Cárcel

Juan José Cortés: «Cuando el asesino de mi hija salga, lo hará con más rabia que nunca»

Ayer se cumplieron diez años del asesinato de su hija Mari Luz. Tras un largo tiempo de lucha y de presionar a los políticos para endurecer las penas, vuelve a alzar la voz. ¿El motivo? La amenaza de que los asesinos puedan salir de prisión antes de tiempo

Juan José Cortés
Juan José Cortéslarazon

Ayer se cumplieron diez años del asesinato de su hija Mari Luz. Tras un largo tiempo de lucha y de presionar a los políticos para endurecer las penas, vuelve a alzar la voz. ¿El motivo? La amenaza de que los asesinos puedan salir de prisión antes de tiempo.

Mari Luz cumplirá cinco años a finales de mes. Es el nombre de su nieta. La coincidencia no se queda ahí. Tendrá la misma edad que su hija cuando desapareció aquel 13 de enero de 2008. «Me recuerda mucho a ella. Físicamente, en la forma de ser, en la alegría que transmite... hay muchos detalles que me confunden», dice. Hombre corpulento, de verbo fluido, de sincera amabilidad –«estoy aquí para lo que necesitéis», repite–, de fuertes convicciones religiosas –«si en la vida no te agarras a algo, se tiñe de vacío y oscuridad»–, con la agilidad mental de ese entrenador de fútbol que por desgracia para sus equipos ya no ejerce... Juan José Cortés, 48 años, transmite la fortaleza, el «volcán», como dice él, del padre coraje de antaño y que en realidad nunca ha dejado de ser. Pero confiesa que, justo al nacer su nieta, «el mundo se me echó encima». Su mujer, Irene, cuida de él. Durante estos años «ella ha ido hacia arriba y yo hacia abajo. Mi familia no sabe la mayoría de cosas que he vivido. Estar sentado en un adoquín, junto a un pozo, esperando a que saquen a tu hija. Éso es muy duro. Buscarla en cubos de la basura. Éso es muy duro». Reconoce que ha sido sometido «a un fuerte tratamiento por parte del psiquiatra y del psicólogo. Me desaconsejaron las intervenciones públicas. Tarde o temprano iba a venir. Es perder a una hija», nos dice durante la charla que mantenemos con él en Huelva, en un restaurante cercano a su casa. De hecho, quiere que sean otros padres los que retomen su testigo.

Entonces, ¿por qué accede a hablarnos? Por dos motivos: por mantener vivo el recuerdo de Mari Luz, asesinada hace diez años, y por la amenaza que se cierne sobre la prisión permanente revisable, que podría ser derogada en el Congreso después de que el PP se quedara solo en su defensa. Cortés es el creador, prácticamente el «padre» de esta condena, para delincuentes de delitos especialmente execrables: una pena mínima de 25 años de cárcel, momento en el cual se valorará si el reo está listo o no para su reinserción. La propuesta del PNV de eliminarla por su supuesta inconstitucionalidad cuenta con el apoyo de toda la oposición y la abstención de Ciudadanos. Una reunión con José Luis Rodríguez Zapatero en 2008, entonces presidente del Gobierno, en la que le entregó 2,5 millones de firmas apoyando su causa; movilizaciones por toda España bajo el lema «Por una justicia justa»; llamadas constantes al PP, entonces en la oposición, para que incluyera esta figura jurídica en su programa... Finalmente, fue aprobada en 2015. «El PP siempre ha estado solo en esta cuestión. Es el único que ha apostado por la prisión permanente revisable. Pero no lo llego a entender: algo que se ha conseguido después de mucho esfuerzo, del apoyo de muchos ciudadanos, de muchos padres que hemos perdido a nuestros hijos, de estar constantemente en la calle, de someter esta propuesta a todo tipo de controles y expertos, de revisar los códigos penales de otros países...», dice. Cree que la iniciativa de la derogación «se veía venir». «Pero si todos los ciudadanos lanzamos nuestro grito de guerra en la calle, haremos que esos partidos reaccionen».

Dice que intentó evitar informarse del caso de Diana Quer. «Es un paso atrás, volver a recordarlo todo... Recuerdo que cuando visité a los padres de Marta del Castillo para animarles, me afectó mucho. Vi en ellos lo que viví en casa». Sin embargo, ha estado al tanto de lo sucedido. Intentó comunicarse a través de su abogado con los padres de la joven madrileña, por lo que aprovecha esta entrevista para darles el pésame. «Que sepan que siempre estaré para apoyarles en lo que pueda», dice. Aparte de merecerlo, cree adivinar cuál será el destino de El Chicle: «Pagará con la prisión permanente revisable».

