espacio exterior como pipican y una sala para comidas y taquillas. No han tenido ningún conflicto entre trabajadores, «al revés, desde que hay perros, hay más interacción y mejor ambiente».

Hablando de perros policía y de seguridad, González cuenta que «mi perro ideal es el pastor alemán». Era el perro que dibujaba de niña, cuando Rex era un super héroe a la altura de Batman o Super Woman. Pero la realidad es que los pastores alemanes son perros modificados genéticamente. Su columna vertebral forma un ángulo agudo con el suelo y sufren displasia en la cadera que genera muchos dolores. Lo sabe bien Montoro. A su centro de acogida llegó uno hace poco.

En el centro de acogida, no publican las fotos de perros de raza en su web. El perfil de perro abandonado es o muy joven, de menos de un año, que llegó a una familia como regalo de Navidad, o un perro anciano. Montoro explica que «no es la familia la que elige al animal, sino que el centro elige al perro o gato que puede adaptarse mejor al perfil de quien adopta». En su centro, hay un 5 % de animales que son devueltos, la mayoría porque no ha congeniado con el perro o gato que ya había en la casa de acogida.

Bayer tampoco publica fotos en sus redes sociales de perros de moda como el bulldog y otros animales modificados genéticamente, por ejemplo, el gato siamés sin nariz, porque requieren más cuidados veterinarios y más caros, lo que puede empujar al abandono. Los tres lamentan que los servicios veterinarios estén cargados con el 21 % de IVA.

Montoro las ha visto de todos los colores. Entre marzo y octubre, hay una punta de abandono. Hace poco acudieron a casa de una señora mayor con 21 gatos y liberaron a 400 perros hacinados en chabolas abandonados por unos cazadores en Badalona. También rescataron a un mastín que vivía en un balcón ridículo con sus excrementos. Es un perro desconfiado que les está costando reeducar, como muchos perros pequeños que les llegan al centro de acogida, pero al ser más grande «hay que ir con cuidado». «No es lo mismo que te muerda un chihuahua, que un mastín», matiza.

La patrulla canina

«No hay perros peligrosos, hay dueños peligrosos», coinciden. La muestra es que los perros del centro de acogida también participan en terapias. Van a geriátricos a hacer compañía a personas mayores. «Y también viene un grupo con discapacidades para interactuar con los animales», explica Montoro.

En cuestión de perros para terapias, González tiene tablas. «Hace la friolera de 19 años ya que Bayer colabora con el Centro de Terapias Asistidas con Canes (CETAC)», cuenta. «Todo empezó con una llamada donde Eva de Cetac me contaba que sus perros abrían puertas, descolgaban teléfonos ... no entendía nada, pero quedé para vernos, podría no haberlo hecho y mi vida hubiera sido más pobre». González ha llorado mucho con la patrulla canina de Sant Joan de Déu que educa el CETAC. Con los perros que están en urgencias para ayudar a poner una vía a un niño, por ejemplo, distrayendo su atención; los que sosiegan a los pequeños que han de pasar un escáner; los que hacen reír a los que pasan largas temporadas ingresados, o los que logran estimular a un niño autista.

Pérez también explica la experiencia de Purina con el CETAC. «Una de las experiencias más emotivas fue cuando un padre vino a darnos las gracias por haber colaborado en la sociabilización de Panda, una perra que hace terapia con niños autistas». «¡No sabes cómo nos ha cambiado la vida!».

Por cierto, los científicos japoneses cuentan también que los lobos, los ancestros de los perros no miran a los ojos de los humanos, pero cuando lo hacen, «no se libera oxitocina».