Ocurrió hace diez años en la barriada del Torrejón de Huelva. Mari Luz Cortés, de cinco años, había salido de casa a comprar golosinas. Un vecino, Santiago del Valle, la atrajo tirándole un osito de peluche desde la ventana. Al entrar en el portal, Del Valle le efectuó varios tocamientos. La niña se resistió, recibió un golpe y quedó inconsciente. El pederasta cogió un carrito de la compra de su casa, la metió dentro y la tapó con un chaquetón. Su cómplice, su hermana Rosa, les llevó a ambos en su coche hasta la zona de las marismas. Allí arrojaron a la pequeña aún con vida. Murió ahogada. Su cuerpo fue descubierto 54 días después. Santiago fue condenado a 22 años; su hermana, a nueve. Nunca debió estar allí, ni aquel día, ni en aquel lugar. El juez del Juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla, Rafael Tirado, no había ejecutado una sentencia firme contra Del Valle por abusos sobre su propia hija. El juez fue multado con 1.500 euros; su secretaria, suspendida de empleo y sueldo durante seis meses.

Tirado nunca ha hablado con Cortés. «Ya sabemos lo que pasó y el apoyo que recibió de sus compañeros. El Consejo General del Poder Judicial cometió un error muy grave. Ahí debería haber sido implacable». ¿Y le hubiera gustado recibir esa llamada? «Si me hubiera llamado arrepentido y reconociendo sus errores, yo le habría perdonado. Ahí no queda otra que la misericordia... Muchas veces me preguntan si yo hubiera perdonado a Del Valle, pero si no hay arrepentimiento, no entiendo que yo pueda hacer alarde de un buen acto, si ese buen acto no conduce a nada». En todo caso, ¿esas palabras del asesino le habrían ayudado? «Sí me hubiera servido. Primero que hubiera confesado, después que hubiera pedido perdón y por último, que se hubiera arrepentido». Por eso, «la rabia, el dolor y la pena están ahí».

Jamás ha cruzado una palabra con Del Valle. Desconoce cómo es su vida o cuándo podría concedérsele el tercer grado. «Me gustaría saberlo para que haya un control sobre él y garantizar una seguridad. Es un enfermo, pero no en el sentido físico. Es un enfermo maligno. No hay que tener misericordia con él; hay que tener cuidado con él. Cuando salga, volverá a cometer un delito igual o parecido. Lo volverá a hacer y lo hará con más rabia que nunca». Lo tiene claro. Si se produce la derogación, pasarán dos cosas: «Las familias no se verán compensadas por el daño y estos delincuentes, a los 15 años, tendrán beneficios penitenciarios y volverán a delinquir. Que me digan que eso es justo: que la Justicia española le ha dado carta libre a un delincuente para volver a hacerlo».

Recuerdos. Llevábamos la pregunta preparada, pero Cortés se adelanta. Quiere compartirlos. Bebe agua de vez en cuando para aclararse la voz. Mira al infinito para recrear y sentir esas imágenes que le acompañarán toda su vida. Han pasado diez años y las rememora como si hubieran ocurrido esa misma mañana. Mari Luz poniéndose unas botas de cowboy, pese a que le estaban enormes, y que quería llevarse incluso al colegio. «Se volvió loca. Era tan feliz, tenía un halo de amor y cariño... Dios mío». El recibimiento que le brindaba cada vez que llegaba a casa. «Entonces trabajaba en una empresa de construcción. Llegaba muy cansado. Recuerdo los abrazos que me daba y cómo se dormía en mi pecho», dice. Sus últimas imágenes las tiene grabadas. «Un sábado me llevé a Mari Luz con Dani [el mediano de sus tres hijos] en una furgoneta al chalé de mi padre. Había llovido y aparqué mi coche en un charco, sin darme cuenta. Dani abrió la puerta y los dos se cayeron en el charco. Y aquel recuerdo de ver a mi niñita en el agua, sin llorar, una cría sufrida, fuerte... ¿Os acordáis, cuando desapareció, que yo decía: ‘‘Mari, tu eres fuerte, aguanta”. Era el carácter que tenía. Quién me iba a decir que iba a desaparecer y que iba a morir. El otro es de la mañana de la desaparición. Llevé a Irene al mercado. Dejé a Mari Luz con ella. A la niña le encantaba estar allí. Yo estaba en casa, preparando la estrategia de un partido. Comí rápido y me tenía que marchar. Ellas estaban ya en casa, con la niña sentada al lado de su madre, en el brazo del sofá».

«Mis hijos se sentían culpables»

El día de la desaparición dirigía un partido de su equipo, el C. D. Pinzón. Todos se dijeron lo mismo: «Si yo hubiera estado allí...». Incluidos sus hijos, entonces de 14 y 10 años. «Se sentían culpables porque la dejaron salir. Pero siempre se lo he dicho: “Tú tenías 10 años, tu hermano 14... Vuestra madre se quedó dormida... Fue algo que ocurre mil veces en mil hogares. No podéis sentiros responsables”. Yo también he sentido esa angustia de haber cambiado las cosas: “Si yo hubiera estado allí, si no hubiera sido entrenador...”». Recuerda con tristeza una llamada. «Una mujer me dijo: ‘‘¿Cómo dejaste salir sola a tu hija?’’. Para qué te voy a contestar, si no mereces que te responda... Hubiera preferido que me hubieran cortado a cachitos, pero que mi hija estuviera viva». Por cierto: esa temporada mantuvo su compromiso de mantener al Pinzón dentro de la categoría.

Hasta el último momento pensó que volvería a ver a Mari Luz. Como los padres de Diana Quer. Como todos los padres que pierden a sus hijos. «Me agarraba a ese hilo de vida. Y esa fuerza que tenía entonces era por la esperanza de encontrarla. Cuando el comisario me dijo que la habían hallado en el muelle, ahí ya sabía que... Sólo me dijeron que la habían encontrado. Enviaron un coche patrulla a recogerme a casa. En el camino ya estaba roto».

El «relevo» que pide Cortés ya ha llegado. Es Rocío Viéitez, ex mujer del parricida de Moraña, David Oubel, condenado a prisión permanente revisable por asesinar a sus dos hijas. Ha emprendido una campaña en Change.org para impedir que se derogue. Al cierre de esta edición ya contaba con cerca de 350.000 apoyos. Las adhesiones se han disparado a raíz de la detención de El Chicle y del posterior hallazgo del cuerpo de Diana. Cortés recibió la invitación a unirse a la petición de Rocío a través de WhatsApp. No lo dudó un solo instante. «Ella sí puede dar fe de que la prisión permanente revisable es válida y de que justifica el esfuerzo que se ha hecho. Ella sí se siente amparada por la justicia. Sólo por eso, ya merece la pena. No va a recuperar a sus hijos, pero siente esa condena como reparo. Y yo estoy satisfecho sabiendo que esta mujer se siente amparada». Santiago Del Valle jamás tendrá esa condena. «Me lo decían entonces: ‘‘¿Sabes que eso no le va a afectar al asesino de tu hija?’’. Yo siempre respondía que ya lo sabía, pero que luchaba para que otros pudieran tenerla el día de mañana».

Un ejemplo de la personalidad activista de Juan José Cortés. Hace 20 años, avisó al alcalde de Huelva sobre el lamentable estado en el que se encontraba el Muelle del Tinto de la ciudad. «Que sepas que si le pasa algo a alguien, tú serás el único responsable», le dijo. A los dos años, el problema estaba solucionado. No es tan peregrino el paralelismo del puente con la prisión permanente. «Si no aseguro bien el puente, se puede caer y hay gente que puede morir», explica. Durante la conversación repite con frecuencia: «Sentido común, por favor». Son sólo dos palabras, pero le cuesta encontrarlas en la política y en los políticos de hoy. Estuvo afiliado al PSOE y fue asesor del entonces alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ahora ministro del Interior. Por sus planes no pasa el regresar a ese ruedo.

«Pablo Iglesias no es Jon Nieve»

Si un político le dijera que la prisión permanente revisable es anticonstitucional, ¿qué le respondería? «Que diga dónde dice la Constitución que no es reinsertable. Lo que sí me parece inconstitucional es que el derecho a la vida de mis hijos se tuerza por el derecho a la libertad sin control de gente que no da garantías de que no vuelva a cometer un delito». No entiende al PNV –«yo, como Gobierno, no negociaría ni un euro de los presupuestos con ellos»– ni al PSOE –«no sabe hacia donde ir»– ni a Podemos. «Pablo Iglesias se ha equivocado de juego. Cree que esto es ‘‘Juego de tronos’’, que él es Jon Nieve y que va a salvar a los siete reinos... No merecemos gobernantes que estén fantaseando. Aquí nadie va a ser el salvador absoluto de un país». Tampoco entiende «que los mismos que quieren quitar la prisión permanente revisable son los que proponen endurecer las penas en delitos menores, que son presos más fáciles de reinsertar. A un asesino que, a sangre fría, ha matado a menores...».

Entonces, ¿qué significaría la derogación? «¿Saben los políticos lo que es meter un tiburón dentro de una pecera? Un peligro, ¿no? Vamos a ponerle trabas al tiburón».

Cortés no trabaja en la actualidad. Dice que le puede la presión. «No puedo desempeñar una labor continua». Hace dos años que tampoco entrena, aunque confiesa con una sonrisa que «algún día volveré a desenvainar la espada». Ha cambiado en estos diez años. Sobre todo, ha aprendido. «He aprendido a vivir en la soledad y en el silencio estando muerto. He aprendido que los muertos pueden vivir. He aprendido que la familia va a estar contigo pase lo que pase. He aprendido que todo en la vida se puede superar, a madurar en el dolor continuo y que no tiene fin, a mitigar el dolor de otros... He visto gente que ha perdido a sus hijos y que solo con mi presencia y con dos palabras que he dicho, he sido capaz de mitigar ese dolor. He aprendido a ser más comprensivo, a respetar a todo el mundo. Y he aprendido que no todo en la vida se nutre de lo material. Lo material son sólo recursos. Nada perdura para siempre».